DILEMAS DE UN CORAZÓN ADOLESCENTE

Por un momento siento miedo al estar aquí sola con él, pero el miedo desaparece así como llegó.

Quería ver si estabas bien...

Ríe genuinamente, esa risa ronca que me encanta.

— Bien, con una maldita emoción que me provocaste pero supongo que bien, responde mientras se recuesta en la pared y mis ojos curiosos se dirigen a la parte que mencionó.

— No es lo que quería hacer, respondo nerviosa.

— ¿Qué querías hacer entonces, Ece? Porque con esos movimientos es justo lo que parecía que querías hacer.

Yo...creo que mejor me voy, digo aun más nerviosa.

—¿Miedo?, responde él

—¿Por qué debería tenerlo?, respondo

La verdad es que la intriga de lo que puede pasar corre por mis venas.

— Porque es un lugar oscuro, solo. Yo tengo unas enormes ganas de hacer cosas contigo y tú solo aumentas la tentación, responde él mirando a los ojos.

Abro los ojos, asombrada. Él abre una puerta que está a su lado y me toma de un brazo, llevándome con él.

Quedo en shock por lo que no me muevo ni omito ninguna fuerza.

¿Lo ven? Aquí en éste bar nocturno pasan miles de cosas. Hasta lo que pensé que nunca podría pasar.

Al parecer entramos en una pequeña habitación que parece ser del conserje, el lugar no tiene iluminación y todo es negro, él cierra con seguro.

¿Qué se supone que hará? ¿besarme? ¿hacerme el am***?

Me estremezco cuando sus manos se posan en mi cuello.

— ¿Qué demonios quieres de mí, Ece Belmonte?, susurra haciendo que mi corazón se acelere.

Aparta mi cabello suavemente y lo coloca a un lado. Comienza a besar mi cuello lentamente, sus besos húmedos quizá me estén haciendo perder la razón. No es la primera vez que deseo que me tome entre sus brazos y me bese, pero si es la primera vez que hay posibilidades de que sí pase. Es lo que siempre he deseado, sólo un beso, uno que me haga asegurarme de que él es realmente lo que necesito.

Sube sus besos por mi cuello llegando a la mandíbula, pómulos, pero nunca la boca, cosa que se me hace extraño.

—Si no me detienes quizá no pare, susurra en mi oído de manera coqueta.

—Pídeme que me detenga y lo haré..., dice con una leve agitación en su voz.

Su mano se posa en medio de mis muslos y comienzan a subir lentamente hacia mi entrepierna.

Creo entrar en pánico, ¿esta será mi primera vez?.

En ese momento despierto y recuerdo todo lo que he pasado por él, recuerdo donde estoy y los planes que hice cuando fuese a perder mi virginidad. Recuerdo que sería doloroso perder la virginidad con un hombre que no te ama, solo te desea, además recuerdo que para escaparme de el en la mañana dije que tenía novio y debo sostener esa mentira por lo menos por un tiempo prudente que será donde me ganaré su corazón.

Detengo sus besos desenfrenados, dándome cuenta de que esto está mal.

—¿Quieres parar?, pregunta sacando su mano de donde la tenía.

— ¿Sabes que es lo único que siempre quise de ti?

—No lo sé, responde él.

—¿Qué quieres de mí? Pregunta.

Un beso, pero no cualquier beso pues ya he obtenido muchos de ti. Deseo un beso tuyo de amor, no de deseo, ni de placer, solo amor. Bésame y hazme cambiar de opinión con respecto a los chicos como tú, respondo.

Ríe con cinismo.

—¿Amor y chicos como yo? Eso no existe.

No eres un Dios que controla lo sentimientos, tú sientes, y me amarás, respondo, orgullosa de decirlo. No sé si sea sencillo cumplir lo que digo pero sí, eso espero, que me llegue a amar.

—No soy un Dios, Ece, pero te aseguro que sé cómo controlarme y como controlar a todas las chicas, estás loca por mí y no lo puedes negar, responde con una sonrisa burlona.

No soy como esas chicas

—Ah no... ¿y tú novio Ece? ¿ Porque me pides besos de amor y y que te ame si lo tienes a él? ¿que haces aquí conmigo? Me he acostado con muchas chicas que dicen ser especiales y están siendo infieles conmigo¿no es lo mismo que estás haciendo tú ahora?Aunque en tu defensa los de ellas si eran reales, dice saliendo del lugar, escapando y dejando todo a la mitad.

Mis ojos se cristalizan, acumulando lágrimas que pronto escapan de mis ojos lo bueno es que alcance a entrar en los baños. Me siento triste y frustrada.

De inmediato me desanimo y quiero volver a casa mientras lloro en los baños.

Respiro, limpio mis lágrimas y dejo de llorar.

Me digo a mi misma que todo fue por mí. Porque es cierto, debo valorarme, ser más de lo que Lian espera. Todo lo que hice fue para bien, porque eso significa que sí me quiero a mí misma, aunque sea solo un poco.

Y ahí me dejó, más caliente y triste que nunca.

Todo es culpa de Roger, pero esto no se queda así.

Me arreglo el maquillaje para poder salir del baño. No quiero que nadie se de cuenta de que estuve llorando y menos de que estoy a punto de derrumbarme.