Una vez existió un pasado donde, de alguna manera, ella fue la villana de todo el imperio. Merecía morir en aquella guillotina. Sin embargo, ¿por qué recordaba ahora su vida pasada? Lo que era peor, había regresado en el tiempo, antes de que Kristina Laurent cavara su propia tumba.
Si de verdad había regresado, lo juraba. Juraba que, en esta vida, no volvería a ser la villana.
NovelToon tiene autorización de Cami_ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 16: El Despertar
En mi primera vida, él fue mi único amigo y una de las pocas personas que me fue a visitar al calabozo. Aunque poco a poco nos fuimos distanciando cuando me fui enamorando cada vez más del príncipe, y él, reuniéndose más con su prometida, la primera princesa.
Llegué frente al duque, él me observó levemente antes de abrir la caja de terciopelo en donde se encontraba mi ámbar.
Con mucho cuidado lo sacó.
Frente a mí apareció una joya pequeña y reluciente, de un color celeste vibrante, parecida a un diamante.
¿Es este mi ámbar? Debía ser así, después de todo, salió de una caja de terciopelo qué tenía bordado el nombre Kristina en él.
—Kristina Laurent, hoy, bajo el amparo de una antigua tradición, se te concede la protección total del ámbar. La fuerza ancestral de esta gema, a partir de este instante, velará por tu bienestar, te resguardará de las sombras y te iluminará el camino.
Cuando el duque terminó de hablar, baje la vista, y extendí mis dos manos hacia él con solemnidad y un poco de emoción.
Sentí un toque frío en las palmas de mis manos, que pronto se intensificó por todo mi cuerpo, era como una tormenta que esperaba ser liberada, pinchando pedazos de mi alma.
Por un breve momento quise lanzarla lo más lejos posible de mí, pero me contuve, esperando aquel brillo. No obstante, no ocurrió.
Levanté la mirada un poco confundida, mantuve la vista en el ámbar que no brillaba nada, pese a que sentía correr el sudor frío por mi cuerpo, no pensaba moverme hasta que brillara un poco.
Quizás no fui la única que lo pensó, observé al público que me miraba con atención, seguramente, preguntándose sobre por qué no brillaba.
Pasó alrededor de un minuto sin sentir movimiento del ámbar, claro, aparte del dolor infernal en mi cuerpo que se intensificaba con furia.
Al ver las ceñas que me hacía el duque con su ceja, indicándome que me moviera hacia el pilar, lo entendí. Ya había pasado el tiempo suficiente como para que el ámbar brillara.
El mío no brilló.
Con cierto pesar, tanto físico como mental, caminé hacia el pilar con desgana. Me posicioné frente aquel pilar que brillaba como el oro.
Extendí con dificultad mi mano derecha, logrando que el pilar y el ámbar se tocaran.
—Actívate —pronuncié de entre mis dientes, soportando un grito que amenazaba por salir.
De repente, el ámbar celeste, aparentemente muerto, brilló levemente, causando que lo acercara a mis ojos para comprobar que lo que veía era cierto.
Efectivamente, estaba brillando levemente, sin embargo, de un momento a otro, soltó un brillo que me cegó los ojos.
Solo podía escuchar los murmullos de las demás personas, ya que no me atrevía a volver a abrir los ojos mientras este brillaba.
Al cabo de unos minutos, el ámbar se fue apagando. Aunque era un poco incómodo mirarlo durante tanto tiempo, ya que tenía el brillo de un rayo de sol.
Caminé hacia Eylin, cediendo espacio para que Vicent realizara la ceremonia mientras acomodaba el ámbar en el collar.
A medida que caminaba sentía cada vez más tambaleantes mis pasos y mis manos se congelaban poco a poco.
—Hermana, no tenía idea de que esas joyas brillaban tanto —dijo con los ojos fijos en el ámbar.
—Yo tampoco —admití con dificultad.
No entiendo por qué me siento tan extraña y adolorida.
Repentinamente, sentí mi corazón temblar, y con ello, los latidos de mi corazón se alborotaron, para luego volver a la normalidad, logrando que esa extraña sensación cesara levemente.
¿Qué me sucede? Pesé a preguntar aquello, mis manos no dejaban de temblar y mi cuerpo también.
—Hermana, ¿estás bien? —Eylin preguntó preocupada.
Sin embargo, yo no tenía la intención de advertir sobre mis extraños síntomas; al menos no por el momento, ¿cómo podría arruinar la ceremonia de Vicent?
Fijé mi mirada en él, quien ya caminaba hacia el pilar con un ámbar similar al mío, solo que un poco más opaco.
—Claro que estoy bien —forcé mi voz a salir.
Pesé a ello, mi estado empeoró, mi respiración se desordenó, de tal manera que pensé, por unos segundos, que ya no podía respirar.
De repente, como un torbellino, tuve la necesidad de escupir el líquido qué subía por mi garganta y descansaba en mi boca.
De alguna manera, soporté la incomodidad y me la tragué.
—Hermana, te ves muy mal —Eylin tocó suavemente mi hombro, con evidente ansiedad por mi estado.
El toque de Eylin causó que mi cuerpo reaccionara instintivamente y se sacudiera con ferocidad antes de que escupiera una bocanada de sangre.
—¡Hermana! —Eylin gritó, llamando la atención de los presentes.
Al asegurarme de que Vicent ya había realizado la ceremonia completa, dejé que mi cuerpo sufriera esta reacción con calma.
Mi visión se volvió borrosa mientras caía.
Antes de cerrar completamente los ojos pude ver la preocupación de los duques y Vicent, corriendo hacia mí.
—¡Kristina!
Escuché el grito de ansiedad de Derek antes de perder la consciencia.
.................................
—Celestine, ya dije que mi gente y yo, te seguiremos a las periferias del continente —Víctor, el protagonista masculino de una de mis novelas, habló.
—Lo agradezco —dijo aquella mujer con rasgos elegantes— pero, este es problema de mi gente y mío. No necesito que me sigas.
La mujer, cuya cabellera, anaranjada como el atardecer más bello, lisa y larga; y cuyos ojos eran como las esmeraldas más bellas, se negó ante sus palabras con frialdad.
—Celestine —dijo, sosteniendo su mano— acepté que jamás podrías estar conmigo, ¿no puedes tu aceptar mi petición?
Ella frunció los labios, un tanto acomplejada.
—Bien —cedió— pero no debes dejar que ella se entere de que tú y tu gente están siguiéndome, no quiero implicar a nadie más.
Los ojos dorados del hombre se iluminaron a simple vista.
—Sí, nadie sabrá de esto, Celestine.
La mujer sonrió levemente.
—Víctor, promete que, pese a que ella nos encuentre, no interferirás en nuestros problemas —indicó con seriedad.
Él apretó los labios, negándose a hablar.
Ella le dio una mirada de compresión, para luego continuar: —Sé que te preocupas, por mí, y lo agradezco, pero este problema es solamente mío, no quiero que seas tú el que esté en riesgo.
—¡Su alteza, acaba de llegar un mensaje de los elfos que envió! —gritó un elfo corriendo hacia ellos— la reina de los elfos oscuros planea aniquilarnos esta misma noche.
La expresión de la mujer se volvió fría y solemne, y como consecuencia, la del hombre también.
La novela surgió un día mientras leía una historia en NovelToon, plagada de errores ortográficos y gramaticales. Pensé: "¿Por qué no escribo una yo, que tenga menos errores?". Lo hice sin mucha planificación, lo que provocó que la historia perdiera sentido, incluso para mí. Al releerla, me desanimaron las incoherencias, el mundo poco desarrollado y los personajes innecesarios que complicaron la trama hasta el punto de que ni siquiera yo recordaba quién era quién.