La Maldición De Los Dickens

Hoy viajé junto con Harry para asistir al gran evento, mientras que Jackson se disculpó con la pareja por no poder asistir debido a asuntos importantes, y Liam llegaría ese mismo día de la boda ya que tenía un juicio.

Harry y yo llegamos juntos, pero tomamos caminos distintos hacia nuestros respectivos hoteles, donde nos hospedaríamos por tres días. Yo me quedé con mi madre, pero al intentar abrir la puerta de su casa, fui sorprendido por sus inusuales preguntas.

“¿Conociste a una chica aquí?” preguntó mi madre con un tono curioso y directo apenas abrí la puerta.

“¿Fue cuando vinieron a cerrar el trato?” añadió, con una expresión que mezclaba sorpresa y anticipación.

“¿Quién es mi futura nuera?” preguntó finalmente, haciendo que me quedara perplejo por un momento.

“¿De qué hablas?” respondí, confundido y tratando de entender a qué se refería con todas esas preguntas.

“No te hagas el desentendido, quiero conocer a mi nieto” respondió mi madre con determinación, sus palabras resonando con una mezcla de insistencia.

“En verdad no sé de qué hablas” dije, intentando aclarar la confusión mientras buscaba entender la situación.

“No te hagas” replicó con ojos fríos, su tono dejando claro que esperaba una respuesta clara y honesta.

“Es en serio, no sé de qué me hablas” insistí, sintiéndome cada vez más desconcertado por la conversación tan repentina y aparentemente cargada de expectativas que no comprendía.

“Calculando la edad del niño, debe tener tres años, los mismos años en los que tú y tu padre vinieron a cerrar un trato aquí. Y conociéndote, no creo que hayas dejado pasar una oportunidad para conocer a una chica” dijo mi madre, caminando de un lado a otro por la habitación, su mano en la barbilla mientras reflexionaba.

“Así que dime, ¿dónde está mi nuera y mi nieto? ¿Cómo es posible que los hayas abandonado a su suerte? Yo no te eduqué así, Christopher” añadió, su voz cargada de decepción y preocupación.

Me quedé sin palabras ante sus acusaciones. No sabía cómo explicarle que no tenía idea de lo que estaba hablando.

“Mama, si hace casi tres años conocí a una chica que me drogo y tuve relaciones con ella, pero no es la única chica virgen que se ha entregado a mí, así que no le di importancia porque la maldición me ha perseguido toda mi vida.” Respondí

“No seas dramático Christopher” dijo mi madre en tono burló.

“Lo importante aquí es encontrarla” añadió, cambiando su enfoque hacia la búsqueda de respuestas sobre el supuesto niño del que había mencionado antes.

“Quiero saber el nombre de esa chica para poder buscarla, sin importar lo que cueste. La encontraré, aunque tenga que buscar debajo de las piedras” declaró con determinación, mostrando su firmeza en resolver el misterio que la preocupaba.

“No lo recuerdo, estaba drogado” contesté.

“Haz memoria, si no quieres que se lo diga a tu abuela” insistió ella, utilizando a la abuela como amenaza para motivarme a recordar.

"Está bien, te lo diré cuando lo recuerde” cedí, sintiendo la presión de satisfacer su curiosidad, pero primero cuéntame cómo conociste a ese dichoso niño” dije observándola, antes de contarme parte de mi intimidad.

“Un día, salí a comprar unas cosas en un supermercado de aquí. Mientras esperaba en la fila para pagar, vi cómo un niño pequeño corría hacia adelante con una bolsa de frituras. Su energía y curiosidad me recordaron a ti cuando eras joven.

De repente, se acercó a un hombre y este lo cargó en brazos. Cuando el niño volteó hacia donde yo estaba, me quedé impactada al ver que el niño tenía tus mismas facciones; tus mismos ojos, aunque su cabello era negro.

Inmediatamente después de pagar, salí apresuradamente detrás de ellos, sintiendo una mezcla de emociones: nostalgia, sorpresa y curiosidad. Quería alcanzarlos, tal vez encontrar una respuesta a esta extraña coincidencia. Sin embargo, a pesar de mis esfuerzos, no logré alcanzarlos. El hombre y el niño desaparecieron antes de que pudiera llegar a ellos.” Dijo ella.

“Madre, ¿el calor de aquí no te hizo daño?” pregunté, intentando romper la tensión del momento.

“¡NO!” respondió bruscamente, rechazando mi preocupación con un gesto de desdén.

“Son alucinaciones tuyas” añadí.

“¡Cómo rayos voy a tener un hijo, si la maldición es cierta, eh!”.

“No quiero excusas, Christopher. Quiero que me des respuestas” demandó, su tono ahora más serio y directo.

“No me siento cómodo contándote estas cosas. Son asuntos privados, míos. Además, no creo que te sirva de mucho, porque ese dichoso niño no es mi hijo” respondí, tratando de mantener mi postura.

“Mandé a dibujarlo con las características que firmemente recuerdo y lo comparé con una foto tuya. Son idénticos, no cabe duda de que son padre e hijo” insistió mi madre.

“Juzga tú mismo” dijo mi madre, entregándome una foto mía y el dibujo del niño. Observé detenidamente ambos antes de responder.

“Cierto, se parece a mí. Mamá, parece que tengo un hijo” admití, sintiendo un torbellino de emociones ante la revelación.

“Entonces, ¿me vas a decir su nombre?” preguntó expectante.

“Tenía un nombre raro, Aquezami, creo” respondí, tratando de recordar los detalles que habían surgido en medio del caos emocional.

“¿Aquezami? “repitió, con incredulidad en su voz, procesando la nueva información.

“Te acabo de decir que tiene nombre raro, me dijo que se llamaba Aquezami o Aquezaly. En ese entonces estaba estudiando y ese día había terminado con su novio” respondí, sintiendo la presión.

Mi madre tomó sus cosas y me miró con una mezcla de sorpresa y preocupación.

“¿En dónde ocurrió?” preguntó, buscando entender mejor la situación.

“Lo hicimos en un cuarto de un bar llamado "The Carley"” respondí, notando cómo sus ojos se ensombrecían con cada palabra.

“¿A dónde vas?” preguntó, anticipando mi reacción.

“Buscaré a mi amiga para que me ayude a conseguir pistas sobre mi nuera y mi nieto” dijo decididamente mi madre.

“Pero ¿y la boda?” respondí, preocupado por el impacto que esto podría tener en los planes familiares.

“Solo encontraré ese bar. Cuando la boda termine, continuaré con mi búsqueda exhaustiva” dijo mientras cerraba la puerta tras de sí, dejándome con un nudo en la garganta y la incertidumbre creciendo en mi interior.

A Liam se le ocurrió llegar el mismo día de la boda y apenas tuvo tiempo para arreglarse. Se veía un poco desaliñado, pero su sonrisa era contagiosa.

“No cabe duda de que los cuatro son muy guapos” dice mi madre, observándonos a Harry, Liam y a mí con orgullo maternal.

“¿Cuatro?” pregunta Harry, frunciendo el ceño ante su comentario.

“Sí, y Jackson. Aunque no esté aquí, también es muy guapo” responde ella con una sonrisa cómplice, mientras ajusta mi corbata rápidamente.

“Ya vámonos, que vamos a llegar tarde” digo apresuradamente, emocionado por el evento.

Salimos del hotel con rapidez y nos subimos al auto.

“Oigan, me acaba de caer una gota” dice Liam, mirando hacia el cielo nublado.

“Dios mío, ya a llover” exclama mi madre.

“Hasta el cielo llora como yo, por la boda de Sashi” comenta Harry con humor, tratando de aliviar la tensión mientras encendemos el auto y nos dirigimos al lugar del evento.

En el camino, aprovechamos para bromear y recordar anécdotas de nuestra infancia con Sashi.

Finalmente llegamos al lugar y saludamos a Sashi, quien nos recibe con una sonrisa radiante y un vestido que resalta su belleza natural.

“Qué hermosa estás hoy” le digo sinceramente.

“Qué bonita” añade Liam, asintiendo en acuerdo.

“Ese vestido te queda perfecto, Sashi” comenta Harry con admiración, mientras la abraza con cariño.

“Soy yo o el vestido está más grande que nuestra Sashi” bromeo Harry, intentando hacer reír a todos con un comentario ligero.

“Broma” aclara Harry rápidamente, mientras nos tomamos una foto juntos, capturando el momento especial antes de la ceremonia.

Pudimos probar algunos platos típicos de la región y los mariachis desde el comienzo de la ceremonia comenzaron a armonizar la celebración con su música alegre y festiva. Las fotografías no dejaban de aparecer y mi madre estaba encantada con cada detalle de la decoración y la atmósfera del lugar.

El rancho de los Echeverría resultó ser impresionantemente grande y bien cuidado, proporcionando un escenario perfecto para una boda tan importante como la de Sashi. Nos sentimos emocionados y felices de estar allí para compartir este día tan especial con ella.