Un matrimonio entre amigos. ¿Qué podría salir mal?
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Capítulo 18 - La Primera Actuación
Al día siguiente
Marcus no había perdido el tiempo. A las diez de la mañana, Valerie y Sebastián ya estaban en su primer "evento público" como pareja enamorada: un brunch benéfico en el club de campo más exclusivo de la ciudad, donde sabía que habría fotógrafos "discretos" y influencers de la alta sociedad.
-Recuerden- les había dicho Marcus esa mañana durante su "sesión de preparación", -no exageren. Los gestos pequeños e íntimos son más convincentes que las grandes demostraciones. Una mano en la espalda, miradas prolongadas, sonrisas genuinas cuando hablan entre ustedes.
Ahora, parados frente al espejo del auto antes de entrar, Valerie ajustaba su vestido floral mientras Sebastián se arreglaba la corbata.
-¿Lista?- preguntó él.
-Lista- respondió ella, pero había nervios en su voz. -¿Tú?
-Supongo que lo descubriremos- Sebastián le ofreció su brazo. -Vamos a darles un espectáculo.
El momento en que entraron al club, Valerie sintió todas las miradas dirigirse hacia ellos. Conversaciones que se pausaban discretamente, teléfonos que se levantaban sutilmente para fotos, susurros que corrían como ondas por el lugar.
-Sonríe- murmuró Sebastián, acercándose más a ella. -Como si acabara de decirte algo encantador.
Valerie se rió suavemente, y para su sorpresa, la risa salió natural. -¿Eso fue encantador? Porque sonaste más como un director dando instrucciones.
-Mejor- dijo Sebastián, y esta vez su sonrisa también fue genuina. -Así es más real.
Se acercaron al anfitrión del evento, Lord Hamilton, quien los recibió con una sonrisa demasiado entusiasta.
-¡Los Cross! ¡La pareja del momento!- exclamó. -Todo el mundo está hablando de ustedes dos.
-Lord Hamilton- Sebastián estrechó su mano mientras mantenía la otra en la espalda baja de Valerie, un gesto que ella sintió más intensamente de lo que había esperado. -Gracias por invitarnos.
-Por supuesto, por supuesto- Lord Hamilton prácticamente brillaba. -Valerie, querida, debes contarnos: ¿cómo es estar casada con el soltero más codiciado que ya no es soltero?
Valerie sintió a Sebastián tensarse ligeramente junto a ella, pero mantuvo su sonrisa perfecta. -Es... perfecto- dijo, mirando a Sebastián como si fuera lo más maravilloso del mundo. -Sebastián me sorprende todos los días.
-¿En serio?- Sebastián la miró con curiosidad genuina mezclada con la actuación. -¿Cómo?
Por un momento, Valerie se quedó en blanco. No había planeado para esta parte de la conversación. Pero entonces, algo genuino salió de ella:
-Con pequeñas cosas- dijo suavemente, y había algo real en su voz. -Como... como recordar que no me gusta el café demasiado fuerte en las mañanas. O notar cuando he tenido un día difícil sin que tenga que decírselo.
Sebastián la miró con sorpresa. Esas cosas eran ciertas - él había notado esos detalles sobre ella, aunque nunca había pensado en ellos como gestos románticos.
-Y ella- Sebastián encontró su voz, mirándola como si la estuviera viendo por primera vez, -hace que nuestra casa se sienta como un hogar real. No solo un lugar donde vivo, sino donde... pertenezco.
Esta vez fue Valerie quien lo miró con sorpresa. Tampoco había esperado que él dijera algo tan personal y real.
Lord Hamilton prácticamente se derritió. -¡Qué hermoso! ¡Pueden ver por qué todo el mundo está fascinado con su historia de amor!
Durante las siguientes dos horas, navegaron el evento juntos con creciente facilidad. La actuación se volvía más natural con cada interacción. Sebastián descubrió que realmente disfrutaba hacer reír a Valerie, especialmente cuando su risa era genuina y no la que usaba para eventos sociales. Valerie se encontró relajándose contra él cuando posaban para fotos, notando cómo su presencia la tranquilizaba en lugar de tensarla.
-Mira- murmuró Sebastián mientras estaban en el buffet, fingiendo decidir entre opciones de ensalada. -A las tres en punto. Esa mujer con el vestido rojo nos ha estado fotografiando discretamente durante los últimos veinte minutos.
Valerie se acercó más a él para ver discretamente. -Oh, esa es Miranda Walsh. Tiene uno de los blogs de sociedad más leídos del país.
-¿Deberíamos darle algo bueno?- sugirió Sebastián con una sonrisa traviesa.
-¿Qué tienes en mente?
Sebastián se acercó más, hasta que sus labios estuvieran cerca de su oído. A cualquiera observando les parecería un momento íntimo entre esposos.
-Hay una mancha de mermelada en tu mejilla- murmuró, y antes de que ella pudiera reaccionar, levantó su mano y gentilmente la limpió con su pulgar.
Fue un gesto simple, íntimo, completamente natural. Pero el efecto en Valerie fue inmediato y confuso. Sintió su corazón acelerar y sus mejillas enrojecer genuinamente.
-Ahí está- dijo Sebastián suavemente, pero no apartó su mano inmediatamente. Se quedó ahí por un momento extra, mirándola como si hubiera olvidado que estaban actuando.
-Gracias- murmuró Valerie, y su voz salió más ronca de lo que había pretendido.
Miranda Walsh definitivamente había capturado el momento. De hecho, la mitad del brunch los estaba observando con expresiones de "aww".
Después del evento, en el auto de vuelta a casa, ambos estaban inusualmente callados.
-Creo que fue bien- dijo finalmente Sebastián.
-Sí- concordó Valerie. -La gente parecía... convencida.
-Tú fuiste muy natural- comentó él. -Lo que dijiste sobre las pequeñas cosas... ¿era verdad?
Valerie lo miró de reojo. -Sí. Había notado esas cosas, aunque no había pensado en mencionarlas antes.
-Y lo que yo dije sobre sentirme como en casa...
-¿También era verdad?
Sebastián asintió lentamente. -Sorprendentemente, sí.
Se quedaron en silencio el resto del camino, ambos procesando la realización de que tal vez la línea entre actuación y realidad no era tan clara como habían pensado.
Esa noche, Valerie se acostó pensando en el momento cuando Sebastián había limpiado la mermelada de su mejilla. Había sido parte de la actuación, se recordó a sí misma. Pero su corazón no había recibido el memo.
Y en su habitación al final del pasillo, Sebastián se quedó despierto recordando la expresión en el rostro de Valerie cuando la había tocado, y preguntándose cuándo había dejado de sentirse como actuación y había comenzado a sentirse como algo que genuinamente quería hacer.