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DINASTÍA: Reinas Perdidas.

DINASTÍA: Reinas Perdidas.

Status: En proceso
Genre:Venganza / Época / Superpoder / Reencuentro / Secretos de la alta sociedad / Batalla por el trono
Popularitas:2.4k
Nilai: 5
nombre de autor: KeliindA RojanO C.

Hace dieciocho años, el reino de Eldoria fue consumido por la traición y la guerra. En medio del caos, mientras el Rey Gustavo luchaba una batalla perdida contra su ambiciosa hermanastra, la Reina Roxana se vio obligada a huir. Con el corazón roto y un adiós desgarrador a su amado, confió el futuro de su linaje a tres pequeñas vidas: sus hijas trillizas, recién nacidas y destinadas a heredar el trono.

Hoy, esas princesas viven una existencia humilde y oculta bajo los nombres de Nyx, Ignis y Luna. Tras la reciente pérdida de su madre, estas jóvenes campesinas se enfrentan solas a la dureza de la vida, sin saber que la sangre real corre por sus venas ni que cada una posee un don mágico latente: el control de las Sombras, el Fuego y la luz, respectivamente.

Pero el destino tiene otros planes. La llegada de un misterioso anciano, portador de secretos ancestrales y verdades olvidadas, irrumpirá en sus vidas, desvelando la usurpación de su reino y profecías...

NovelToon tiene autorización de KeliindA RojanO C. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

El plan del cuervo

POV CORVUS

La aprobación de mi madre era un peso, pero también un impulso. Salí de la sala del trono, mi figura se envolvía en la familiar oscuridad de mi capucha, pero ahora, con un propósito más definido, y más peligroso.

Me dirigí hacia las cámaras más profundas de nuestra fortaleza, donde Morwen, la tejedora de sombras, habitaba. El aire aquí era aún más cargado, con el olor a hierbas antiguas y a magia latente.

Al llegar a su estancia, la encontré rodeada de hilos etéreos que parecían tejer la propia penumbra. Morwen, con sus ojos que brillaban como estrellas atrapadas en ámbar, me observó con una sonrisa enigmática.

—Corvus. La matriarca me ha informado todo. Tu audacia es digna de nuestra estirpe—

Su voz era suave, melódica, pero con un trasfondo de poder innegable. Me acerqué, sintiendo la energía que emanaba de ella, una energía que prometía ocultar, transformar, y proteger—

—Morwen. Mi madre ha confiado en mí para esta misión. Necesito el velo que me permita caminar entre la luz sin ser descubierto—

Señaló un tapiz intrincado que colgaba en una pared, hecho de hilos tan oscuros que parecían absorber la luz. —El camino que eliges es traicionero, joven cuervo. La luz tiene ojos que ven más allá de lo superficial, aunque a menudo se ciegan a sí mismos. Pero el conocimiento es un arma poderosa, y la ignorancia, su mayor aliado—

Se acercó a mí, y sentí una brisa helada que no provenía del exterior, sino de su propia esencia. Levantó una mano, y en su palma, un pequeño cristal oscuro que comenzó a brillar con una luz interna, pulsante y fría.

—Esto es un fragmento de la noche más profunda, imbuido con la esencia del olvido. Cuando lo sostengas, tu apariencia se volverá... maleable. No te convertirás en otro, sino que te ocultarás tras una imagen que ellos deseen ver. Tu identidad se desdibujará, se volverá confusa, incluso para ti mismo si no te mantienes firme—

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda, no de miedo, sino de anticipación. El cristal era frío al tacto, pero al sostenerlo, una oleada de energía recorrió mi brazo, extendiéndose por todo mi ser. Era como si miles de hilos invisibles se estuvieran tejiendo alrededor de mi forma, reconfigurando mi esencia misma.

—¿Cómo funcionará? ¿Qué verán?—

—Verán lo que esperan ver, Corvus. Un guerrero más. Un alma afligida. Un rostro que se adapta a sus prejuicios y esperanzas. Tu verdadera forma, tu linaje, quedarán velados por un manto de sugestión. Pero debes recordar, Corvus, que este velo es frágil. Cualquier desliz, cualquier momento de duda, cualquier acto que contradiga la imagen que proyectas, podría rasgarlo—

Cerré los ojos, concentrándome en la sensación. Era como si mi propia imagen se estuviera volviendo fluida, como la tinta que se disuelve en el agua. Podía sentir la resistencia de mi propia identidad, la fuerza de mi linaje, luchando contra la influencia externa. Era una batalla silenciosa dentro de mí.

—Me mantendré firme. Mi propósito es claro—

—Bien. Ahora, cuando te encuentres con ellos, sostén este cristal en tu mano. Permite que su poder fluya a través de ti. Y cuando te pregunten quién eres, responde con la verdad que ellos deseen oír—

Sentí que Morwen colocaba algo más en mi otra mano. Era un pequeño amuleto, frío y liso, con un símbolo grabado que no reconocí de inmediato, pero que sentí que resonaba con la oscuridad de mi hogar.

—Este amuleto te servirá como ancla. Cuando sientas que el velo se debilita, o que tu propia identidad se desvanece, apriétalo. Te recordará quién eres. No permitas que la luz te consuma, Corvus. Eres un agente de la noche—

Asentí, sintiendo la dualidad de la misión. Por un lado, la audacia de infiltrarme, de engañar. Por otro, la necesidad de mantener mi verdadera esencia oculta, de no perderme en el proceso.

—Que la oscuridad sea tu guía, Corvus. Y que tu astucia sea tu espada. Ahora ve. El tiempo apremia, y la luz espera ser engañada—

Me di la vuelta, con el cristal pulsando en mi mano, y el amuleto seguro en mi bolsillo. Sentía el cambio, una sutil alteración en cómo el mundo me percibía, incluso antes de salir de la fortaleza. Era como si las sombras a mi alrededor se hubieran vuelto más densas, más protectoras. Estaba listo. El camino hacia la caverna y más allá, se abría ante mí.

Con el amuleto de ancla firmemente en mi bolsillo y el cristal de ocultación en mi mano, me adentré en el territorio. El aire se volvía más denso, cargado con el hedor a sangre y la cacofonía de la batalla. El rugido de las bestias y los gritos de los guerreros resonaban en la distancia, en una sinfonía de caos que me guiaba. Me aseguré de que el cristal estuviera bien sujeto, sintiendo su fría energía, y me concentré en la imagen que Morwen me había dicho que proyectara: la de un guerrero solitario, buscando un propósito, y un lugar.

Al acercarme a la fuente del fragor, la escena se desplegó ante mí. Guerreros, con armaduras desgastadas y rostros curtidos por la lucha, se defendían con fiereza contra criaturas monstruosas que parecían sacadas de las pesadillas más oscuras. Eran rápidos, brutales, y la marea de la batalla parecía inclinarse peligrosamente en su contra. Vi a un guerrero, un hombre corpulento con una gran hacha, ser acorralado por dos bestias de garras afiladas. No había tiempo que perder.

Sin dudarlo, activé el hechizo. Apreté el cristal, sintiendo cómo mi propia forma se volvía maleable bajo su influencia. Mi rostro se transformó, mi armadura, aunque ya oscura, adquirió un aspecto más común, menos distintivo. Me convertí en uno más de ellos, un rostro anónimo en medio de la carnicería.

Con un grito de guerra que no era del todo mío, pero que sonaba convincente, me lancé al combate. Mi espada, antes un arma de sigilo, se movía con una ferocidad calculada. Esquivé las garras de una bestia y la atravesé con un golpe certero, sintiendo la resistencia de su piel escamosa. Luego, me giré para enfrentar a la segunda, bloqueando un ataque salvaje y respondiendo con un corte rápido que la hizo retroceder.

Los guerreros a mi alrededor me miraron con sorpresa, pero la urgencia de la batalla no les dejó tiempo para preguntas. Me uní a la defensa, moviéndome con una agilidad que parecía innata, pero que en realidad era el resultado de un entrenamiento riguroso y una comprensión profunda de la estrategia. Cada golpe, cada parada, estaba diseñado no solo para matar a las bestias, sino para proyectar la imagen de un aliado competente, alguien que luchaba por la misma causa.

Pude sentir las miradas sobre mí, evaluándome. Algunos, con gratitud; otros, con cautela. Pero mi enfoque estaba en la batalla, en mantener la ilusión. Ayudé a flanquear a las criaturas, a cubrir las espaldas de mis nuevos "compañeros", a ser una fuerza de apoyo que no esperaban. La marea comenzó a cambiar. Con mi ayuda, y la renovada determinación de los guerreros, las bestias fueron abatidas una a una, hasta que el campo de batalla quedó en silencio, solo interrumpido por el jadeo de los supervivientes y el crujir de la armadura dañada.

Cuando la última bestia cayó, un guerrero corpulento, el mismo que había estado en peligro al principio, se acercó a mí. Su rostro estaba cubierto de sudor y sangre, pero sus ojos brillaban con una mezcla de alivio y curiosidad.

—¡Por los dioses! No te había visto antes. ¿Quién eres, forastero? Y más importante, ¿por qué te lanzaste al peligro sin dudarlo?—

Me miró fijamente, su mirada penetrante intentaba descifrar mi verdadera identidad. Sentí el leve picor del hechizo, la necesidad de aferrarme a la imagen proyectada. Apreté disimuladamente el amuleto en mi bolsillo, recordando quién era.

Hablé con una voz que intentaba sonar cansada pero firme. —Mi nombre... no importa ahora. Solo sé que no podía quedarme de brazos cruzados mientras veía a gente valiente luchar y morir. Busco un lugar donde mis habilidades sean necesarias. Un lugar donde pueda... pertenecer—

Le ofrecí una leve sonrisa, esperando que mi expresión transmitiera sinceridad y un anhelo genuino...

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Anonymous
Es una historia fantástica
Anonymous
Espero que actualices pronto, una excelente historia
Kelinda R.C: Hola, gracias por tu apoyo... claro que sí, ya me encuentro editando los siguientes capítulos. 🫶
total 1 replies
ortiz
me encanta, ella es mi personaje favorito 🥰
ortiz
está muy buena. me gusta como inicio 👏
Isabel...
Whau, que emocionante ... me gusta
Albany Garcia
actualice pronto porfavor 🙏🏼
Kelinda R.C: hola, gracias por el apoyo... la novela apenas la cree hoy, me alegra que te guste... estoy creando los siguientes capítulos pero espero que sepas que no los puedo subir todos hoy, tengo otras novelas que actualizar ☺️🫶
total 1 replies
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