Un Matrimonio Por Conveniencia.

Lucca borracho, fuera de sí, regresa a la casa, esta consciente que bebió demasiado, sin embargo lo necesitaba, aunque ahora desea a Abi más que nunca.

La ama con locura, con desesperación, como nunca amo a otra mujer, pero sabe que tiene que dejarla ir, no quiere seguir haciéndola sufrir, se nota en sus ojos que ella está pasándola mal y tiene miedo de él.

Sin embargo, ahora lo único que importa es estar con ella, sabe que ella también lo desea, así que por más que al principio se resista, terminará aceptandolo.

Lucca entra a su habitación y observa a su esposa durmiendo plácidamente. Es tan hermosa, parece un ángel mientras duerme. Como puede, tambaleándose, producto del alcohol, se mete bajo las sábanas y se acerca a ella acariciando la. Abi despierta confundida, sin saber lo que está ocurriendo, cuando nota a Lucca está bajo las sábanas, acariciandola, lo aleja de un empujón

—¿Que rayos estas haciendo? — pregunta Abi muy enojada, fulminandolo con la mirada —ni se te ocurra volver a tocarme un pelo.

—Quiero que tengamos un hijo, Abi, quiero hacerlo para que no tengas que irte de mi lado. Yo te quiero a ti, no a Juliet —si supiera que ya esta embarazada... pero no va a decírselo, no quiere quedarse con él, por más que lo ame con locura y le de pena verlo tan devastado, en este momento.

—Las cosas no se arreglan así, Lucca tienes que hacerte cargo de Juliet, ahora.

—No la amo, Abi. Me haré cargo de mi hijo, pero yo te amo a ti—confiesa Lucca con todos sus sentimientos a flor de piel

—Lo hubieses pensado antes Lucca, ahora déjame dormir en paz y ve a darte una ducha porque tienes un olor espantoso.

—Quiero hacerte el amor, Abi como aquella noche, donde te entregaste a mi sin importar nada.

—No sabía quién eras. No sabía que eras mi futuro esposo y que estaría en una carcel por un Año.

—¿Tanto me odias, Abi?—pregunta con tristeza.

—No te odio, Lucca, simplemente qué estoy muy dolida contigo y mi corazón está sanando como puede.

—Te quiero conmigo, Abi —Lucca vuelve a acercarse, la arroja a la cama y se acuesta sobre ella.

—¿Acaso vas a abusar de mi? ¡eso es lo único que te falta para ser un cobarde! —grita Abi, forcejeando, bajo el cuerpo de Lucca.

—Jamás abusaria de ti. Vas a desearme tanto como yo te deseo.

Lucca comienza a besarla y a acariciarla por todo el cuerpo desesperadamente, sin importarle la lucha de Abi por sacárselo de encima.

—¡Ya déjame en paz, Lucca estas borracho! — grita desesperada

—Vas a ser mía, quieras o no —Abi sigue luchando y las lágrimas comienzan a caer por sus ojos mientras Lucca le rompe el camisón y comienza a tocarle los pechos y a llevarse los pezones a la boca. Ama a su esposo, pero no así, no de esa manera tan ruin—eres tan hermosa Abi-ella sigue llorando y a Lucca comienza a molestarle — deja de llorar, sabes que me deseas como yo te deseo, solo recordaremos lo que pasamos esa noche.

—¡No eres el mismo y nunca lo serás! Has lo que quieras conmigo, pero voy a odiarte por el resto de mi vida si lo haces!

—Odiame todo lo que quieras, Abi. Lo nuestro ya tiene un final y yo quiero hacerte el amor.

A Lucca no le importo nada, sin dudas producto del alcohol le hizo el amor, Abi no respondió en ningún momento, su cuerpo quedó inerte, sin movimiento, ya no quedaba nada del amor que sentía por él, ya todo había muerto en este momento, su corazón terminó de destruirse en pedazos.

Cuando su esposo terminó, se levantó, se tomó una ducha y salió de la habitación dejando a Abi llorando desesperadamente, por suerte solo quedan dos días y este tormento terminará. Nunca imagino que Lucca fuera capaz de abusar de ella.

Él se encierra en la oficina de su casa a llorar desconsoladamente, ¿cuando se había convertido en ese animal? podía echarle la culpa al alcohol, pero lastimo a Abi de la forma más cruel que se le puede lastimar a una mujer y sabe que nunca va a perdonarselo, sin embargo, ya tomo la decisión, dejara que su esposa se vaya con sus padres y se olvidara de ella para siempre.

A la mañana siguiente Abi se levanta, se da una ducha luego de vómitar y sacar todo su dolor de adentro, se pone ropa cómoda bien suelta para disimular su panza, que cada día está más grande y sale de la habitación, solo espera no encontrarse a Lucca en el comedor.

Cuando baja se encuentra con Phillip, Antoine y Lucca, hablando sobre la salud de su abuelo. Francesco había sido internado en la noche producto de un ataque al corazón

—¿Como esta el abuelo? — pregunta Abi a Phillip y a su hermano, sin mirar a Lucca, ni siquiera a los ojos.

—Buenos días, querida Abi. El abuelo esta estable, por suerte Lucca lo encontro descompensado y lo llevamos enseguida a la clinica —Abi nota que su esposo tiene los ojos llorosos, esta destruido seguramente se debe sentir culpable por lo sucedido anoche, y esta muy bien que lo sienta porque ella nunca podrá perdonarlo.

—Buenos días, Abi — saluda Lucca con cierto temor al reproche, pero sabe que ella no es así, no lo haría enfrente de todos.

—Buenos días, Lucca — él no esperaba que ella lo saludara, pero lo hizo y vio como su cara se relajo.

—Señores el desayuno está servido. Pueden pasar —comunica Marian, que se acerca a ellos. Abi no tiene hambre, pero después de tanto vómitar debe comer algo por sus bebes. Así que se sienta al lado de Phillip, lejos de Lucca, algo que llama la atención del primo Antoine.

—¿Ustedes están bien?

—¿Por qué preguntas? —manifiesta Lucca odiando a su primo.

—No lo se, pregunto por el hecho de que están separados en la mesa, no me digan que aún tengo posibilidades de quedarme con las empresas Chiaraviglio —comenta de forma divertida.

—Eres un idiota, Antoine, ¿como puedes bromear en este momento? -dice Lucca fulminandolo con la mirada.

Cuando terminan de desayunar Antoine y Philip se van a la clínica a ver a Francesco. Abi y Lucca quedan solos. Por unos minutos abunda el silencio, hasta que él decide romper el hielo.

—Gracias por preocuparte por el abuelo, el te quiere mucho.

—Yo también lo quiero a él—confiesa cortante.

—Abi yo... Tenemos que hablar de lo que sucedió anoche.

—No hay nada de que hablar, Lucca, tu mismo lo dijiste esto se terminó y lo que hiciste anoche no te lo perdonaré jamas.

—No te preocupes, Abi, yo tampoco me lo perdonaré.

—Quiero ir a ver al abuelo ¿puedes llevarme?

—Claro que si, vamos. Solo dime una cosa, ¿me odias?

—Con toda mi alma.