La Diabla

Nicolai manejaba y me veía por el espejo retrovisor, yo venía con Jasha atrás y un amigo más venía de acompañante

—¿Te acuerdas de algo?—pregunta J— ¿Por qué quieres ir al hospital?

— No me acuerdo de nada, fui al baño, vi a Omar, un pasillo y de ahí todo es negro, vamos al hospital por una prueba de violación, que me confirmen si tuve sexo con él, también quiero análisis de sangre, con dos copas no puedo sentirme mal, creo que me drogó— Concluí rápidamente.

Todos me miraron, pero no dijeron nada y siguieron en lo que hacían.

Al llegar pasé por pruebas de todo tipo y me vieron dos ginecólogos para no tener prueba errónea. Desgraciadamente, las pruebas arrojaron un Afrodisíaco dopante, el cual facilita a que el cuerpo se duerma pero sea fácil de manejar, estuve inconsciente pero mi cuerpo no tuvo ningún tipo de dolor cuando me violó, y efectivamente tuve relaciones con alguien. En ese momento lo supe, estaba muy segura que Omar fue el que lo hizo. Aprovechó la única oportunidad y sin dudas la usó.

Estaba callada, sólo escuchaba como los chicos querían matar a Omar, y mi cabeza pensó en que esa era la única opción de mi tranquilidad.

—Nico ¿me prestas el auto?— pedí

Jamás llamé así a Nicolai, por lo que me miraron los siete chicos a la vez.

—Rubí, ¿para qué quieres el auto? —indaga él—No puedes manejar, lo acaba de decir el médico, dime a donde ir y te llevo.

Lo que haya dicho el médico no lo escuché, me sumergí en mi mundo.

—Iré a tu casa, quiero descansar, no escuché lo que dijo pero no quiero hablar, lo haremos después.— dije con los ojos llorosos.

No respondieron nada más, Nicolai, Jasha y yo subimos al auto y fuimos a la mansión, el resto de los chicos me dieron su apoyo y se fueron, no querían agobiarme y lo agradecí en mi interior.

A penas llegué, les hice creer que estaba bien e hice todo para que me dejaran tranquila, cené con ellos, me duché y ellos pasaron a darme las buenas noches como si fuera su hermanita pequeña, no lloré, no pude y tampoco quería.

A las 4 de la mañana, mientras todos dormian, robé el auto de Nicolai, fui al hotel, di una suma de dinero y vi las cámaras, incluso las de dentro de la Habitación, vi y escuché todo lo que dijo.

Di un poco más de plata y gracias a la tarjeta de crédito, me dieron su número telefónico. Sin dudar un segundo lo llamé.

— Hola, ¿quién habla?— respondió Omar.

—soy el amor de tu vida, ¿podemos vernos?— dije con asco, pero fingiendo ternura

— Claro que sí, Rubí, siempre te veré a ti— contestó

Me dió la dirección y cuando iba en camino, hice una parada.

Nunca había gastado tanta plata como lo hacía este día. Llegué a la pequeña casa, y él estaba muy tranquilo.

—Llegaste, amor— me recibió

—¿Por qué lo hiciste?— pregunté directa

—La pregunta es ¿por qué no hacerlo? —dijo burlón—siempre te amé y te deseé, me casé, te liberé y me arrepentí. Me divorcié porque la estúpida no aguantaba que dijera tu nombre durante el acto sexual, tampoco aguantó que te buscará tanto.— me dió tanto asco que solo actué sin pensar en nada.

Omar no pudo decir una palabra mas, fue mi segundo cadáver, le pegué un tiro en la frente, el arma tenía un silenciador porque esa fue mi parada rápida.

Ese fue el dinero que tanto gasté, no tanto por la compra, sino por la venta ilegal, no quería registrarla, la quería usar en el acto sin esperar protocolos. Agarré el cuerpo y como pude, lo metí al auto.