LA VENGANZA

El descender del avión generó la sensación de estrujar el corazón de Amara, el miedo era un sentimiento que incluso le cortaba la respiración y de tan solo ver a Alexander aquella sensación era peor, ella sabía que Alexander Santoro podría dejarle en claro que los rumores alrededor de él, ella podría sentirlos en carne propia.

- La intensidad de la Seguridad alrededor del hombre era asfixiante antes de que tomé el vehículo que los llevará hasta la Base, la llegada del Gran Jefe sorprendió a varios todos tenían emociones distintas al saber de su retorno, pero también todos sintieron pena al enterarse de que Amara no había

sido secuestrada y que ella misma había planeado su huida.

- Muchos querían aplaudir sus agallas, pero también eran conscientes del peligro en el que se expuso al desafiar la seguridad de Alexander.

Al momento en que el vehículo estuvo en movimiento Amara no pudo contener las lágrimas el silencio en el interior de la camioneta era estremecedora y Amara prefería escuchar las amenazas de Alexander antes que su silencio, la peligrosidad criminal a su alrededor y sus etiquetas dejaban muchas dudas en ella, pero por sobre todo ¿Qué tan cruel era Alexander Santoro? El demonio de la Mafia Italiana. 

- Al momento en que las puertas se abrieron Amara cayó en cuenta de que habían llegado. 

Ya saben en dónde llevarla - Alexander se había introducido rápidamente en la casa luego de aquella orden. Mientras que Carol estaba emocionada no importa en las circunstancias en la que se había dado el regreso de Alexander lo único importante era su retornó y sabía perfectamente la razón de su venida. 

- Alexander se metió en su despachó el fuerte golpe de la puerta cerrándose hizo que María se llevará las manos en la boca, su niño estaba muy enojado. 

- Amara por su parte fue arrastrada sin ninguna consideración hasta la parte trasera de la enorme casa -¿Dónde me llevan? - Amara intentó zafarse del agarre, pero una daga debajo de su costilla le dio a entender que los hombres no estaban para ser amigables. 

-Señora, si hubiera sido consciente de sus actos a estas horas estaría en la Capital disfrutando si no quiere que la hagamos daño cállese- El hombre a simple vista era muy peligroso, una puerta había sido abierta era una pequeña habitación oscura Amara tragó saliva está no era como aquella primera habitación en dónde había pasado la primera noche por desobedecer a Alexander el interior de este calabozo era peor y la frialdad en su interior generaba escalofríos - Que disfrute su estadía señora - El hombre había cerrado la puerta y la burla al expresar la palabra señora era evidente. 

- ¿Por qué me ha tocado esto a mí? - Amara cayó al suelo - Los recuerdos de su adolescencia la golpearon sonrisas que quizás ya no volverán, recordaba la fecha 13 de enero aquella fecha que todos decían que era de mala suerte fue el día en que Alexander Santoro había decidido su destino en compañía de su padre el dinero es el gran patrón, pero ¿Existía alguien que se negará a una orden de Santoro? La respuesta era fácil y no, ni siquiera el propio Presidente podía negarse ante él.

- Señor - La voz del subordinado hizo que Alexander levantará el rostro y se notaba en el aquel sentimiento conocido como la frustración- La señora está en el lugar que ordenó.

- Dejen de decirle señora es una más del montón y de ustedes retírate - El hombre había salido, pero antes de que la puerta se cerrará alguien más entró.

- ¡Alex! - La voz melosa de Carol se escuchó.

- ¿Qué quieres? - Alexander no quería escuchar a absolutamente nadie en el fondo el mismo estaba sorprendido de lo que Amara provocó al escaparse.

- Estas muy tenso tengo la solución perfecta - Alexander le prestó atención a la mujer solo en ese momento se dio cuenta de que estaba en bata y dicha prenda ahora estaba en el suelo, Carol estaba en Lencería ante sus ojos el cuerpo desnudo de la mujer no generó ninguna reacción en el imponente hombre - Alex déjame ayudarte, déjame liberarte cómo solo yo sé hacerlo - Carol se acercaba al hombre con un encanto seductor.

- Carol - Alexander se puso de pie y alejó a la mujer lentamente No quiero sexo y si lo  necesitará iría yo mismo por ti, déjame a solas y no refutes mi orden - Alex le señaló a la mujer la puerta, Carol aparte de levantar del suelo su bata también tenía que levantar su dignidad era la primera vez que Alex la rechazaba.

- Al momento en que la puerta se cerró Santoro se puso de pie y sacó la fotografía de Julia Montero - Cariño mío todo sería tan diferente si tu estuvieras a mi lado - Alexander acarició la fotografía, pero sabía perfectamente que ver aquella fotografía no era lo que el necesitaba. El hombre estaba luchando en contra de sus impulsos su cuerpo reclamaba la cercanía de Amara y la razón le decía a gritos que aquello no era lo correcto, la lucha interior era avasallante, pero una sonrisa peligrosa y el brillo intenso de sus ojos azules dejaban en claro que lo que venía no sería tan bueno para Amara.

- El hombre agarró su arma de fuego y salió del despacho, pero en su camino se interpuso su nana- Alex ¿A dónde vas?

- A ajustar algunos asuntos - Fue la respuesta dada por el hombre.

- No vayas muy lejos - Alexander solamente sonrió a medias ante aquellas palabras y se alejó mientras que María solamente negó con la cabeza.

-Alexander avanzó hasta detenerse en la misma puerta que lo separaba de Amara, al momento de entrar observó la pequeña figura en el suelo algo en su corazón dolió, pero rápidamente eliminó aquella sensación - ¿Está disfrutando su estadía Señora Santoro? La voz del mismo Diablo generó escalofríos en el cuerpo de Amara nada bueno la esperaba - Levántate - volvió a expresar Alex.

- Amara obedeció y cuándo lo miro dio un paso hacia atrás, los ojos del hombre tenían fuego era de ¿Odio o Deseo?