Colágeno

Es sábado y por más que quiero salir no lo sé estoy cansado está semana estuvo muy fuerte y lo que falta…

Voy a la habitación de mi madre, ella está muy coqueta pintándose los labios.

—¡Wow! Que hicieron con mi mamá me la cambiaron—le digo mientras la abrazo por la cintura y le doy muchos besos.

Ella ríe, pero intenta alejarme—Suelta que vas a arruinar mi peinado y maquillaje.

—¿Para dónde pretende que vas a ir?, no recuerdo que pidieras permiso —le digo fingiendo pensar.

—Es que no te lo pedí—dice divertida.

—¿Para Dónde vas y con quién?—levanto mis cejas.

—Voy al club con katrina Joder escuchar ese nombre, me animó mucho para salir.—y no invitas madre.

—Dijiste que estabas cansado.

—Estaba madre, estaba ya me siento muy bien, con ganas de salir.

Espérame 10 min y estoy listo.

—¡Ay Rodrigo!—Me grita mientras salgo.

—! Te amo!—le digo desde afuera.

Entro a mi habitación, rápidamente elijo un pantalón, una camisa, zapatos y entro al baño, me doy un baño, luego me visto, me coloco mi colonia y estoy listo.

—Estoy listo, madre, bajo las escaleras y ruedo los ojos cuando veo a Mariana metida en un vestido, le queda muy bien, pero, no puedo decir nada, ya estoy listo para salir, ella no va a arruinar mis planes.

Tomo del brazo a mi madre y la encaminó al auto dejando a Mariana parada y sola.

—Mamá, yo manejo, porque con el chófer no vamos a caber todos.

—Está bien hijo, el chófer nos lleva a nosotras, pasamos buscando a Mila y tú puedes utilizar el otro auto, pasas por katrina por favor.

No se diga más, mi madre tan bella como siempre ayudándome sin saber.

Veo la cara de tragedia de Mariana, pero no me importa, me subí al auto y me pongo en marcha para la casa de mi reina.

Al llegar tocó la corneta varias veces, pero no sale, ¿Será que ya se fue? Me bajo del auto, pero antes que llegue a la puerta sale una muy furiosa katrina más atrás sale su exesposo.

Cuando me ve, inmediatamente cambia su expresión de uno molesto a uno de sorpresa.

—¡Rodrigo!—me dice en una leve sonrisa.

—Katrina, mi mamá me envió por ti.

—Está bien, vamos, dice antes de llamar a Fer.

La chica sale enfundada en un vestido negro muy bonito, ella es muy linda, pero Douglas la hace ver insípida.

Es más, me sorprende que vaya a salir, dudo mucho que Douglas lo sepa, si no ya la hubiera desintegrado.

Ellas se adentran en el auto sin decir una palabra, miro de reojo a José Alfredo y está que echa chispas de lo furioso.

En el auto no dice nada, Fer mucho menos ella no habla, a menos que mi amigo le dé permiso.

—¿Te hizo algo José Alfredo?—le pregunto sin parecer entrometido, ella niega.

Me quedo callado, si no quiere hablar no la puedo obligar.

—¿Tu mamá porque no vino?

—Es que en su auto no íbamos a caber todos, y me pidió que te buscará.

Ella asiente en total silencio, llegamos al club Fer mira a todos lados sorprendida, creo que nunca ha venido a un lugar de estos.

Entramos sin ningún problema.

—¿Qué quieres tomar?—le pregunto a katrina.

—Nada seguro tu mamá ya tiene algo para tomar.

Entonces comprendo Gustavo ya le daría de todo, tampoco pido nada para mí, subo de una vez con ellas.

Al llegar está mi mamá, Mariana y Gustavo con una copa en la mano.

Cuando mi madre me ve se pone nerviosa como si no supiera que andan en algo, pero me hago el tonto, llegamos y nos sentamos todos en el sofá, Gustavo se va y envía un chico con una botella de whisky, las chicas ya estaban tomando.

Estamos todos muy entretenidos conversando, Katrina está sentada frente a mí y no hago otra cosa que mirar sus labios cuando habla, joder que parezco un lobo hambriento, estoy que le brinco encima, le arrancó ese vestido que de más está decir que le queda de infarto, disimuladamente acomodo el bulto que se comenzó a notar en mi pantalón.

—Voy al baño—Dice parándose y su hermoso culo queda frente a mi cara, joder quiero darle un mordisco, ese vestido blanco Dios, jadeo por lo bajo mi instinto animal está a punto de aparecer.

Me levanto disimuladamente y me voy dando tiempo a qué ella baje para ir al baño, Mariana me mira con el ceño fruncido, pero me importa un carajo Mariana.

Bajo y me paro cerca de los baños esperando que ella baje y deseando qué lo haga sola, estoy inquieto, nervioso, el corazón me palpita de anticipación.

Estoy fijo mirando por dónde debería llegar cuando la veo venir con su sensual andar, ella no se ha dado cuenta de mi presencia, pasa por mi lado y la sigo, ella entra al baño, espero que salgan unas chicas, y entro.

Me quedo recostado en la puerta para que nadie pueda entrar, unos minutos después ella sale arreglando su vestido, jodido, vestido blanco, me tiene alucinando, dejo que se lave las manos, emprende la salida cuando me ve su rostro, es un poema.

—¿Rodrigo que haces aquí?—Cuestiona mientras se cruza de brazos.

Solo la miro, sin pensar para que pensar tanto, me acerco a ella la tomo de las manos sin dejar de mirarla—Kate no soporto más—Le digo mientras tomo su rostro entre mis manos y antes que diga algo me adueñó de sus labios.

Un beso nada romántico, cargado de todo este deseo que me está quemando, siento que en cualquier momento me va a dar un empujón, pero contrario a eso enrolla sus brazos en mi cuello, Dios mi amigo reacciona de inmediato a eso, ella también corresponde al beso con la misma intensidad, la misma pasión, camino con ella pegando a la puerta para que no entre nadie.

Ella sigue con los brazos en mi cuello, me separó de ella para mirar sus ojos, ella solo me mira un poco tímida, pero como no me rechaza aprovecho para Posar mis labios en su cuello, paso mi lengua desde la clavícula hasta llegar a su oreja dónde le susurro lo mucho que me encanta, le doy un suave mordisco en el lóbulo a lo que ella gime por lo bajo.

Dios eso me prende mucho más darme cuenta de que le gusta tanto como a mí, bajo una de mis manos hasta el borde de su vestido, por dónde acaricio la pierna cada vez un poco más, al sentir mi tacto vuelve a gemir, muero de ganas por tocar su intimidad, debe estar inundada, la sola idea de aquello me enloquece.

—Rodrigo, esto no está bien—Me susurra en los labios con la respiración entre cortada.

—Lo que no está bien es que nos aguantemos, todas estás ganas que nos tenemos.

—Rodrigo, por favor—Suplica mientras beso su cuello de una forma demandante.

—¿Por favor qué? —Le pregunto sabiendo lo que ella quiere.

Sigo subiendo mi mano nerviosamente bajo su vestido, cuando poso uno de mis dedos sobe su ropa interior, veo como cierra los ojos y suspira deliciosamente, entreabre los labios y me vuelvo a apoderar de ellos.

—Te deseo Kate, no te imaginas cuánto te deseo. —susurro en su oído mientras mi mano libre viaja hasta sus pechos, qué contrario a lo que pienso los tiene muy firmes.