Emilia es una joven que ha sufrido mucho en su vida. Aun así, lleva una luz en su interior inquebrantable. Ella se la atribuye al amor que siente por alguien que cambió su manera de pensar hace muchos años. Sin embargo, cuando supone que al fin podrá ser feliz al lado de ese hombre. Descubre que su matrimonio con él solo fue arreglado por sus familias y en realidad él no la recuerda. Ella hará todo lo posible para que el brillo en sus ojos no se apaguen hasta que él la reconozca.
Aun así, Marco no es un hombre fácil. Diagnosticado desde joven con un desorden mental que le impide acercarse a las mujeres, termina aceptando un matrimonio por contrato que para él es solo un fastidio.
¿Logrará recordar a Emilia antes de que el brillo en sus ojos, reflejo del amor que siente por él, desaparezca?
NovelToon tiene autorización de Osaku para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Lo difícil de amarte
Capítulo catorce
Marco había cerrado los ojos como si estuviera por irse a dormir.
—Yo soy más fuerte, sé que lo soy —dijo medio dormido.
—Este no es tu cuarto —exclamó ella molesta.
No sabía qué era lo que más la frustraba. Sí que él le reclamara cosas o que eso hiciera que ella se interesara y se sintiera más enamorada. Él la abrazó y le dijo que ella era su esposa y que no tenía derecho de abandonarlo o de engañarlo. Las palabras de Marco, que debieron ser duras, se habían vuelto esperanzadoras para Emilia.
¿Por qué quedarse al lado de alguien así? ¿Por qué aceptar el maltrato si solo habría esos momentos de alegría? El gran problema era que Emilia no sabía ser diferente, por lo que, aunque le dolía que no fuera a recordar tratarla bien. Deseaba poder sentir su piel, acercarse un poco más a él, recordar el pasado.
—No sé por qué. Sé que no eres la primera mujer que toco, y, aun así, te siento familiar —dijo él abriendo los ojos nuevamente.
—Será porque sí soy la primera mujer que tocaste, la chica que ayudaste a sentirse valiente, que amaste y se dejó amar por ti —dijo Emilia deseando que ese momento nunca acabara.
Marco estaba en el dormitorio de Emilia, sin ninguno de sus escudos autoimpuestos. Era solo él, deseando entender por qué sentía esas cosas por ella. Dejándole a Emilia tener esperanza sobre su futuro juntos. Ella acababa de decirle que la conocía, aunque él estaba ebrio y era poco probable que lo recordara.
El padre de Marco le había contado a Emilia que había sido tan fuerte el dolor que este sintió al pensar que ella estaba muerta, que tuvieron que ir con un psicólogo. Marco había tratado de suicidarse varias veces. Sin importar el tratamiento que hicieran, él no mejoraba, por lo que el psicólogo le ofreció usar una técnica distinta. Hipnotizarían a Marco para que este olvidara a Emilia, solo las partes que le causaban dolor. El problema que eso causó muchos cambios en la conducta de Marco, ahora le daba asco tocar a las mujeres y aunque intentaron revertir lo que habían hecho no resultó. Por lo que Emilia no podía contarle sobre ella y debía esperar que él solo se diera cuenta de quién era en verdad.
—No lo recuerdo ¿Cuándo fue que pasó? —preguntó Marco más relajado mientras ella acariciaba su frente y notaba la cicatriz de su cabeza causada por el golpe en su juventud. Uno que había cambiado el rumbo de sus vidas.
—Hace mucho tiempo, espero que algún día lo recuerdes porque quiero quedarme a tu lado —dijo ella y lo besó en los labios como había deseado que fuera su primer beso juntos después de encontrarse nuevamente.
Él no se movió, no se enojó, no dijo nada. Solo sintió cómo ese beso lo recorría, primero en los labios, después en la lengua, llegando ese calor a su garganta, al tragar saliva; y sobre todo cuando por fin pudo sentir que esta mujer, sí era especial para él.
Emilia empezó a notar, él rozaba su cuerpo con sus manos enormes, como las caricias subían por su ropa y empezaban a desnudarla. Sin embargo, ella recordó que Marco estaba ebrio, por lo que le pidió que se detuviera. No iba a hacerlo con él de esa manera. Al otro día no recordaría nada y creería que ella lo obligó a hacerlo.
—Mejor duerme, fueron muchas cosas en solo un día —uno pensaría que Emilia se sentiría feliz, pero esa cercanía solo le recordaba lo doloroso que era para ella estar lejos de él.
—No quiero dormir, quiero besarte —susurró él en su oído.
Que dijera eso hacía que el corazón de Emilia bombeara con fuerza esperando un resultado diferente. Sin embargo, ella se puso de pie, tomó su almohada y se fue al cuarto más alejado de la mansión. Ahí se quedó durmiendo, deseosa de mucho más, pero consciente de que no estaría con un hombre en ese estado.
—Serás mío, pero no así —se dijo así misma en voz alta.
…
Al otro día Emilia salió temprano de la mansión y fue a caminar. Necesitaba reflexionar y estar lejos de Marco cuando este despertara. No quería que se molestara, sobre todo siendo que él era quien se había metido en su cama. Lo único que le faltaba era que pensara que lo había drogado. Aun así, antes de salir le pidió a Federico que despertara a Marco, ya que su padre iría a almorzar con ellos. Emilia suponía que solo iba para ver que podía sacarle a su yerno. Aunque ella estaba segura de que Marco no le daría nada al hombre. Después de todo, cuando estaba consciente no soportaba verla.
Sin embargo, las palabras que él había dicho la noche anterior la tenían llena de felicidad. Tal vez, debería llamar al psicólogo que había tratado a Marco en el pasado para preguntarle si había alguna manera de ayudarlo a recordar.
Emilia se encontró con una chica la cual también estaba caminando. Al parecer era una vecina, pero como las casas eran tan grandes era difícil encontrarse.
—¿Vives en la mansión Echeverría? —preguntó la muchacha con curiosidad.
—Sí, soy la esposa de Marco —dijo Emilia sin percatarse que el interés de la joven mujer aumentaba.
—¿Sí? Pensé que se había casado con la hija de Miles —mencionó la muchacha.
—Soy su hija. Emilia Miles —dijo y le dio la mano. Después de saludarla formalmente siguieron caminando—. ¿Cuál es tu nombre?
—Me tengo que ir, espero verte pronto —dijo cambiando la dirección en la que caminaba. Parecía una chica agradable, y se veía muy bien. Vestía ropa deportiva, pero Emilia notó que era de diseñador exclusivo.
Ella había seguido la carrera de este desde que era pequeña. Aunque no soñaba con ser diseñadora, le encantaba copiar sus prendas para luego darle su toque y ponérsela. Con que a ella le gustara le bastaba, lo que hacía que en el colegio las chicas se alejaran más. Aun así, no le importaba, aunque esperaba esta noche poder lucir bien al lado de Marco.
Autora: Osaku