La miro, estupefacto. Se ve tan hermosa con esa bata blanca, y la blancura de la habitación contrasta con su hermoso cuerpo latino que me enloquece. Siento que estoy soñando, pero se ve muy real. Cuando ella nota mi mirada, me quedo helado. La mirada que me daba antes era de amor... ahora es como si estuviera viendo a su peor enemigo.
—Por tu culpa mi vida se jodió —me dice, con la voz llena de rencor.
—No, Morgan, nena, yo traté de salvarte, te amo. Fui lo más sincero que pude contigo a pesar de lo que pasó con Madison —le respondo, desesperado.
—Por tu culpa estoy así.
—No, sabes que no es verdad —le insisto.
—Sí, estoy muerta por tu culpa. Solo tú tienes la culpa por haber entrado en mi vida. ¡TE ODIO! —me grita con todas sus fuerzas.
Trato de acercarme para abrazarla, pero cuando al fin la tengo entre mis brazos, se deshace, como si fuera de humo.
Me despierto sobresaltado, empapado en sudor. Mi respiración está agitada y siento mis mejillas mojadas por las lágrimas
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Capitulo: 18
CALEB.
Después de decir eso, veo cómo Madisson se acerca a mí.
—Madisson, ¿qué haces?
—Oh, yo... Lo siento, creo que iré a dormir —responde.
Se levanta apresuradamente y se pierde entre las habitaciones.
Suelto un gran suspiro y camino a mi habitación. Me dirijo a mi baño, me desnudo y me meto a la ducha. Me doy un baño rápido y me voy a la cama. Miro el techo, y mis ojos se van cerrando poco a poco.
Horas después, me levanto a causa del gran escándalo que hay en la casa. Cuando abro los ojos, me incorporo en la cama y me doy cuenta de que la puerta de mi habitación está abierta.
Como puedo, camino a la sala de estar y me encuentro con que hay demasiados hombres vestidos de negro y armados dando vueltas por toda la casa mientras instalan cámaras.
—¿Qué mierda está pasando aquí? —pregunto, confundido.
—Buenos días, hermano. ¿Quieres desayunar? —dice Connor, con una sonrisa.
—Claro, solo iré a darme una buena ducha —respondo.
Camino de regreso a mi habitación, y cuando paso por la de Sofía, me doy cuenta de que la puerta está entreabierta. No le doy importancia y sigo caminando. Cuando voy a llegar a mi habitación, me encuentro con la sorpresa de que Sofía está saliendo de ella.
—¿Qué hacías en mi habitación? —le pregunto, con el ceño fruncido.
—Ah, yo... te estaba buscando. Creo que aún tenemos algo de qué hablar —responde, con nerviosismo.
—Okey, vayamos a tu habitación entonces —le digo.
Ella solo asiente y pasa por un lado de mí. La observo con detenimiento y creo que apenas me doy cuenta de que no es nada fea, ni mucho menos tiene un cuerpo feo. Diablos, en qué estoy pensando. Ni siquiera ha pasado medio año de la muerte de Morgan, y yo ya estoy pensando en el buen cuerpo de Sofía.
Cuando llegamos a su habitación, me indica que entre y me siento en la cama.
—¿Y? —le pregunto, con impaciencia.
Ella me mira, dudosa, y traga saliva.
—Caleb, yo no sé qué pensar de ti... bueno, de lo que hiciste con Morgan, es decir, la traicionaste con su hermana... pero a pesar de eso, estás sufriendo por su muerte. Y yo también estoy sufriendo por la muerte de mis padres, así que quería proponerte que nos utilizáramos mutuamente, para así salir de esto.
Pienso en lo que dice, y creo que tiene razón, pero no quisiera llegar a sentir algo por ella. Para mí, la única que puede existir es Morgan, a pesar de que ya no esté conmigo. Pero pondré todo de mi parte para que esto funcione, y si termino sintiendo algo por ella, espero no herirla como hice con Morgan.
—Está bien, hagámoslo —le digo.
Ella sonríe abiertamente y me observa enternecida. Esa mirada la conozco a la perfección. Más de una vez la miré en Morgan, y sé que probablemente ella ya sienta algo por mí. Y cuánto lo siento, Sofía, pero no te puedo corresponder... solo puedo usarte para estar mejor.
Veo cómo mira mis labios, y sé perfectamente que lo que quiere es besarme. Así que, queriendo concederle su deseo, me voy acercando lentamente a ella.
Rozamos los labios apenas un ligero roce, y ella suspira.
—¿Quieres que te bese? —le pregunto.
—Sí —susurra.
—¿Sí qué, Sofía?
—Q... quiero que me beses.
Y sin más, le doy un beso feroz y hambriento. Ella me empuja hasta dejarme acostado en la cama y se sube arriba de mí. En todo el proceso, no deja de besarme. Siento cómo la erección comienza a hacerse presente, y creo que ella también, ya que gime.
—Mierda... —susurro.
—Necesito que te detengas, o yo no podré hacerlo, nena —le digo, con voz ronca.
—No quiero que lo hagas —responde, sin detenerse.
Sigue moviéndose encima de mí. La tomo de la cadera para cambiar de posición y así yo estar arriba de ella. Comienzo a quitarme la playera, para después lanzarme a sus labios otra vez. Le quito la blusa y, cuando estoy decidido a quitarle el sostén, la puerta se abre, haciendo que nos alejemos rápidamente.
—Sof... Mierda —dice Madisson.
Madisson nos mira con cara de decepción y enojo. Siento como si la que me estuviera mirando en este momento fuera Morgan y no ella.
—Morgan, yo lo lamento, en serio. Solo fue un momento de debilidad.
—¿Cómo la llamaste, Caleb? —me pregunta Sofía.
Miro a Sofía, confundido, y cuando pienso bien en todo lo que dije, entiendo su pregunta y la cara de tristeza de Madisson.
—¡Me llamaste Morgan. Encima de casi acostarte con esta aparecida, me llamas por el nombre de mi hermana, quién está muerta y sufrió mucho por nuestra culpa! —grita Madisson.
—Madisson, creo que deberías calmarte —le digo, tratando de tranquilizarla.
—¡Y una mierda! —dice con la voz quebrada.
Cuando me voy a acercar a ella, por detrás de su espalda llega Connor con una mirada de pocos amigos al ver a Sofía sin blusa y a mí sin playera.
—Siempre la misma mierda, Caleb —dice Connor, con voz de decepción.