Alexander Stone es un atractivo y exitoso alfa, CEO de su propia empresa. Solo hay un problema: él, odia a los Omegas, así que, para trabajar como su secretario, este tiene que ser un Beta, requisito que Ethan cumple perfectamente.
Pero la constante exposición a las feromonas de Alexander, ocasiona un cambio en Ethan, él, se vuelve un Omega, por lo que debe ocultar este hecho de todos si es que desea mantener su puesto como secretario de Alexander. ¿Podrá Ethan ocultar para siempre su cambio de casta? ¿Qué hará Alexander si lo descubre?
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Los síntomas emergen
POV Ethan
La siguiente semana llegó y ya era lunes por la mañana. Como cada día, tomé el transporte público hacia mi trabajo, pero de pronto comencé a experimentar una sensación extraña e incómoda. Los aromas comenzaron a parecer más intensos a mi alrededor, pero no solo los aromas del café o el perfume de la señora a mi lado, sino los aromas corporales, o al menos así podía definirlos, parecían ser los más intensos, todo parecía invadir mi espacio personal de una manera abrumadora.
En un inicio, intenté ignorar esto, pensando que tal vez me estaba por enfermar del estómago y por eso estaba más sensible, pero también sentí la mirada de ciertas personas sobre mí, como si fuera una presa. Me enfoqué en mi teléfono, tratando de ignorar todo a mi alrededor hasta llegar al trabajo, pero todo se volvía más molesto con cada segundo, nunca había deseado tanto refugiarme en mi escritorio.
Cuando finalmente llegué a la oficina, me sentía aturdido y confundido, pero parecía que mi malestar había disminuido un poco, lo que no sabía en ese momento era que la razón era que la mayoría de gente que trabajaba en el mismo departamento que yo, eran betas.
Stone se acercó a mí, pero noté que arrugó ligeramente su frente.
-¿Cambiaste de perfume Ethan?- Preguntó con curiosidad, noté que se esforzaba por no ser grosero.
Sin embargo, mi mente seguía demasiado nublada como para procesar la pregunta, así que solo moví mi cabeza a modo de respuesta, ni negando ni asintiendo, lo que hizo que Stone me dijera que arreglara unas cosas en su agenda, cambiando el tema.
Me esforcé por mantener concentrado, pero a pesar de todo, los aromas parecían persistir, pero ahora en mi memoria, haciendo que sintiera malestar de solo recordarlos, arrepintiéndome de no haber ido a la farmacia por algún medicamento para el malestar estomacal, que según yo, era lo que tenía.
A lo largo del día, luché contra una sensación creciente de malestar, no sabía lo que estaba pasando, pero parecía que perdía el control sobre mis propios sentidos.
Ya sin poder seguir así, le dije a Stone si me podía retirar antes pues tenía malestar estomacal, a lo que accedió sin mayor problema. Pude ver que a pesar de verse serio e inmutable, aun así tenía una sutil expresión de preocupación en su rostro. Me deseo suerte y que le avisara si el día siguiente no asistiría al trabajo.
Al regresar a casa, pasé a una farmacia cercana para después solo llegar a recostarme, haciendo que mi cabeza diera vueltas pensando una y otra vez sobre el extraño día, preguntándome qué me habrá hecho sentirme mal. Solo esperaba estar bien al día siguiente para poder regresar a trabajar y no causarle problemas a Stone.
Al contrario de lo que pensaba, esa noche pude dormir plácidamente, lo contrario a una advertencia de lo que sería el día siguiente. Tal vez era el efecto placebo o el estar en un espacio solo y seguro lo que me hizo creer que había mejorado.
