Mi Segunda Oportunidad

Al regresar a su casa, volvió la rutina, saber que estaba acompañada pero sentirse sola, el recuerdo de las marcas en el cuerpo de su esposo volvieron por lo que solo se limitó a servirle la cena y se dispuso a dormir, no tenía ánimos de estar frente a él. Recostada en su cama recordó el labial en el auto de Rafael, ¿Que más necesita para confirmar su engaño? Y dándole la espalda al hombre que está acostado a lado cerró sus ojos, ahora más que nunca va a trabajar más duro, no le va a reprochar nada, pero tampoco va a vivir con un hombre que es una farsa, mañana a primera hora va a buscar un sitio para poder poner su oficina, sí, le va a pedir a Rocío que la acompañe, finalmente las labores domésticas las hace en un par de horas junto con la comida, comida que en ocasiones el hombre con el que comparte esa casa no prueba.

Rafael sonrió para sí mismo, pero él por recordar la tarde en casa de Laura, la mujer que cree es más importante que su esposa, solo por el hecho de que lo complace en lo sexual, la mujer que incluso le enseñó a disfrutar como nadie. Por lo que una idea pasó por su cabeza

-Mariana la próxima semana va a haber una convención y mi jefe me pidió ir en su lugar

Si eso es, le dará esa excusa a la mujer que duerme a lado de él para poder llevar a su amante a la playa, a él no le gusta el mar pero por ella hace lo que sea, necesitan un fin de semana para ellos dos.

-Sí está bien

Fue todo lo que Mariana pudo decir, ¿Que caso tiene hacer preguntas? A él le sorprendió la indiferencia de su esposa, tal vez es por el tratamiento ¿Y si se siente mal? Se volteó y quiso abrazarla pero ella le estaba dando la espalda, así que se quedó con las ganas de saber cómo se había sentido.

«Tuve la esperanza de que tú alejamiento e indiferencia eran por mi enfermedad y por el estrés que te causaba mi estado de salud, pero tristemente me doy cuenta de que no es así »

Escribió en su diario, el sacar algo de su dolor le sirve para recordarse que no debe sufrir por nadie y más estando como está

Ella ya está pensando en el divorcio está comenzando con su trabajo, claro que las cosas van bien, Alicia se ha encargado de hablar bien de ella con sus conocidos por lo que ahora ya tiene más personas que confían en ella para hacer incrementar su dinero, ahora también Saúl su amigo y hermano de su psicóloga; un joven muy apuesto de mandíbula cuadrada, ojos color miel, cejas pobladas y unos labios en forma de corazón con una sonrisa que a cualquier mujer la hace derretir; él también le ha confiado su capital.

Ese día las dos mujeres aprovecharon la mañana para poder visitar algunas oficinas, ambas estaban muy emocionadas, en cada sitio que visitaban hacían planes en cómo lo iban a decorar, donde colocarían los escritorios y cómo aprovecharía cada espacio, al final se decidieron por una pequeña oficina en un edificio que se encuentra en una calle principal del centro de la ciudad, lo que más le gustó es el gran ventanal en la oficina principal, lo que le va a permitir disfrutar de una vista maravillosa. Sin pensarlo más firmó el contrato, durante la semana se encargará de buscar los muebles y todo lo necesario para su decoración.

Toda esa alegría se esfuma cada que regresa a casa, siempre sola, ya no siente ese anhelo por preparar algo delicioso para la cena, solo prepara algo que a ella se le apetezca y los más simple para su aún esposo, algo que sabe bien va a terminar comiendo ella misma el siguiente te día.

Claro que cuando Rafael le comentó a Laura sobre su viaje ella estaba que saltaba en un pie de alegría, su pequeño hijo no es impedimento para realizar el viaje, ya que sus abuelos paternos se lo llevan todos los fines de semana con ellos, ella cada vez se convence de que ese hombre se está enamorando de ella y va a hacer todo lo posible por separarlo de la moribunda, la familia de él sin ser consciente de lo que hace con sus palabras lo alejan cada vez más de Mariana y lo acercan a Laura.

Mariana trató de arreglar el equipaje para su esposo pero él se negó, ella solo sonrió, lo vio salir de casa sin darle siquiera un beso, hacía meses que ni eso merecía la chica que por su enfermedad tenía una apariencia de anciana, solo se limitó a agitar su mano para decirle adiós, un adiós que no fue correspondido por el hombre que se marchaba a gran velocidad en su auto.