Mi Vida Después Del Divorcio

Me siento feliz de estar participando en la vida de mi hijo. Sin embargo, hubiera deseado haber estado presente desde el principio. Haber acompañado a Brenda en todas las ecografías, escuchado el latido del corazón de mi pequeño, haberlo visto nacer. Haber presenciado sus primeros pasos, escuchado sus primeras palabras. Fue algo que me arrebataron.

Conocí a Vinicius en tan poco tiempo, pero dentro de mí parece que lo conozco desde hace años. Es una sensación buena, algo que nunca había experimentado antes. Un sentimiento paternal. Nunca lo había sentido en toda mi vida. Tengo el deseo de protegerlo, de abrazarlo.

Cuando Brenda me dijo que mi secretaria, Laila, sabía de todo, oculté la rabia que sentía arder por dentro. Sé que mi vida personal no es asunto suyo, pero si me hubiera dicho que vio a Brenda embarazada, las cosas no se habrían complicado de la manera en que lo hicieron. Habría sabido de la existencia de mi hijo. Quizás Brenda y yo nos habríamos reconciliado y estaríamos juntos, criando a nuestro hijo. Habríamos tenido una vida feliz juntos hasta hoy.

Después de una larga conversación, me despedí de mi hijo y volví a casa. Ha pasado una semana y no lo he vuelto a ver. No porque no quisiera, sino porque estoy abrumado de trabajo. Todo se acumuló al posponerlo, y ahora todo viene de una vez para ser resuelto.

Un día agotador de trabajo, saliendo de un compromiso y entrando en otro. Ahora estoy en el balcón de mi apartamento, tomando un vino y siendo observado por la maravillosa luna que ilumina la noche. Difícilmente, cuando estoy solo, no recuerdo a Brenda.

Recuerdo sus besos, su olor, su risa encantadora. Su manera relajada, su cuerpo cálido sobre el mío. Mi vida sin ella no tiene gracia, y es así como me siento. Me siento como alguien que no tiene la mitad de un corazón. Ah, un vacío inmenso en mí, un vacío que nunca se llena.

Estaba destrozado con mi situación. Por eso, intenté convencerla de venir a vivir en uno de mis apartamentos en la ciudad. Quiero tener la oportunidad de reconquistarla. Y sé que con paciencia y cambios de mi parte, tendré a Brenda nuevamente en mi vida. Ella y mi hijo.

Cometí un grave error, lo sé. Y soy consciente de mi error, no voy a decir lo contrario. Pero daría cualquier cosa porque todo esto que estoy viviendo sea solo una pesadilla. Porque divorciarme de Brenda fue una de las cosas más difíciles que he hecho en la vida. Incluso después de dos años del divorcio, todavía lo siento. Parece que fue ayer que todo sucedió.

Me levanté bruscamente de la silla y lancé la botella de vino contra la pared, rompiendo también la copa. Pasé las manos por mi rostro, tratando de calmar la furia que sentía en ese momento.

Mi celular sonó en el bolsillo del pantalón. Lo cogí y contesté, viendo que era mi madre, que estaba llamando.

—Hola hijo, ¿cómo estás? Vi hoy en el periódico que eres el modelo favorito del mundo. Me siento orgullosa de ti.

—Bien, en la medida de lo posible, mamá. ¿Sabías que tienes un nieto? Tengo un hijo hermoso con Brenda.

—¿Con tu exesposa? ¿Esa inútil te dio un hijo?

—No la llames así, mamá, por favor. No hay razón para odiarla, porque el equivocado fui yo.

—Tu padre fue un gran actor, hacía novelas todos los días. Besaba a mujeres diferentes, pero jamás lo abandoné por eso. ¿Y sabes por qué? Porque lo amaba y soporté todo. Y ella, solo por un beso, ¿hizo todo este alboroto? Es increíble que, después de dos años, sigas pensando en esa mujer. Y este hijo, puede ser de cualquier otro, menos tuyo. Olvida a esa mujer, hijo. Y además, no merece ni un minuto de tus pensamientos.

Brenda tiene un espacio en mi vida que ninguna otra mujer podrá llenar. Ella no tiene solo un minuto de mis pensamientos. Tiene mucho más que eso. Brenda me tiene por completo. Y no sé si podré soportar este enorme vacío. En los días en que no pude verlos, me he sentido mal.

—¿Ya terminaste, mamá? —pregunté masajeando mi sien.

—Necesitas una oportunidad. Eso es, dale una oportunidad para conocer nuevos amores, nuevos caminos.

Después de escuchar todas esas tonterías, seguí hablando con ella unos momentos más. Pero esta vez, Brenda no fue el tema de la conversación. Mamá siempre dejó claro que no se llevaba bien con ella, por eso, siempre evitaba traerla a mi casa. Y cuando se enteró de que me había separado, dio gracias a Dios, es posible que incluso haya hecho una fiesta para celebrar.

Me arreglé, entré en mi coche y salí de la ciudad. Le había prometido a mi hijo que lo recogería para pasar algunos días conmigo y conocer la ciudad. Pero, como mi semana fue muy ajetreada, solo ahora estoy yendo a buscarlos. Miré mi reloj de pulsera y ya marcaba las 20:10h de la noche.

Tan pronto como llegué al portón, para mi mala suerte, dos perros enormes comenzaron a ladrar. Si hubiera entrado, ya habría sido devorado por ellos. Mi exsuegro apareció en las sombras, estaba armado con una escopeta.

—¿Qué viniste a hacer a esta hora aquí?

—Creo que no debería andar con esa arma así. Ya es suficiente con esos perros enormes. —comenté, conteniéndome para no sonreír. Estaba serio, demasiado diría yo.

—Eres muy gracioso, muchacho. —dijo él con el rostro cerrado.

Fue cuestión de segundos para que comenzara una discusión entre nosotros. No tardó mucho para que viera a Brenda y a doña Ayla, que vinieron a saber qué estaba pasando. Doña Ayla preguntó qué estaba sucediendo. Yo expliqué, mientras el viejo se empeñaba en decir que no soy bienvenido allí. Solo podía prestar atención a Brenda, que estaba vestida con una bata de seda. Ella notó mi mirada y se cubrió rápidamente. Sus mejillas estaban bastante sonrojadas, por haber sentido vergüenza.