Odet y Dafne se conocen desde niñas, siempre fueron amigas hasta que cada una tomó su camino. Después de muchos años volvieron a encontrarse. Esta es una historia basada en hechos reales, los nombres y los personajes fueron creados para dar vida a esta historia. No todo lo que se escribe pasó de verdad. Sin embargo, algunas cosas sí pasaron.
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Se acerca el 14 de febrero
Cuando llegaron a su casa, Odette se fue llorando a su cuarto.
Al pasar a un lado de su hermano este le preguntó: ¿qué te pasa hermana?, ¿por qué lloras?
Discúlpame, hermano, ahora no tengo ganas de hablar y se fue corriendo a su cuarto.
¿Qué pasó, papá?, ¿por qué Odette vino llorando? ¿Ya se acabó la graduación? Es muy temprano, dijo Alberto, el hermano de Odette.
No te preocupes, no pasa nada.
A Odette no le dolía tanto el dinero que había gastado para su graduación, lo que más le dolía en ese instante era el haberse ido así sin despedirse de sus amigas ni de Azael.
Muy en el fondo ella hubiera deseado darle la dirección y el teléfono a sus amigas y sobre todo a Azael, pero, en cambio, ya no los iba a volver a ver.
Esa noche lloró mucho hasta que el sueño la venció.
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Después del día de la graduación Odette no volvió a ver a sus amigas ni Azael.
El tiempo seguía raudo y veloz y, dos meses después de que se recibiera le dieron una oportunidad en la fábrica donde estaba de trabajar como secretaria.
Para ella ese momento era muy feliz porque ahora sí iba a trabajar de lo que había estudiado.
Entró con el pie grande a las oficinas porque inmediatamente, la pusieron a cubrir a otra secretaria que se había ido de vacaciones.
Su experiencia en las oficinas era fantástica. A ella le gustaba mucho estar ahí.
Por el momento ya no se acordaba de Azael nomás lo vio en ese momento de la escuela y lo trató muy poco y como no le dio la dirección ella asumió que ya no lo iba a volver a ver.
Sus amigos Martín, Bertha y José Francisco le hacía la vida más llevadera.
Aunque Martín dio señales de querer andar con Odette nunca se lo dijo, sin embargo, Odette se dio cuenta, pero no le quiso hacer mucho guato porque ella, solamente, lo consideraba su amigo.
Odette no podía negar que se la pasaba de maravilla con Martín, pero solamente lo veía como un amigo y no quería nada con él.
Martin la invitó a la feria y ella accedió a ir con él.
Ambos se divirtieron como unos niños y se subieron a todos los juegos.
Después, Martín la llevó hasta su casa, pero la dejó en la esquina para que sus padres no la fueran a regañar.
Nos vemos mañana en el trabajo, me gustó mucho salir contigo.
Gracias, yo me la pasé genial. Nos vemos mañana, Martín.
Hasta mañana, hermosa, dijo Martín, despidiéndose de ella con un beso a la mejilla.
Odette no sabía que esperaba de la vida, pero no quería enamorarse de Martín porque sentía que no estaba preparada para otro romance.
Aunque Martín era muy amable con ella y la trataba bastante bien ella no cedería.
Claro, Martín no se le declaraba, pero las acciones lo decían todo.
Odette se hacía la desentendida porque no quería que Martín le hablara de amor.
En dos meses más serían las posadas. En la fábrica estaban haciendo los preparativos para celebrar una gran posada con todos los trabajadores, secretarias y obreros en el mismo horario.
Martín le pidió a Odette que fuera su acompañante en dicha fiesta.
Odette accedió y también iba a ir Bertha y José Francisco.
Pronto se llegó el gran día, Martín llegó con Odette, y rato después llegaron Bertha y José Francisco.
Los cuatro buscaron un lugar apropiado y se sentaron juntos.
Hubo un show y toda la cosa.
Los cuatro disfrutaron de una fiesta inolvidable y buen ambiente estaban muy tomados porque les servían una cerveza tras otra.
Hubo varios grupos musicales, dos comediantes y uno que otro imitador.
En sí fue una fiesta maravillosa.
Odette llegó un poco más tarde que de costumbre a su casa y su papá estaba despierto así que llevó algo de comida que había tomado de la posada y se la dio a su padre para calmar un poco su coraje y que no la regañara.
Mire, papá, le traje algo de comida.
Gracias, hija, ahora mismo me lo como.
Con una sonrisa, Odette se fue a su cuarto, satisfecha porque no la regañaron.
Mientras estaba en su cuarto pensó en Martín.
Podría ser un buen prospecto. Martín era alto y guapo. El pelo lo tenía un poco ondulado y tenía una hermosa sonrisa.
Por desgracia en el corazón no se manda. Y Odette no estaba enamorada de Martín.
En cambio, Martín, sí estaba enamorado de ella.
Cosas de la vida.
Martín no se lo decía, y ella no quería saberlo porque le daría mucha pena decirle que no lo quería.
Ella siguió trabajando en las oficinas. El trabajo ahí era muy agradable según las palabras de Odette.
Aunque en su corazón había mucho espacio para el amor ella se negaba a corresponderle a Martín.
Sucedió algo en las oficinas, la otra secretaria tuvo que irse de vacaciones porque su mamá se puso mal y la que estaba de vacaciones no había regresado porque tuvo un accidente y estaba hospitalizada. Así que Odette se hizo cargo de las oficinas ella sola.
Por el momento no tenía tiempo de pensar en nada más que en su trabajo.
Estaba muy atareada y hasta tenía fila de todos los trabajadores que necesitaban una firma.
Ella muy tranquila estaba firmando todas las hojas y los trabajadores, muy pacientes esperaban su turno.
Pronto se corrió la voz entre todos los trabajadores que Odette era muy buena secretaria y muy amable jamás trataba mal a ninguno.
El jefe inmediato de Odette la mandó llamar a su oficina.
Señorita Odette me han dicho que usted es muy buena trabajadora y por eso entre todos hemos recaudado este dinero, tómelo como un incentivo a su trabajo.
Gracias, ingeniero.
De nada, siga trabajando así y todos saldremos beneficiados.
Ese día, Odette trabajó con más ahínco que nunca.
Pudo olvidarse por un momento de todas las cosas desagradables que le habían pasado.
Se estaba acercando el día del amor y la amistad.
Odette llevaba varios años trabajando en esa fábrica y habían pasado varios meses desde la graduación.
No tenía ni idea de lo que iba a hacer ese día, pero era obvio que no iba a festejarlo. ¿Para qué?, si no había nadie en puerta de conquistar su amor.
En la quietud de su cuarto Odette dejó escapar unas lágrimas de sus ojos.