El Rey Arturo y su hermana de sangre, Neferet, compartieron un amor prohibido que dio origen a dos gemelas. Para ocultar su romance ilícito y evitar el castigo de sus padres, idearon un plan desesperado: Neferet se llevó a una de las niñas, mientras Arturo confió la otra a una madre adoptiva, una princesa de un reino lejano. Dieciocho años después, las gemelas han crecido en mundos separados, ignorando la existencia de la otra. Pero cuando el destino las cruza, una cadena de secretos, mentiras y traiciones sale a la luz. En El Reino de los Engaños, nada es lo que parece...
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Capítulo 19
Irina
Con mucho más atención de la que había puesto nunca quizá, me encargaba de observar a las personas con las que vivía. Seguramente mi vida iba a cambiar hoy y por la misma razón trataba de controlar mis nervios tontos.
—Irina, Rania y yo nos vamos a la fiesta —Mi madre anunció besando mi mejilla como acostumbraba, y le di un abrazo. Me había colocado la pijama pero debajo tenía un delicado y sencillo vestido de color verde.
—Es hora de que me vaya a la cama si es así —Contesté— Ojalá disfruten de la fiesta y presten atención a todo lo que suceda cerca para que me puedan contar.
—Lo hacemos cada vez y cuando —Rania acarició mi hombro, dándome una mirada de complicidad.
—Por supuesto, las quiero mucho y que disfruten de esta noche tan prometedora —Aplaudí con real emoción.
Las vi irse, esperé dos minutos y salí prestando la suficiente atención al sonido de mis pasos, que tenían que ser silenciosos obligatoriamente por mi situación actual. Mi rostro demostraba horror, de seguro.
—Qué bueno que Irina no venga a este tipo de eventos, no nos conviene para nada —Mi madre le comentó a mi madrina con tranquilidad.
—Ya sé, concuerdo.
—Me siento muy feliz por volver a ver a mi preciosa Sade, hace muchos meses que no la he visto. Debe lucir hermosa, es que ella lo ha sido invariablemente.
— ¿Cuándo pensarán casarla con algún príncipe apuesto y de buena familia?
—Presto, sin duda lo harán presto —Asintió y estuve a punto de caer por no estar concentrada, suerte que no se dieron cuenta.
—Repugno que no nos dejen elegir con quién casarnos, es horrible. Es terriblemente malo y triste que no amemos a nuestros acompañantes de vida.
—Tú y yo no tuvimos que casarnos con nadie, no tuvimos nada que lamentar —Sonrió— Aunque en mi caso fue diferente, ya sabes que se debe a lo sucedido con mi amado rey Arturo. De solo recordar, me duele el corazón..
Me detuve en seco y estuve a punto de desmayarme ¿Qué demonios tenía mi madre que ver con el famoso rey Arturo? Es por eso, según indican sus palabras fue a verlo aquel día que yo me negué en el castillo.
—Fue difícil lo imagino, cuando uno ama con sinceridad no piensa claro.Si me dejas opinar Neferet, este no es un lugar adecuado para hablar de un tema tan delicado e íntimo como lo es este —Rania le aconsejó y maldecí al saber que la hacía callar por estar yo presente— Cualquiera podría escuchar y sería trágico, sin duda.
—Nadie nos va a escuchar, así que sigamos hablando sobre el tema.
—Neferet, toma mi consejo por favor. No queremos tener ninguna consecuencia, sea esta mala o buena.
—Ay, Rania, no exageres nada corazón. Nunca nos ha escuchado nadie, eso no cambiará esta noche.
—Espero no tengas arrepentimientos.
—Ya tuve en mi vida los suficientes, ya no tendré ningún otro porque ya no cabe espacio.
—Buena reflexión, excelente de hecho.
Imaginé que mi madre sonrió, es que ella acostumbraba a realizar la misma acción la mayoría de las veces. Me fijé que estábamos por llegar al castillo y me obligué a mí misma a tomar un fuerte respiro.
—En todo caso, mis perspectivas de esta noche se resumen a ver a mi Sade de cerca y platicar con Arturo sobre nuestra Irina.
— ¿Qué tiene que ver Irina en su conversación? No se me ocurre nada —Expresó.
—Arturo desea conocer a Irina desde hace demasiado tiempo, planeaba hacerlo el día en que me dirigí al castillo cuando su familia se encontraba ausente. Ella se negó, y arruinó nuestros planes básicamente.
—Yo sé que algún día van a tener que conocerse, no sé si es adecuado que sea ahora o pronto.
—Lo único que me parece complicado es que Irina acepte entrar al castillo con el objetivo de resolver cualquier asunto con el rey.
—Mi preciosa Irina es una niña complicada, eso ya lo sabes, pero también es entendible debido a la vida que la hemos obligado a llevar. A veces me intimida un poco, todavía más si lleva ese arco con ella.
—Le fascina lanzar flechas, ya lo sabemos bien. Sin embargo, no creo que sea de cuidado.
—Irina tiene un carácter demasiado fuerte y firme, lo que se propone lo cumple. Si es que hay algo que le llama la atención, consigue una respuesta lo más rápido posible y no le importa en lo más mínimo las consecuencias que atrae.
—Oh, mira que ya hemos llegado...
—Tú sigue, Neferet, te alcanzaré en unos momentos —Rania musitó y mi madre asintió y le hizo caso.
Observé a mi madre continuar su camino sin regresar a ver atrás ni una sola vez, entró al castillo con una enorme sonrisa. Al menos no era alguien que adoraba refutar, Rania se volteó hacia mí:
—Muy bien, iré a avisarle a la reina. Tú quédate en este mismo lugar sin que ninguna persona te vea.
—Muchísimas gracias, madrina. Me has salvado la vida —Besé sus dos manos con cariño y agradecimiento.
—Haría todo eso y más por ti, querida Irina. Tú solo debes pedir y yo te ayudaré a hacerlo realidad.
—Me siento como una princesa...Este castillo es de ensueño, no sé cómo nunca he venido a verlo.
—Eres una princesa, lo eres desde el nacimiento —Sus palabras parecían ser mucho más que un simple alago, tal vez lo decía hablando con el corazón en la mano.
— ¿Por qué siento que tú no me dices eso solo por alagarme?
—Eres una princesa, eso ya ha estado escrito en tu libro de vida incluso antes de tu nacimiento. Algún día serás capaz de entenderme a la perfección, sólo sigue investigando.
—Seguiré tu consejo, mi preciada madrina Rania. Mi sed de conocer más sobre el mundo en el que vivo, las personas que me rodean e información sobre mí misma no pararán de crecer a pesar de las malas circunstancias. Seré Irina, la chica valiente y con ansias de crecer, juro que sí.