Anna Lía nunca tuvo suerte en el amor, su vida no fue lo que esperaba, pero con su hija la historia no se repite, sino que empeora. Será que nunca serán felices?
Es una novela acerca de la violencia de género y la desaparición forzada de personas.
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El primer amor
Unos pocos meses pasaron, mi Paloma se desenvolvía bien en la escuela y estaba contenta. Ya tenía muchos amigos y varios pretendientes, pero ninguno le había gustado realmente. El chico que vi el primer día tampoco quitaba el dedo del renglón. Ulises era su nombre. Al final del primer semestre y con ese pretexto organizaron una fiesta, y algunas compañeras fueron acompañadas por sus novios o sus hermanos, fue donde conoció a Germán, era hermano de una de sus compañeras y un poco más grande que ellas. Creo que se enamoraron a primera vista, él comenzó a rondarla en la universidad, ya que él también estaba estudiando ahí, después la acompañaba a la casa, la ayudaba con sus deberes, en fin, se fue metiendo hasta que se hicieron novios, yo no me opuse pensando que era un buen chico por lo que se veía. Conocimos a su familia y nos llevamos bien. Yo estaba ya trabajando en un hospital y a veces tenía que doblar turnos y las rotaciones. A veces me tocaba trabajar de noche y me preocupaba dejarla sola, aunque no tan sola, una señora ya grande que vivía sola en el departamento de al lado le daba sus vueltas, era una viejita a la que sus hijos poco visitaba y que a mí me inspiraba mucha ternura. Chelita, yo le ayudaba en algunas tareas pesadas qué ya no podía hacer y ella siempre estaba al pendiente de Paloma. Seguido también comía con nosotros, primero no quería y entonces yo le llevaba la comida en topers, pero después con más confianza aceptó. Gracias a ella aprendí a cocinar los platillos típicos de allá, que por cierto son muy ricos.
La relación de Paloma y Germán iba bien, sin apresurarse, yo siempre le decía a Paloma que tenían que terminar la carrera antes de pensar en casarse, y ella me decía que así planeaba hacerlo, esperar a que él terminará, se establecerá como profesión insta y que ella terminará también y comenzará a trabajar antes de poder casarse, ella soñaba con casarse por todas las de la ley, de blanco y con una hermosa fusta en la que estuvieran solo las personas cercanas. Yo también soñaba con eso, aunque a mí no me importaba el vestido ni la fiesta, sino verla feliz y al lado de un buen hombre, yo sufrí al no saber escoger un buen hombre y no quería que la historia se repitiera, ya la había sobre protegido de chica y ahora la tenía que ir soltando poco a poco para qué volara lejos de mí.
Ulises continuaba cerca de ella, supuestamente se había conformado con ser su amigo, uno incondicional, se llevaba bien con Germán aparentemente e incluso cuando este no podía acompañar a casa a Paloma él se ofrecía.
Yo no sabía mucho de Ulises, solo que su familia era extraña, que no lo querían mucho y que solo un tío le daba trabajo después de clases para ayudarlo. Focos rojos a los que no le dimos importancia, tampoco su desempeño académico era el mejor, debía materias que había reprobado y siempre estaba al límite de faltas. Pero bueno, uno piensa que al no tener el apoyo y cariño de su familia esto no era lo deseado pero era normal.
La hermana de Germán llamada Julia, paso a ser una amiga muy buena para Paloma, y siempre le dijo que la protegería hasta de su hermano de ser preciso. En fin, esa época fue buena y tranquila para mi hija.
Yo por el contrario no tenía nada de tranquilidad, el hospital era una verdadera locura, nunca había trabajado bajo tanta presión, siempre estábamos de prisa y terminábamos muy cansados, sobre todo en los turnos de día. Por las noches era más tranquilo, solo las rondas normales a los pacientes y algunos servicios de urgencias, no había más cirugías que las cesarias de emergencia y como yo estaba más bien enfocada en partos, casi nunca participaba en ellas. Había compañeros muy amables, otros reservados y algunos más coquetos. Yo solo quería pasar rápido la guardia y me afanaba en la atención de los pacientes, no me gustaba recibir galanterias ni tener trato más que profesional con ningún hombre. Ya había entendido que el amor no era para mi.
Como quería que mi hija tuviera las herramientas para poder tomar mejores decisiones de las que yo había tomado en mi juventud, le agendé una cita con una ginecóloga, no con una del hospital donde trabajaba, sino con una que me había recomendado una compañera pero que yo no conocía. Quería darle privacidad para que confiara en ella. Hay cosas como la sexualidad qué no confiamos a nuestros padres y es mejor que tengan a un experto al cual acudir.
La acompañe a la cita pero me quedé en la recepción y elle entró sola con la doctora. Esperaba que llegado el momento de iniciar su vida sexual pudiera decidir cuando embarazarse, que lo planearan bien.