Rendra logró ingresar a la facultad de medicina gracias a una beca. En la universidad, era menospreciado por ser pobre y tener un aspecto simple. A menudo, incluso era víctima de acoso.
Pero detrás de todo eso, Rendra era un verdadero genio. Con apenas 22 años, ya había memorizado la anatomía humana y complejos manuales de cirugía. Lo más sorprendente: sabía aplicar con precisión todo lo que había aprendido.
Por su brillantez, alguien le ofreció un trabajo poco común: ser médico en un burdel. Allí, atendía a trabajadoras sexuales, adictos, personas apuñaladas o baleadas, y mucho más.
Pero todo se complica cuando, por accidente, Rendra cruza su camino con un temido jefe mafioso…
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Capítulo 17
Eran las ocho y media de la mañana. Vino se despertó. Ahora estaba en una habitación de hotel con Audy.
Después de una larga noche en el club, todo siempre terminaba en una habitación de hotel. Al menos, así era la rutina de Vino cuando iba al club.
Vino miró a un lado. A su lado, Audy ya estaba despierta. La chica estaba ocupada con su móvil.
Vino entonces cogió su móvil. Su atención se centró de inmediato en un mensaje de Ian. Vino abrió el mensaje, pudiendo ver la foto de Rendra allí.
—Este es el chico al que tienes que acercarte. —Vino le mostró la foto de Rendra a Audy.
—¿Eh? —Audy pareció sorprendida. Frunció el ceño. Cogió el móvil de Vino para poder ver la foto con más claridad.
—¿Por qué? ¿Lo conoces? ¿No me digas que alguna vez fue cliente tuyo? —Vino intentó adivinar.
—No. Lo conozco porque, que yo sepa, ¡su madre trabaja en el burdel donde yo trabajo! —reveló Audy—. Ah, sí. Acabo de recibir la noticia de que su casa...
—¡Se quemó! Yo también lo sé —interrumpió Vino—. Pues mejor que ya lo conozcas —continuó.
Audy pareció dudar. Estaba perpleja, como si algo la perturbara. En realidad, Audy sentía lástima por Rendra, recordando que sabía cómo era la situación económica de aquel chico. Para Audy, Rendra era incluso un buen chico. No tenía corazón para hundir a un chico tan bueno como Rendra.
—¿Por qué esa cara? ¡¿Tienes alguna objeción?! —espetó Vino.
—¿Puedes decirme la razón por la que quieres fastidiar a Rendra? ¿Qué te ha hecho él? —preguntó Audy.
—Ese tipo ha pisoteado mi orgullo. ¡Quiero que lo expulsen de la universidad! —respondió Vino.
—¿Qué? ¿Expulsado de la universidad? —Audy se sorprendió muchísimo. Ella misma sabía cuánto había luchado Rendra para ser médico. Audy también sabía que el chico realmente tenía talento para la medicina.
—¡Lo único que tienes que hacer es seducirlo hasta que caiga en la trampa! —dijo Vino.
Audy se quedó en silencio. Estaba confundida. La empatía y sus propios deseos luchaban en su interior. Sentía empatía por Rendra, pero, por otro lado, Audy también albergaba anhelos sobre sus sueños.
Audy siempre había soñado con dejar de ser prostituta y llevar una vida normal. Sentía que eso podría suceder si conseguía mucho dinero. A decir verdad, la oferta de Vino era como un soplo de aire fresco para ella.
Vino se levantó de la cama. Entró en el baño, dejando a Audy aún sumida en sus pensamientos.
…***…
Rendra estaba ahora ocupado con sus tareas como médico interno en el hospital. Estaba anotando el diagnóstico de un nuevo paciente del Doctor Reza.
Cuando llegó el Doctor Reza, invitó a todos los médicos internos a acompañarlo en la ronda de visitas a los pacientes hospitalizados.
En ese momento, Rendra estaba más callado de lo habitual. Dejó que Davina respondiera a todas las preguntas del Doctor Reza.
Mucha gente se extrañó por la actitud de Rendra ese día. El joven también parecía sombrío.
Poco después, llegó la hora del almuerzo. Rendra fue a la cafetería a comer. Como de costumbre, comía solo porque no tenía amigos.
Rendra se había sentido triste todo el día. Sentía que tenía que hacer algo, porque no podía seguir viviendo de prestado en el burdel indefinidamente. Rendra se sentía cada vez más inquieto al ver su apretado horario como médico interno. Debido a ese horario, le resultaría difícil encontrar otro trabajo.
Inesperadamente, alguien se acercó y decidió sentarse en la misma mesa que Rendra. No era otra que Davina. Rendra frunció el ceño al ver la actitud inusual de la chica.
—¿Hoy has estado callado a propósito por mí? Si es así, ¡mejor! Espero que sigas callado para siempre —concluyó Davina con arrogancia.