Bajo El Rostro De La Violencia~

Después de que el sofá fue movido al lado de Damon, Eiran se sentó allí con elegancia, revisando su teléfono para asegurarse de no haber recibido llamadas del hospital. Su porte imponente, típico de un omega puro y dominante, no pasaba desapercibido, incluso en un ambiente tan relajado.

—Tu tiempo es solo para mí. Ya le dije eso al director del hospital—dijo Damon, con un tono seguro, como si supiera exactamente qué hacía Eiran revisando su teléfono.

Eiran dejó el dispositivo sobre la mesa de noche y le dirigió una mirada tranquila, pero cargada de autoridad. No se sorprendió por el comportamiento dominante de Damon. Sabía que los alfas solían recurrir a este tipo de tácticas para salirse con la suya, especialmente aquellos que estaban acostumbrados a controlar su entorno. Lo sabía bien porque en su propia familia aún se usaban tácticas similares. El comportamiento dominante de Damon no era muy diferente del de su hermano mayor o de su padre.

—¿Quieres que te lea un cuento? —preguntó Eiran, con una pizca de sarcasmo—. No tengo nada más que hacer aparte de cuidarte.

—No, creo que los cuentos son una tontería. En este mundo, nada termina de forma perfecta como en los cuentos. Solo crean demasiados sueños falsos para quienes los creen —respondió Damon, con seriedad.

—A veces los cuentos también ofrecen lecciones valiosas —replicó Eiran, con calma, sin dejarse intimidar.

Damon cambió de tema, como si quisiera escarbar más en la vida de Eiran.

—¿Por qué decidiste vivir lejos de tu familia? —preguntó, fijando su intensa mirada en el omega.

—Porque quiero ser independiente —respondió Eiran, cruzándose de brazos.

—Pero ellos todavía te vigilan, ¿no es así? No creo que puedas llamarlo independencia real si tu familia siempre estará ahí para rescatarte si tienes problemas —replicó Damon con una sonrisa astuta.

Eiran sonrió de lado, reconociendo que Damon había investigado todo sobre él.

—No lo niego. Mi padre nunca me permitiría vivir solo en este país sin supervisión. Pero respetan mi decisión de intentar forjar mi camino como médico sin depender del peso de nuestro apellido. Todo lo que he logrado hasta ahora ha sido gracias a mi esfuerzo —afirmó Eiran, con orgullo en su tono.

—Tu familia también me investigó. Mi historial está lo suficientemente limpio para ellos —dijo Damon con tranquilidad.

—Claro que lo hicieron. Necesitan saber quién está cerca de mí, incluyéndote a ti —contestó Eiran con franqueza.

—Entonces debo tener cuidado si no quiero que un francotirador me dispare desde lejos —bromeó Damon, tratando de aligerar el ambiente.

Eiran dejó escapar una leve risa.

—¿Quieres que te cuente una anécdota molesta de mi vida? —preguntó Eiran, inclinándose ligeramente hacia Damon, como si fuera a compartir un secreto.

—Hmm, al menos eso será más entretenido que tus sermones médicos —respondió Damon, con una sonrisa desafiante.

Eiran se acomodó mejor y comenzó a hablar con su característico tono seguro.

—Tengo un hermano mayor, y seguramente ya lo sabes. Siempre ha sido increíblemente protector conmigo. Una vez, fui a mi baile de graduación acompañado de un alfa. Mi hermano me escoltó con cuatro guardaespaldas. Estuvieron vigilándome como halcones mientras bailábamos. Mi pareja se puso tan nervioso que olvidó todos los pasos del baile al sentir sus miradas —narró Eiran, con un deje de diversión en su voz.

Hizo una pausa para observar la reacción de Damon antes de continuar.

—¿Y sabes qué pasó al final? Mi amigo pisó mi traje y ambos terminamos cayendo en medio de la pista de baile. —Eiran sonrió, recordando el elegante traje azul con bordados negros que había llevado esa noche, una obra maestra que había captado todas las miradas—. Mi hermano culpó al chico, lo sacó del edificio, y desde ese momento, ningún otro se atrevió a acercarse a mí.

Eiran dejó escapar una pequeña risa irónica al recordar aquel episodio.

—No quiero imaginar lo que pasará si algún día tiene una pareja o un hijo. Seguramente ellos sufrirán mucho por lo posesivo que es —agregó, pensando en su hermano, que ahora vivía en el extranjero.

Damon escuchaba atentamente, fascinado por la manera en que Eiran relataba la historia. Había algo en su tono y en la forma en que se expresaba que lo mantenía completamente atrapado. No solo era un omega puro; era una fuerza en sí mismo, alguien que no se dejaba intimidar fácilmente.

—Yo tengo el valor de acercarme a ti, y también de enfrentarme a tu hermano si eso es lo que tengo que hacer para estar contigo —dijo Damon, con determinación en su voz.

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