El joven de sangre pura había sido encontrado por el gran gobernante, Theo. Noah Everhart nunca podría escapar de su destino.
Encerrado en la imponente presencia de Theo Langston, su cuerpo tembló involuntariamente cuando el aire se impregnó con el embriagador aroma de sus propias feromonas. El Alfa frente a él sonrió con satisfacción, sus ojos ámbar brillando con un peligroso fulgor depredador.
—No tiene sentido correr, Noah —murmuró Theo, su voz profunda y envolvente—. Ya eres mío.
Los latidos de Noah se aceleraron. No... no hay escapatoria.
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📌 BL / Omegaverse (Chico x Chico)
📌 Embarazo Masculino
📌 ¿Kitsunes?
📌 Fantasía BL
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Capítulo 13
—Confía en mí, Noah, el dolor solo será al principio —susurró Theo con voz ronca, su aliento cálido acariciando la mejilla enrojecida de Noah.
Antes de que el omega pudiera responder, Theo ya había atrapado sus labios en un beso profundo y posesivo. El cuerpo de Noah, desnudo y vulnerable bajo la luz tenue de la habitación, temblaba ligeramente, no por miedo, sino por la expectativa abrumadora.
Cada centímetro de su delicada piel fue reclamado por Theo, quien se dedicó a dejar rastros de su existencia: besos, succiones y mordidas suaves que florecían en marcas rojizas. El omega jadeaba sin control, sus pequeños gemidos escapando mientras su pecho subía y bajaba agitado. Su vientre plano se contraía en un esfuerzo inútil por contener la marea creciente de deseo, sobre todo cuando Theo, acomodado entre sus piernas, comenzó a saborearlo con su lengua hábil, acariciando su zona más íntima con devoción mientras acariciaba levemente su punta.
—¡Ahh~! —exclamó Noah, su voz quebrada y temblorosa.
La tensión llegó a su punto máximo cuando Theo, incapaz de contenerse más, se alineó con su entrada y, con un movimiento decidido pero cuidadoso, se abrió paso en su interior.
—Theo… —susurró Noah con un gemido ahogado. Dolía. Dolía tanto que se le nubló la mente. Theo era grande, mucho más de lo que Noah había imaginado, y ahora lo sentía llenándolo, invadiéndolo por completo de una manera que era abrumadora y brutal.
La pureza no se medía solamente por la virginidad física, sino también por el corazón. Y Noah, con su alma inocente y transparente, mantenía intacta esa pureza incluso en ese momento íntimo.
—¿Te duele mucho, Noah? —preguntó Theo, deteniéndose para no lastimarlo más.
—Sí… —admitió en voz baja, temblando.
—¿Quieres que me detenga? —insistió Theo, aunque la voz le temblaba de deseo contenido.
Noah negó con la cabeza, aferrándose al brazo musculoso de Theo como a un salvavidas en medio de la tormenta. Quería soportarlo, por él, por ambos. Poco a poco, Theo comenzó a moverse, marcando un ritmo lento que permitiera a su omega adaptarse.
El dolor punzante fue cediendo espacio a una sensación distinta, profunda y adictiva. El placer, inicialmente tímido, pronto devoró todo rastro de dolor. Cada embestida de Theo hacía que Noah se arquease contra él, buscando más, deseando más.
Aunque el amor aún no había florecido entre ellos, la aceptación de Noah hacia su alfa era total. Era su deseo sincero construir algo real, amar de verdad a Theo, ayudarlo a convertirse en humano, como la leyenda decía.
Por su parte, Theo nunca había planeado amar. Pero ahora, con Noah gimiendo debajo de él, su pequeño y perfecto omega, sentía que su adicción iba más allá de lo físico.
Los sonidos de sus gemidos entrelazados llenaban la habitación, melodiosos y prohibidos. Noah, completamente entregado, se dejaba llevar por el dominio absoluto de su alfa, aferrándose desesperadamente a él.
Cuando la pasión alcanzó su clímax, Theo no pudo contenerse más. Con un gruñido bajo y gutural, liberó todo su deseo, derramándose sobre el vientre tembloroso de Noah.
Noah cerró los ojos, estremeciéndose al sentir la calidez de su alfa. Su corazón latía tan rápido que parecía que iba a salir de su pecho. Theo, siendo un espíritu ancestral, tenía una resistencia y vigor descomunales.
Con un movimiento ágil, una de sus colas se alargó para alcanzar unos pañuelos que usó con cuidado para limpiar el cuerpo de Noah. Luego, sin darle oportunidad de moverse, lo envolvió entre sus brazos.
—Fue maravilloso, Noah. Quiero más —murmuró Theo, lamiendo suavemente la oreja enrojecida de su pareja.
—Entonces hazlo, Theo. No te detendré —susurró Noah, con la voz aún temblorosa pero decidida.
—¿No estás cansado? —preguntó Theo, divertido por la resistencia inesperada del omega.
—No. Desde que la gema sagrada está en mi cuerpo, ya no siento cansancio —respondió Noah, acariciándole el pecho en un gesto inconsciente de cariño.
Theo sonrió, un brillo travieso en sus ojos dorados, y cambió sus posiciones, haciéndolo rodar hasta que Noah terminó sentado sobre su abdomen duro.
—Muévete, Noah. Quiero verte saltar para mí —ordenó con una voz profunda que hizo vibrar todo el cuerpo del omega.
Aunque avergonzado, Noah obedeció. Sus mejillas ardían, pero lentamente bajó su cuerpo, dejando que la dureza de Theo volviera a entrar en él. Sus movimientos eran torpes al principio, pero el deseo y las instrucciones silenciosas del alfa lo guiaron.
Ambos buscaban la misma conexión desesperada, aunque por razones distintas: Theo deseaba el cuerpo de Noah como una necesidad adictiva, mientras Noah buscaba la forma de construir un amor verdadero.
Ambos lo hicieron un par de veces más, y quedaron agotados.
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A la mañana siguiente.
La habitación estaba sumida en un caos dulce: ropa esparcida, sábanas arrugadas y el aire impregnado de sus feromonas mezcladas.
Noah fue el primero en abrir los ojos, pestañeando adormilado ante la luz dorada que se filtraba a través del balcón abierto. Una brisa fresca revolvía las cortinas, llenando la habitación de una sensación de tranquilidad.
Con suavidad, alzó la cabeza y observó el rostro de Theo, quien dormía profundamente abrazándolo.
Sonriendo, Noah llevó su mano a acariciar con ternura esos rasgos duros pero hermosos.
—Theo… —lo llamó en un susurro apenas audible.
Al instante, Theo abrió los ojos como si nunca hubiera estado dormido, sorprendiendo a Noah.
—¿Qué pasa, Noah? ¿Tienes frío? —preguntó Theo, atrayéndolo aún más contra su cuerpo.
—¿Ya estabas despierto? —preguntó Noah, extrañado.
—No —respondió Theo, sonriendo con un deje de travesura.
—¿Entonces cómo despertaste tan rápido? Apenas te llamé en voz baja —insistió Noah, con una mezcla de fascinación y ternura.
Theo acarició su cabello rebelde y respondió en voz baja.
—Incluso si estuvieras en el fin del mundo, Noah, si me llamas, yo te escucharía —dijo.
—Mentiroso —susurró Noah, riéndose.
—Es verdad, Noah. Estamos unidos por el destino —afirmó Theo con una solemnidad inesperada.
Noah, conmovido sin saber por qué, se acurrucó aún más contra él, aceptando ese calor envolvente.
Mientras lo abrazaba, Theo pensaba en silencio cuán fácil era engañar a un omega tan puro e inocente. Pero en el fondo, una pequeña chispa, algo tibio y desconocido, comenzaba a germinar dentro de su pecho endurecido.
"Por suerte fui yo quien te encontró... Si hubieras caído en manos de Rafael, jamás te habrían tratado con tanta ternura", pensó Theo, sintiendo una punzada de posesividad.
Besó la coronilla de Noah con suavidad.
Era un gesto tierno y protector, y sin saberlo, un sentimiento que se parecía demasiado al amor comenzaba a echar raíces en su corazón.
...