Secretos De Una Poción

Ursula durmio solo un par de horas, y el duque habia dejado un guardia en la puerta, sabia que cuando despertara se iria de inmediato a seguir trabajando o a ayudar a los niños. Cerca del mediodia, finalmente se levantó, aun con el cabello despeinado y los ojos somnolientos, pero con la determinacion que siempre la caracterizaba.

El duque la esperaba en la entrada del laboratorio, con una capa ligera para protegerla del sol. Sin decir palabra, la tomó del brazo y la condujo hacia los caballos. Ursula, medio sonriendo, solo susurro:

Ursula: Sabia que no me dejarías escapar…

Duque: Algunos milagros requieren supervisión.. y tu seguridad es uno de ellos.

Cabalgaron juntos hacia el pueblo, y a medida que se acercaban, Ursula sentía una mezcla de nervios y emoción. Los niños los esperaban, y al verlos, sus ojos brillaron de alegría. Uno por uno, Ursula les entregó los brazaletes, explicandoles con paciencia que les ayudarían mientras encontraban una solución definitiva.

El duque observaba desde un lado, orgulloso de ella y del impacto que su magia estaba teniendo en la gente. Cada sonrisa de los niños era un recordatorio de que su esfuerzo valía la pena..

Cuando terminaron, Ursula suspiró, agotada pero feliz. El duque se acerco, tomando su mano..

Duque: Lo hiciste muy bien.. Ahora, tal vez… deberías descansar un poco de verdad.

Pero Ursula solo le sonrió con esa chispa traviesa que él ya habia visto y sabia que no se detendría..

Ursula habia logrado ayudar a un pueblo con los brazaletes, pero aun faltaban muchos otros. Sabia que aun quedaba mucho por hacer, y que cada minuto contaba. Cuando regresaron a la mansion, apenas dejo los caballos, se dirigio directo a su habitacion y se dio un baño rapido para quitarse el cansancio y la suciedad del camino.

El agua caliente la desperto un poco, y el vapor mezclado con el aroma de las hierbas que había usado la hizo sentir renovada. Apenas salió, se puso de nuevo a trabajar en el laboratorio, reorganizando las flores secas, polvos magicos y pequeños frascos llenos de esencias protectoras.

El duque la observaba en silencio desde la puerta, admirando su dedicacion, pero preocupado por su agotamiento. Aun así, no dijo nada, dejando que Ursula siguiera concentrada en su labor.

Mientras trabajaba, ella pensaba en los niños de otros pueblos que aun necesitaban los brazaletes, en cómo podía mejorar la magia para que durara mas tiempo, y en todas las combinaciones que aún no había probado. Cada brazalete terminado le daba un alivio temporal, pero su mente ya estaba en el siguiente, sin descanso.

Duque: Ursula… deberias al menos comer algo. No puedes proteger a todos si no cuidas de ti misma.

Ursula: No puedo detenerme ahora… aun hay muchos que necesitan esto.

Duque: entonces déjeme ayudarla

Ursula: ¿tu? ¿trabajando?

Duque: déjeme intentarlo.. sino le ayudo me echa de su laboratorio..

El duque finalmente la convenció para que lo dejara ayudarla. Ursula lo miro con desconfianza, cruzando los brazos sobre el pecho.

Ursula: Esta bien.. pero yo haré la parte mágica y de las flores, y tú trabajaras en los brazaletes donde irán mis pociones.

El duque asintio, tomando asiento junto a la mesa de trabajo con cuidado, como si supiera que cualquier error podría arruinar todo. Al principio Ursula vigilaba cada movimiento, temiendo que su participación entorpeciera más que ayudara, pero pronto se dio cuenta de que él era una ayuda real.. Su destreza con las manos, su precisión al colocar los pequeños compartimentos de los brazaletes y su paciencia al seguir las instrucciones de Ursula hicieron que todo avanzara mucho mas rápido. Por primera vez, Ursula sintio que no estaba sola en aquella misión.

Mientras trabajaban, el laboratorio se lleno de una armonía silenciosa.. el sonido de las flores secas al ser mezcladas, el suave chisporroteo de las pociones y, de vez en cuando, la voz del duque preguntando con curiosidad..

Duque: ¿Así está bien? ¿Quieres que haga algo diferente?

Ursula: Sí, justo así.. Lo estás haciendo perfecto.

A medida que pasaban las horas, los brazaletes se multiplicaban frente a ellos, y Ursula no pudo evitar sentir una gratitud silenciosa hacia el duque. Con su ayuda, el proceso que antes le tomaba todo el día ahora estaba casi a mitad de camino en pocas horas.

Al final de la jornada, ambos se sentaron a mirar el resultado de su esfuerzo.. una fila de brazaletes listos para proteger a más niños. Ursula suspiró, cansada pero satisfecha, y por primera vez lo miro diferente.

Ursula: No lo habría logrado sin ti..

Duque: Y yo no habría querido hacerlo con nadie más..

Al día siguiente fueron a entregar más brazaletes, llevando consigo la esperanza de proteger a otros niños. Pero apenas llegaron al pueblo, uno de los niños que había recibido un brazalete el día anterior se acercó corriendo, con los ojos llenos de miedo y lágrimas.

—¡Me robaron mi brazalete! —gritó, entre sollozos—. ¡Ahora lo están vendiendo!

Ursula lo escuchó y su corazón se llenó de rabia. Su rostro se torno rojo y sus manos temblaban de indignación.

Ursula: ¿¡Qué!? ¿¡Quién osa hacerle daño a estos niños!?

El duque puso una mano sobre su hombro, tratando de calmarla, pero Ursula estaba tan furiosa que apenas lo notó. Sus ojos brillaban con la mezcla de magia y enfado, y podía sentir que algo dentro de ella pedía justicia inmediata.

Ursula: No podemos dejar que esto quede así.. si alguien está robando los brazaletes y vendiéndolos, vamos a detenerlo.

Duque: Tranquila, Ursula. Primero debemos averiguar quién está detras de esto y como lo hacen. Luego lo enfrentaremos.

Pero Ursula no podía esperar. Su rabia crecía al pensar en los niños que ahora estaban en peligro. Se volvió hacia el niño y le susurró, suavizando su voz:

Ursula: Gracias por decírnoslo. No te preocupes, vamos a recuperarlo y asegurarnos de que nadie más sufra por esto.

A poco de cabalgar por el pueblo, Ursula vio a un hombre vendiendo un brazalete igual al que ella habia hecho. Su rabia era tal que no pudo contenerse.. se bajo rápidamente del caballo y, sin pensarlo dos veces, le dio un puñetazo directo en la nariz.

El hombre gritó, llevándose las manos al rostro..

—¡¡Esa mujer loca me ha roto la nariz!!

Ursula: Devuelve los brazaletes! ¡No permitiré que lastimes a los niños por dinero! ni que juegues con la desesperación de las familias

El duque llegó a su lado con rapidez, tomando firmemente a Ursula por el brazo para calmarla un poco, pero también preparado para intervenir si el hombre intentaba huir o atacar.

Duque:Tranquila, Ursula.. Lo resolveremos, pero no queremos que esto se salga de control.

El hombre, atemorizado y con la nariz sangrando, retrocedió mientras balbuceaba excusas. Ursula lo miraba con intensidad, asegurandose de que entendiera que no habia espacio para mentiras ni robos.

Ursula: ¡Cada brazalete que vendas es un niño que corre peligro! Y si vuelves a intentarlo, no habrá nadie que me detenga.

El duque suspiró aliviado mientras Ursula recogía rapidamente los brazaletes que habian sido robados. Aunque seguía furiosa, se sintió satisfecha al recuperar lo que era de los niños.

Duque: bien.. Ahora respira un poco… dejemos que esto termine aquí.

El duque ordeno dejar guardias en el pueblo para reforzar la vigilancia, mientras la gente murmuraba y miraba al hombre herido. Ursula, sin esperar a que nada mas se dijera, le echo un frasco rojizo al hombre.. el liquido salpico su ropa y en pocos minutos comenzo a ponerse pálido, con la respiracion entrecortada y la piel llena de ronchas. Era una reaccion alergica severa, pero no mortal.. Ursula queria que sintiera, aunque fuera por un rato, lo que sufrian los niños.

Ursula: Para que sientas lo que sufren.. devuelve todo lo que ganaste y no vuelvas a tocar a ninguno.

El duque, viendolo todo, se acerco rápido.. su rostro era una mezcla de orgullo y reproche.

Duque: Lo entiendo.. pero esto podia haberse ido mas lejos. No podemos convertirnos en jueces que lastiman a otros. Protegemos, no castigamos.

Ursula lo miró, respirando aun con rabia contenida, pero algo en la voz del duque la amanso. Sabia que el tenia razón.. su ira la habia impulsado, pero debia haber limites. Aun asi, no podia negar la satisfaccion amarga de haber recuperado los brazaletes.

Mientras los guardias revisaban los bolsillos de los mercaderes y la plaza volvia a la calma, Ursula se aparto un momento y observo las pulseras recuperadas. Pensaba en como hacerlas mas seguras, en como impedir que alguien las quitara o vendiera. Tenia que transformar su ira en algo útil.. medidas, cerraduras magicas, marcas intransferibles.

Ursula: Las reforzare.. Ningun brazalete saldra de la mano de un niño sin que lo autoricemos.

El duque asintio, apoyandola sin decir mas. Entre ambos planearon de inmediato cambios.. guardianes nocturnos, sellos que solo respondieran a la piel de los niños y pequeñas trampas benignas que alertaran si alguien intentaba quitarlas.