La Santa Guerrera

Kael apretó las manos y siguió ayudando a Laila.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, pero no le avergonzaba el hecho de tener esas pequeñas cicatrices, por qué no era su cuerpo y no había necesidad tampoco de explicar.

Kael se volteó, Laila se puso la blusa y exprimió su cabello.

"Gracias por ayudarme, si no s tardamos más tal vez se preocupen" mencionó Laila enviando la mirada de Kael.

Que embarazoso tener que pedirle que me ayude con las vendas, ¿y qué fue ese toque de antes? ¿¡Acaso planea matarme de la vergüenza!?

"No hay por qué, normalmente te ayuda alguien?" La miró disimuladamente.

"Ah sí, Mina" Sonrió recordandolo.

~Mientras tanto en la casa Mc'allens, una semana había pasado.~

"Papá, tenemos que mandar a un mensajero para que le avisé a Laila" Habló Dan, la perfecta copia del Marqués, ojos azules y cabello rojizo, con 20 años de edad.

Zack era el mayor y quién más ignoraba a Laila, nunca mostró interés por ella, guiado por su madrastra. Quién le susurraba al oído que por culpa de ella, su madre ya no estaba, pues murió dando a luz.

"Ella está ocupada" meneó la mano en negación.

"No nos has dicho dónde está, acaso huyó?" Zack recargado en uno de los barrotes que sostenían la parte de enfrente de la cama, preguntó desinteresado.

"No digas idioteces" Lo regañó Dan, molestó por como siempre trataba a Laila.

"Dejen de discutir, su hermana no huyó, está... "Tosió y luego suspiró "En la guerra con los bandidos que está a cargo del Duque Besthat."

Ambos abrieron los ojos sorprendidos, Laila no tenía experiencia en nada de guerras y mientras uno preocupado por qué no le pasará nada, otro pensaba incrédulo que tal vez ya estaría muerta.

Tratar con bandidos no era fácil y menos cuando demonios estaban de sus lados.

"Papá, ¿por qué lo permitiste?" Preguntó Dan preocupado, si, era él quien rogaba que Laila estuviera bien.

"Oh, ¿no lo supiste cariño?" Habló Madame Sonia entrando por la puerta. El cuarto se llenó de presión tensa y preocupada.

"¿A qué se refiere, Madame Sonia?" Zack era el único que la llamaba "madre" y Laila solo lo hacía cuando Sonia la tenía indefensa.

Todos la miraron y ella miró al Marqués que también la miraba advirtiéndole que no mencionara nada.

"Su padre tiene mucho que hablar con ustedes, será mejor que me retire" Zack la acompañó y cuando ella salió, cerró la puerta.

El marqués suspiró, y luego miró a sus dos hijos, quienes lo miraban ansiosos por un respuesta.

"Vi entrenar a su hermana, no solo yo, todos la vieron. "Lo miraron confundidos y el marqués se sobó las sienes, volviendo a hablar. "Ella cambió, la niña débil que ustedes conocían ya no está, si la hubieran visto ese día... sabrían que se ha vuelto un prodigio de la espada o mejor dicho espadas" enfatizó la palabra.

"¿Ella maneja..?" El marqués asintió.

"Ella sabe manejar las dos espadas como si fueran agua, tiene una monstruosa fuerza y tiene una gran habilidad de puntería, su velocidad también es muchísima." Alabó el marqués con una sonrisa.

"¡Ja! no bromees padre" Zack se burló.

"Tú lo verás por ti mismo, incluso creo que es mejor que tú." Le advirtió burlón.

Zack era el mayor con un año de diferencia con Dan, ninguno estaba casado por qué no tenía la intención y el marqués nunca los obligó a nada, siempre estuvieron bien económicamente y no necesitaron hacer ningún matrimonio político para beneficiarse.

Zack era un prodigio de la espada, todos hablaban en que el sería el nuevo capitán de los Caballeros imperiales, con 21 años de edad.

No soportaría el hecho de que Laila sea mejor que él y lo comprobaría una vez que llegara laila.

"¡Apostemos!" Gritó emocionado el marqués.

Pareces un niño, padre.

Bufó Zack.

"Bien" Asintió Dan "Apostaré a qué Laila es mejor que Zack"

Mientras Zack miraba la ventana irritado, Dan y el Marqués estaban apostando como niños pequeños.