Cita Con El CEO

Saliendo de la comisaría, Esteban condujo su auto hasta el edificio donde ambos viven. El viaje es silencioso aunque no incómodo, pero al llegar Soledad baja del ascensor en su piso y él continúa uno más, hasta su hogar.

La secretaria, estando tranquila en su privacidad, se sienta en el sofá y sonríe por los dos besitos que su jefe le dio. Si bien no se los esperaba y jamás imaginó que algo así pudiese pasar, admite mentalmente que le gustó. Además, no puede negar que el CEO es un hombre hermoso, de intensos ojos claros y tiene una sonrisa baja calzones, aunque pocas veces la deja ver, ya que es muy serio.

Justo cuando se pone de pie para ir a ducharse, el celular suena con un nuevo mensaje y lo lee mientras camina hacia su habitación.

"Esta noche iremos a cenar"— avisa Esteban.

No es un pedido, es una orden, pero a Soledad no le molesta. Jamás ha conocido en su vida un hombre tan decidido, sincero y directo. Él no se aprovechó de la oportunidad que tuvo en la oficina cuando ella le dio un beso en el mentón, sino que esperó a estar a solas para robarle un beso.

"De acuerdo" — le responde ella, sonriéndole al aparato. Pero Esteban no lo sabe.

Soledad revisa qué tiene de ropa para la cena y encuentra un nuevo vestido que compró antes de viajar y el cual todavía tiene su etiqueta. Es largo hasta el piso con una alta abertura en la pierna derecha, su tela tiene una hermosa caída y el color bordo le es favorecedor. Simple, sin volados, ni encaje, totalmente liso, pero elegante.

Ella no sabe a qué tipo de Restaurante la podrá llevar Esteban, pero está segura que será refinado, por lo que el vestido estará bien. El mismo ha sido comprado justamente por si tenían alguna celebración a la que deben asistir y como tal no podía salir de urgencia a conseguir algo, suponiendo que ella tendría que organizar todo.

En su Penthouse, Esteban también se ducha y busca un traje totalmente negro, una camisa blanca y excluirá el uso de corbata, ya que quiere ser semi formal.

En la noche, va al piso de Soledad y se sorprende cuando ella abre su puerta, puesto que su maquillaje es básico y el peinado parece perfecto para la ocasión, aunque para sus ojos, ella siempre se ve hermosa. Además, considera que el vestido le queda deliciosamente.

El cuerpo de Soledad tiene las curvas justas, sin exagerar. Nada que ver a las mujeres con las que él se ha metido la cama, anteriormente. Todo lo que tiene su secretaria le fascina en partes iguales: su voz, su cara, sus ojos marrones aceitunados, su figura y demás. Sin embargo,si le piden decir qué le gusta de ella y no tiene que ver con lo físico, él respondería con toda la calma: Su personalidad, su solidaridad, su simpatía con sus compañeros, su sinceridad y su locura. Porque sin ella, no sería Soledad. No sería la mujer que le gusta, ni su secretaria.

Él siempre supo que necesitaba una mujer que fuese fuerte y no se deje doblegar por las mujeres de su pasado, y por la misma razón, le gustó que Soledad le contase que Dulce intentó convencerla de que fuese su espía y le contestó con toda sinceridad que la rechazó.

—¿Nos vamos?— cuestiona Soledad aún parada en su puerta, ya que él no intentó entrar.

—Claro— le ofrece una mano y ella la toma sin problemas.

Ambos caminan con sus manos unidas y los dedos entrelazados hasta el ascensor. Las puertas se abren y la persona dentro los mira con una sonrisa pícara en la cara, aunque la secretaria separa las manos enseguida. Algo que Esteban mira unos segundos y no le agrada.

—¿Hay alguna reunión de la qué no me enteré?— indaga bromista Braian.

Ya sabe cuál es la respuesta, solo quiere ver qué le dirán a él.

— No, iremos a festejar que pronto volvemos a Uruguay— responde el CEO seriamente.

—Entonces suban, nos vamos juntos como despedida.

Soledad posa sus ojos en Esteban y él asiente, aunque no muy convencido, pero es la única manera de no presionar a su secretaria, ya que supone que al soltar su mano para que Braian no los viese, tampoco querrá que otros lo hagan.

— Yo invito— asegura el vicepresidente cuando ya los tres están dentro y el ascensor se mueve hacia la recepción.

—Invita a tu novia, si quieres — propone Esteban y Braian asiente con el celular en la mano.

El trío se sube en el auto de Esteban y Braian le pide ir a la dirección de su novia, pero cuando llegan, les avisa que ella no los acompañará y él se quedará con Johanna, por lo que Esteban y Soledad siguen su camino juntos, a solas. Para la calma de ambos.

La secretaria no sabía cómo comportarse frente a Esteban después de lo que pasó en la comisaría y si tuviese que estar frente a sus amigos, también le daría vergüenza, así que agradece mentalmente que ellos no puedan asistir.

Esteban, por otro lado, también está feliz de estar solo con su secretaria porque la cena justamente tiene un ambiente romántico, pero no podía negarle una última cena a su mejor amigo, quien ha trabajado tanto en su empresa, mientras que él no está. Sin embargo, para no sentirse culpable, decide que lo invitará a tomar unos tragos.

Al llegar al restaurante, el CEO baja de su auto y lo rodea para ayudar a Soledad a descender, ya que ella ya había abierto la puerta. Caminan separados hasta la recepción y allí una moza los lleva hasta su mesa.

Desde que ella alejó su mano de la de Esteban, él no se la ofreció nuevamente para no incomodarla.

La moza les muestra cuál es su lugar y les ofrece la carta de los menús, pero la secretaria le pide a su jefe que pida por ella, ya que no entiende nada de lo que dice. Él se disculpa, pero empieza a mencionarle qué contiene cada platillo para que ella lo elija y él no equivocarse, por las dudas de que sea alérgica a algo.

—Dígame, ¿qué es lo más rico en este país?— Cuestiona, pero mentalmente agrega la frase "Además de usted"

Esteban le sugiere el mejor plato que podrá comer en Colombia y ella acepta probarlo.

Dos horas más tarde, después de tantas anécdotas y risas, vuelven a su edificio, dónde él la acompaña hasta la puerta de su departamento y le roba un nuevo beso para después irse a su Penthouse.