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En Blanco

En Blanco

Status: En proceso
Genre:Romance / Yaoi / Pérdida de memoria / Traiciones y engaños / La Vida Después del Adiós
Popularitas:703
Nilai: 5
nombre de autor: Marianitta

Cuando Aiden despierta en una cama de hospital sin recordar quién es, lo único que le dicen es que ha vuelto a su hogar: una isla remota, un padre que apenas reconoce, una vida que no siente como suya. Su memoria está en blanco, pero su cuerpo guarda una verdad que nadie quiere que recuerde.

NovelToon tiene autorización de Marianitta para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

El Silencio Bajo el Agua

La lluvia había cesado en Wharekura, pero la humedad persistía como una segunda piel. Las calles empedradas olían a sal y a madera vieja, y un viento lento rozaba las persianas cerradas.

Aiden caminaba hacia el mercado sin prisa, con las manos en los bolsillos y una sensación vaga de que el aire estaba distinto, como si hubiera algo en suspensión que él no lograba ver.

Desde hacía unos días, Thomas parecía más… cuidadoso.

No en el sentido cariñoso, sino calculador.

Sus palabras eran medidas, sus órdenes más suaves pero con un filo invisible.

-No vayas hoy al puerto, no hay nada que ver ahí-, le había dicho aquella mañana, sirviéndole café. El tono fue ligero, pero la mirada de acero lo dejó sin argumentos.

En el mercado, las conversaciones se apagaban apenas Aiden pasaba cerca.

No era un silencio completo, sino una especie de murmullo que se tragaba a sí mismo, dejando flotando la sensación de que su nombre había estado en alguna frase segundos antes.

—Buenos días —saludó a Marla, la vendedora de frutas.

Ella sonrió, pero su sonrisa no llegó a los ojos.

—Hoy no tengo lo que buscas, Aiden. Tal vez mañana.

Era extraño. Él nunca iba al mercado por algo en específico, pero la respuesta sonaba más como un cierre de puerta que como una disculpa.

...

En la ciudad, Leo estaba sentado frente a una mesa larga y fría en la oficina de su abogado.

Los documentos se extendían como un mar de hojas que parecían ahogarlo. La demanda estaba ya formalmente interpuesta: “Negligencia médica con resultado de muerte”.

El abogado, un hombre de traje gris y voz monótona, le leía los pasos a seguir. Pero Leo apenas podía escuchar. Todo lo que oía era un latido persistente en sus oídos y el eco de la voz de Aiden, una voz que ya no estaba seguro de recordar con exactitud.

En la esquina de la mesa, su teléfono vibró. Una notificación de un correo. El remitente era desconocido. El asunto: “Wharekura”.

No lo abrió. No todavía. No delante de su abogado. El simple hecho de ver el nombre de la isla le apretó el pecho como una mano invisible.

...

En la isla, Aiden decidió no ir directo a casa. En cambio, tomó un desvío por un camino estrecho que bordeaba las casas viejas. Desde allí podía ver, a lo lejos, el muelle vacío. Algo dentro de él quería caminar hasta allí, pero recordó el tono de Thomas esa mañana y se detuvo.

Cuando por fin llegó a casa, encontró a su padre en la mesa del comedor, con un sobre blanco frente a él. Thomas se apresuró a guardarlo en un cajón cuando lo vio entrar.

—Llegaste temprano.

—No había mucho que hacer.

—Mejor así. Tenemos cosas que preparar.

Aiden frunció el ceño.

—¿Preparar para qué?

—Ya lo sabrás.

El silencio que siguió fue espeso, como si las paredes mismas retuvieran las palabras que no se decían.

..

En la ciudad, Leo salió de la oficina y caminó bajo un cielo gris que amenazaba tormenta. Entró en una cafetería y, sentado junto a la ventana, abrió el correo.

No había texto, solo una imagen: una fotografía borrosa, tomada desde lejos, de una figura en la playa. El rostro no se distinguía, pero la postura… esa postura encorvada, las manos en los bolsillos… era Aiden.

Leo cerró los ojos. Sentía un impulso feroz de tomar el primer barco hacia Wharekura, pero la realidad lo anclaba: si salía ahora, el caso podría empeorar y perderlo todo. Sin embargo, quedarse lo estaba matando lentamente.

Esa noche, Aiden no pudo dormir. Escuchaba a su padre hablar en voz baja por teléfono en la sala, frases cortas que apenas se filtraban por la puerta: -Sí… pronto… no, no habrá problema… que esté listo para entonces-

Se levantó y se dirigió a su espacio artístico, buscando refugio.

Allí, la humedad había manchado las paredes, pero sus obras recientes lo observaban desde las sombras: paisajes oscuros, figuras sin rostro, mares agitados.

Sin darse cuenta, había usado siempre los mismos tonos azules que en sus sueños parecían estar ligados a algo… o a alguien.

Tomó un pincel y empezó a trazar líneas rápidas, sin pensar. Cuando se detuvo, frente a él había una silueta de espaldas, mirando un horizonte que no se veía.

Al amanecer, Thomas estaba de pie junto a la mesa del comedor. Sobre ella, otra vez, el sobre blanco. Esta vez, abierto. Dentro, Aiden alcanzó a ver un boleto de ferry.

—¿Vas a viajar? —preguntó.

—Nos vamos a mudar. Es lo mejor para ti.

Aiden sintió un frío extraño recorrerle la espalda, pero no dijo nada.

En la ciudad, Leo guardó el teléfono en el bolsillo, sin borrar la imagen. Afuera, comenzó a llover.

El sobre abierto sobre la mesa en Wharekura y, a kilómetros de distancia, la fotografía en el bolsillo de Leo. Dos señales opuestas, un mismo destino acercándose como una marea lenta pero inevitable.

1
Maru Sevilla
/Frown/
Maru Sevilla
El capitulo está interesante /Smile/
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