En esta vida parece que el mundo te protege, pero... eres la única que no sabe lo que pasó en la vida anterior, podrás perdonar o será muy tarde para hacerlo.
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Cap. 11 ¿Estás herida?
En un rincón, los miembros del Clan Usera, los más antiguos y temidos, se agruparon como cuervos. Entre ellos destacaban:
El Nigromante, cuyos dedos esqueléticos jugueteaban con un hueso tallado. Su mirada oscura y tétrica lo hacía distante a todo.
La Valquiria, armadura negra brillando bajo su capa de plumas de cuervo. Su mirada analítica y llena de significados diferentes, su belleza solo la hace ver más mística en comparación a su aura de muerte.
Miraron a los Grau con desconfianza, pues sabían que estos podían exponer sus secretos más oscuros. Algunos incluso se habían enterado de dones nuevos en sus clanes o posibles infidelidades.
—Si la guerra estalla —susurró la Valquiria al oído del Nigromante—, recogeremos cada alma caída. Y las usaremos contra los sin don.
El Nigromante asintió. Ya tenían un ejército de espectros listo. Dely, aún disfrazada como Yled, sintió que los ojos del líder Grau se posaban en ella.
—Tú... —murmuró él, inclinándose levemente—. Tu fuego es diferente —dijo con un brillo de emoción en sus opacos ojos, parecía poder ver el alma de la gente.
Ella contuvo el aliento. ¿Lo había descubierto?
Pero antes de que pudiera responder, Elian se interpuso, su voz, un rugido disfrazado de cortesía:
—Mi asistente tiene permiso para estar aquí —El Grau sonrió, como si supiera algo que los demás ignoraban. Dio un suspiro, pero ahora sentía que no todo estaba perdido, no aún.
—Claro, Majestad. Solo recordaba que... los Fénix suelen renacer donde menos se espera, y más aún, un Fénix poderoso —dijo El hombre al que le debían “El Llanto”
Los Grau son una amenaza para Dely: Pueden delatarla ante el Juez de Almas. Los Useras preparan un ejército muerto: Si la guerra estalla, no habrá límites. Elian está al borde de perder el control: Su protección hacia Dely lo está exponiendo.
*_*
El Juez de Almas no era un hombre de fe ciega, sino de estrategia calculada. Esa noche, mientras los clanes discutían en el gran salón, él se recluyó en sus aposentos con dos de sus más leales (y despiadados) acólitos.
—Ese asistente... —murmuró, trazando un círculo de sal en el suelo (para evitar que los espíritus de los clanes lo escucharan)—. El Dragón lo protege como si fuera su tesoro personal —dijo lamiéndose los labios.
El más joven de los acólitos, un muchacho de ojos verdes que olía a incienso podrido, se inclinó:
—¿Ordena que lo capturemos, Santísimo? —El Juez sonrió, mostrando dientes amarillo y desgastados, más de lo que una persona normal debería tener.
—No. Quiero que lo observen. Que lo sigan. Que descubran por qué un rey poderoso se inclina ante un simple niño.
El acólito de los ojos verdes (que ahora usaba una máscara de sirviente).
Una mujer con uñas de acero (ex-cazadora de brujas).
Un hombre mudo que cargaba cadenas benditas (para atar "demonios").
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Más tarde, el trío se dirigió hacia la ubicación del joven asistente, seguros de que sería una tarea fácil. Se acercaron sigilosos y lograron acorralar a Yled.
—El Santísimo quiere conversar contigo, jovencito —dijo la mujer, clavando sus uñas en el brazo de Dely—. No le gusta esperar —la mujer se sentía extasiada y estaba esperando que ella se resista, eso lo haría más divertido e incluso podría disfrutar de torturarla un poco.
Dely sintió que sus venas se encendían de furia, pero recordó a tiempo que no podía usar su fuego. En vez de eso, golpeó la nariz de la mujer con los pergaminos enrollados y echó a correr.
Los sicarios la persiguieron hasta los establos, donde Shania (¡sorpresa!) bloqueó el camino con su abanico de cuchillas. Con habilidad, la hizo retroceder cortando la mejilla de la cazadora de brujas, el filo apenas la había rozado, pero estaba tan fila que la hizo sangrar profusamente.
—Ustedes tres huelen a miedo y fanatismo —dijo, sonriendo como un gato frente a ratones—. Corran ahora, o les mostraré por qué los Dragónes no necesitamos dioses —lo dijo casi entre risas, era un Dragón, su clan disfrutaba mucho de la lucha y más aún la persecución.
Los acólitos dudaron, pero entonces oyeron un ruido detrás de ellos:
Elian, transformado en su forma semi-Dragón (alas negras desplegadas, garras de obsidiana), cortó las cadenas del hombre mudo con un soplido de fuego azul. Los Dragónes y su Clan aún tenían generaciones con cambios físicos, y Elian era uno de ellos, esta era la razón por la que era el Rey de su clan. Su sangre pura le daba un don por encima de otros.
—Mi turno —ronroneó, Los Dragónes casi nunca mostraban su naturaleza, solo en grandes guerras y por eso eran como Dioses para humanos, pero ahora, había algo más importante, algo que debía proteger con su vida. Dely Anahari Valerian la Fénix de fuego, la Fénix de la creación.
Dely volvió a la zona donde los Dragónes del Clan Dragón se hospedaba e inmediatamente la protegieron, claro que saben la devoción que le tiene su rey a ese niño, aunque están confundidos, pero ellos no juzgan a nadie, solo que nadie es lo suficiente para ellos.
Los espías no lograron huir, pero el Juez de Almas ya tenía su respuesta:
"Yled" valía más que mil ejércitos para Elian.
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La cripta de los Useras olía a humo de huesos quemados y tierra mojada. Shania caminó entre las estatuas de guerreros muertos, sus pasos resonando sobre losas grabadas con runas antiguas. La Valquiria la esperaba junto al Nigromante, cuyo rostro estaba cubierto por una máscara de cráneo de cuervo.
—No esperaba una visita de la futura Reina Dragón —burló la Valquiria, acariciando la hoja de su espada negra—. ¿Qué ofrece una mujer sin trono a cambio de nuestra misericordia? —la joven valquiria era mordaz y nunca confiaba en nadie.
Shania no se inmutó. Sacó un frasco de cristal tallado con sangre dorada que pulsaba como un corazón vivo.
—Sangre de Dragón puro —anunció, haciendo que el Nigromante se inclinara hacia adelante con avidez—. De Lucian Drecool. ¿Es sangre del abuelo de Elian?
—Así es, y lo que quiero es protección para Yield, creo que ya tienen una idea de quién es ¿verdad? —dijo Shania mirándolos con seriedad, sus ojos decían que no admite engaños. Los Useras no atacarán a Dely durante la guerra que se avecina.
—¿Así que es ella? —dijo la Valquiria, estaba sospechando sobre esa jovencita, aunque es discreta y no habla mucho, pudo ver claramente que es una niña y no es un niño, hace tiempo que había escuchado que la princesa Fénix estaba viva, y ahora todo tenía sentido.
—Mitad del frasco te lo entrego, el resto cuando esto acabe y ella esté viva —dijo la Shania, mientas el Nigromante solo asiente en silencio, siempre sombrío y ajeno. Pero había aceptado el trato.