Leonor una joven de corazón puro que luego de que en su primera vida le tocará experimentar las peores atrocidades, vuelve en el tiempo y jura vengarse de todos aquellos que algunas vez destruyeron su vida por completo.
Nueva historia chicas, subiré capítulo intercalando con las otras dos. Sean pacientes, la tengo que subir por qué sino se me va la idea😜😜🤪
NovelToon tiene autorización de abbylu para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
capítulo 20
Luego de que ambas madres regañaran severamente a sus hijos, estos se ducharon. Leonor, después de cambiarse, se escabulló hasta la habitación del príncipe. Cuando llegó, ingresó por la ventana y, al voltear, se encontró con Mauricio casi desnudo; solo una toalla cubría su cintura.
El joven, sin voltear, la miró por el reflejo del espejo y dijo:
—Princesa, no es correcto que esté aquí. Si llegaran a verla...
—Cállate y ven aquí. Vine a curarte. No sé si lo recuerdas o no, pero estamos vinculados, y todas tus heridas se reflejan en mí.
Mauricio volteó asombrado por ese detalle y susurró:
—Entonces, es por eso que me sentía tan adolorido...
Leonor, a pesar de haberlo escuchado, guardó silencio y esperó a que él se acercara. Luego de curar algunas de sus heridas, vio las cicatrices en su espalda y dijo:
—Si quieres, puedo eliminarlas...
—Así está bien —respondió él.
Mauricio tomó su camisa y comenzó a vestirse, luego añadió:
—¿Quieres ver cómo me visto?
Leonor, al darse cuenta de sus palabras, respondió:
—Por supuesto que no... Creo que mejor me voy.
Mauricio sonrió y luego contestó:
—Siento haber sido un idiota el otro día. No debí hablar mal de tu padre.
Leonor volteó y dijo:
—No tienes que disculparte. Yo también fui irrespetuosa. Mira, ambos nos unimos por un propósito en común. No tenemos que ser amigos, pero sí respetarnos. Tú eres mi igual, y yo soy la tuya. Ya vimos que nuestros padres tardarán en aceptar esto, así que debemos procurar que sus asuntos no nos afecten.
Mauricio la miró, y al notar que ella obviaba el acuerdo matrimonial, dijo:
—Ese no fue el motivo por el que... Olvídalo. Bien, ahora ya puedes retirarte. Necesito vestirme.
Leonor solo asintió y marchó nuevamente hacia su palacio.
***
A las afueras del imperio, en una cabaña vieja, el príncipe David se reunía con el líder de los mercenarios para hacer un encargo.
De pronto, un hombre vestido de negro ingresó y, al ver al príncipe, sonrió antes de acercarse de manera peligrosa.
—Nunca creí que fuera tan fácil acabar con una persona...
El mercenario sacó una daga de entre sus ropas e intentó atacar a David, pero este lo inmovilizó rápidamente usando su magia de manipulación. David era un excelente mago, pero solía ocultar sus habilidades, pues su madre siempre le aconsejaba no mostrar todo su potencial.
—Quieto... ¿Qué planeabas hacer?
—Por culpa de la emperatriz, mi hermano está muerto...
—No fue culpa de mi madre. La culpa es toda y nada más que de mi hermana Leonor. Es por eso que estoy aquí. La quiero muerta.
El hombre se relajó un poco, y David lo liberó de su magia para luego decir:
—No somos enemigos. Podemos seguir haciendo negocios...
—Esto es personal para mí. Aunque, de igual manera, no será barato. El príncipe bastardo de Zenda quiere algo parecido. Deberían reunirse y acordar una alianza.
—¿El hijo bastardo del emperador? Creí que estaba muerto...
—No lo está, y creo que él quiere lo mismo que usted.
—Bien, pacta una reunión con él. Espero resultados pronto. Quiero a esa perra muerta antes de la votación para heredero.
El hombre no dijo nada más y solo observó cómo David se marchaba sin mirar atrás.
***
En los días siguientes, la primera ceremonia de compromiso se llevó a cabo. Aunque Leonor y Mauricio esperaban algo más íntimo, sus padres prácticamente tiraron el palacio por la ventana. La mitad de la realeza de imperios vecinos fue invitada, y la fiesta fue de lo más extravagante.
Tanto Leonor como Mauricio hicieron una entrada triunfal, y una vez que comenzó la música, el baile dio inicio.
—Lamento todo esto. Creo que mi madre se ha emocionado un poco —dijo Leonor.
—Creo que mi madre también tiene mucho que ver. Yo seré el primero de sus hijos en casarse, y creo que soñó con esto toda su vida —respondió Mauricio.
Ella sonrió y luego agregó:
—No sé qué le ven de especial al matrimonio.
—¿Nunca soñaste con casarte y formar una familia?
Leonor guardó silencio un momento y luego contestó:
—Solo una vez, cuando aún creía que las personas eran buenas. Luego... me di cuenta de que eso no aplica para nosotros.
—¿A qué te refieres?
—Aunque queramos, las personas que siempre nos han rodeado solo buscan algo de nosotros: mejor posición, poder, dinero, o simplemente nuestro favor. Yo te busqué porque quería vivir y tomar el trono. Tú buscas no dejar tu vida de libertinaje y escapar del destino que te impusieron tus padres. Seamos sinceros: el amor, para personas como nosotros, no existe. Y si existió, ya no llegó. Tú y yo nos casaremos, y solo podemos esperar llevarnos bien.
Mauricio la miró y dijo:
—Tal vez a ti te ha pasado eso, pero yo sí he tenido mujeres en mi vida...
—Dime una que luego no haya insinuado sus intenciones de ser tu emperatriz. Hay mujeres que carecen de inteligencia y creen que, por ser la amante de turno o entregarte su pureza, ya están asegurando un puesto en el trono.
Leonor sonrió divertida, y Mauricio la miró curioso.
—¿De qué te ríes?
—Me imagino las caras de todas esas mujeres que creyeron que por ser tus amantes serían emperatriz.
Mauricio sonrió también y dijo:
—Espero que puedas con todas ellas. Es una suerte que yo no compita con nadie.
—No hubiera pedido tu ayuda de ser así. Y aunque existiera alguien, recuerda que ambos tenemos un pacto. Ya no hay marcha atrás.
De pronto, un joven emergió entre la multitud y, parándose junto a ellos, dijo:
—¿Alteza, me permite un baile?
Mauricio lo miró y, al notar que el joven no se dirigía a él, respondió:
—No. Mi prometida no bailará con nadie más que no sea conmigo esta noche.
—Príncipe Mauricio, no quiero ofenderlo, pero no le estaba preguntando a usted.
Leonor miró al joven y respondió:
—Joven duque, lamento tener que negarme a su pedido, pero si mi prometido no quiere que baile con nadie, eso haré.
Mauricio sonrió por las palabras de Leonor y, al ver cómo el joven se marchaba enojado, dijo:
—Gracias...
—Te estoy dando tu lugar como mi compañero. Espero que recuerdes darme el mío. Como dije antes, ahora somos un equipo. No tenemos que amarnos para gobernar juntos ambos imperios.
El príncipe no dijo nada más. Solo asintió. Aunque Leonor parecía una mujer fría y sin sentimientos, eso era algo que a él le agradaba. Y aunque ella aún no se diera cuenta... él estaba empezando a interesarse por ella más de lo que quisiera admitir.