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Nunca Es Tarde Para El Amor

Nunca Es Tarde Para El Amor

Status: En proceso
Genre:Malentendidos / Reencuentro / Embarazo no planeado
Popularitas:12.9k
Nilai: 5
nombre de autor: Rosa ángulo

esta hermosa novela se trata de una mujer que dejó de vivir sus sueños juventud por dedicarse a sacar adelante a sus hermanos también nos muestra que que no importa la edad para conseguir el amor.

NovelToon tiene autorización de Rosa ángulo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

capitulo 2

Enrique se paró de donde estaba sentado y comenzó a caminar por toda la casa, mirando cada rincón, abriendo cada habitación. En el primer piso había ocho habitaciones, en el segundo cinco y en el último solo tres. Tenía una piscina gigantesca y los balcones eran inmensos. Realmente miró que había hecho una buena inversión, pues la finca era hermosa y eso que apenas la había recorrido por dentro.

Al entrar a la habitación más grande, vio que tenía que cambiarle algunas cosas. Ese color gris no le gustaba; él la pintaría de negro. A su padre no le gustaba que él pintara las cosas de negro, por eso él mismo había decidido pintar su oficina de blanco en honor a su padre. Al recordarlo, miró que no la pintaría de negro; mejor la pintaría de blanco, pues su padre era lo más importante en su vida.

El teléfono en su bolsillo comenzó a sonar. Al sacarlo, vio el nombre en la pantalla: “Enrique 1”, su padre.

Al otro lado de la línea, un hombre con voz amorosa le dijo:

—Espero que hayas llegado bien. Quisiera que olvidaras el pasado.

—Ya lo olvidé.

—Si lo hubieras hecho, no estarías comprando cada cosa que vende mi familia.

—Pero también los he ayudado, padre. ¿Acaso olvidas cuando mi primo Gustavo tomó la empresa que el inútil de tu hermano Franco iba a llevar a la quiebra? ¿Acaso se te olvida que fui yo el inversionista?

—En eso tienes razón. Sé que también lo hiciste por Gustavo, porque lo amas como a un hermano.

Su padre se despidió y Enrique salió al balcón inmenso. La noche estaba tranquila, y a lo lejos miraba pequeñas casas. Entonces su mente voló hacia la mujer que había visto horas atrás. Había ido dispuesto a conquistarla, pero miró que la mujer no era de su gusto: tenía 36 años y a él no le gustaban las mujeres viejas. Tampoco se le hacía sexy, porque si la hubiera visto sexy, seguramente no le habría importado la edad. Pero realmente la mujer no había ocasionado nada en él.

Enrique decidió entrar de nuevo a la habitación y se dirigió a la ducha; necesitaba un baño. Andrés entró con las maletas de su jefe.

—Señor, he traído sus maletas.

Enrique se asomó desde la ducha.

—No me digas señor, solo dime Enrique. Eres mi segundo padre.

El hombre sonrió.

—Mañana quiero que pintes esta habitación de blanco y que cambies la cama. También cambiaré el nombre de la finca. No la dejaré así. Me gusta el nombre “La Finca El Paraíso”, pero ahora le pertenece a Enrique Quintero…

—O a Enrique de la Torre, ¿no es así?

—En eso tienes razón.

—La mujer que mi tío abandonó es muy amable y, por cierto, muy hermosa.

—¿En serio te pareció hermosa? Miro que tienes unos gustos pésimos, Andrés. No entiendo por qué no te has casado si cuanta fea se te pasa, estás encima de ella. A mí esa mujer no me ocasionó nada.

—¿En serio? ¿En serio, Enrique? ¿Sí la miraste bien?

—Sí lo hice.

—Pues creo que no. Tiene un pelo totalmente rojo, unos ojos azules, unos labios rosados hermosos, y la piel la tenía erizada. No sé si era por el frío, pero lucía perfecta.

—Quizás es porque no me gustan las mujeres viejas.

Andrés no siguió discutiendo porque vio que Enrique tenía razón según su propio criterio. Él, desde que lo conocía, siempre tenía novias perfectas, esbeltas, como muñecas sacadas de un cuento de hadas. Quizás, ante los ojos de Andrés, Victoria fuera una mujer hermosísima, pero ante los ojos de Enrique no lo era.

Al día siguiente, Victoria dormía plácidamente, pues el clima daba para quedarse en cama. La brisa se filtraba por su ventana y acariciaba su piel, haciéndola erizar. Abrió los ojos lentamente y luego los volvió a cerrar, acurrucándose en su cobija de lana.

Vivian entró a su habitación.

—¿Acaso hoy no piensas levantarte?

Victoria levantó la cabeza y sonrió.

—Lárgate de mi habitación. Como ves, ya no tengo hijos pequeños, los dos volaron lejos. Déjame relajarme y ser feliz.

—En serio, Vicky, son las 9 de la mañana. Párate, que iremos a visitar a nuestro nuevo vecino.

—Déjame tranquila, que no iré. Ese hombre ocasionó algo en mí, ¿y sabes qué fue? Miedo. Para que no te hagas ideas erradas.

Vivian insistió tanto que ahí estaba Victoria, dándose una ducha fría. Al salir, su amiga le ofreció una taza de té mientras ella tomaba café caliente.

—¿Qué quieres desayunar? —preguntó desde la cocina—. ¿Tostadas con huevos o huevos con pan?

—Tostadas con huevo, sabes que es mi desayuno favorito.

Vivian le sirvió y Victoria preguntó:

—¿Y tú no vas a desayunar?

—Hace rato desayuné.

Victoria no podía creerlo, si siempre era ella quien levantaba a Vivian. Realmente sí quería conocer al nuevo vecino.

Victoria se puso un hermoso vestido rosado con flores, un suéter encima y unas botas cómodas. Mientras caminaban hacia la finca, saludaban a cada vecino; todos eran muy agradables. Al llegar, fueron recibidas amablemente por los empleados, que ya la conocían. A la entrada estaba la señora Mariana con una dulce sonrisa.

Vivian se apresuró a preguntar:

—¿Dónde está el nuevo dueño de la casa?

—Salió temprano a recorrerla. Es un joven muy agradable y respetuoso.

Victoria giró rápidamente a mirarla. ¿En serio Mariana estaba diciendo eso? A ella no le había parecido una persona respetuosa.

—En serio, pues a mí no me pareció —dijo Victoria—.

—Como ves, lo acabamos de conocer. No podemos sacar conclusiones erradas —respondió Mariana.

Mientras conversaban, Victoria ayudaba a preparar el desayuno y Vivian no dejaba de mirar hacia la entrada; estaba demasiado curiosa. Lo más seguro es que, al conocerlo, terminaría gustándole. Vivian era una joven hermosa que no se había casado porque ninguno de los hombres del lugar le gustaba. Solo tenía 24 años, menor que Victoria.

Vivian vivía con ella desde los 16, pues era acosada por el marido de su madre. Victoria había tenido que enfrentarse a ese hombre y desde entonces Vivian decía que no solo era su amiga, sino su madre, y que nunca la dejaría sola. El día que ella se casara, Vivian también lo haría; mientras tanto seguiría sola.

Habían terminado el desayuno: jugo de naranja, tostadas, huevo y una mermelada recién hecha por Victoria. Después de un rato, Enrique regresó. Ya no lucía elegante: tenía jeans, una camisa manga larga y botas. Vivian lo miró de arriba abajo, luego se acercó a Victoria y le susurró:

—Es más perfecto de lo que imaginé. Este será tu futuro esposo. ¿Y qué tal el del lado? ¿Crees que podría ser un buen esposo para mí?

La señora Mariana solo reía por los comentarios de Vivian.

—Puedes callarte —dijo Victoria muy bajo.

Enrique decidió entrar directo a la cocina y se sentó en la mesa. Miró de arriba abajo a Victoria, haciéndola sentir incómoda. Él no dejaba de observarla, poniéndola completamente roja.

—Buenos días, señor Hernández —dijo Andrés, haciendo disminuir un poco la incomodidad.

—¿Cómo amaneció?

—Muy bien. Espero que ustedes hayan dormido muy bien.

Enrique no había dicho una palabra; permanecía en silencio, totalmente serio. Victoria decidió servir el desayuno, y cuando puso su plato frente a él, Enrique dijo:

—Gracias —con una voz profunda que hizo que a ella se le erizara la piel y se le acelerara el corazón.

Ella no contestó. Luego él, tomando su mano fuertemente, preguntó:

—¿Tú trabajas aquí?

A pesar de que sabía que no trabajaba allí, quiso dar el primer paso para entablar conversación.

—No, señor Quintero, solo vengo a ayudar a la señora Mariana.

—Pues a partir de hoy vas a tener un sueldo.

—No se preocupe, vengo cuando puedo, porque en mi pequeña finca —que luego, si quiere, le mostraré— cuido de mis diez vacas, mis gallinas… también tengo patos —dijo sonriendo—. Por un momento él miró a una niña— también tengo tres cerdos y muy pronto tendré muchos más.

Mientras Enrique la miraba con su sonrisa tímida y esas pecas en la cara, recordó la conversación que había tenido meses atrás con su primo Gustavo: el inútil de Franco se había casado, tenía un hijo y, aun así, según Gustavo, nunca había podido olvidar a su antiguo amor. Varias veces lo había visto borracho mencionando el nombre de Victoria. Enrique no entendía por qué, si la amaba tanto, la había abandonado. O más bien sí lo entendía: ese hombre era extremadamente vanidoso y le encantaba vivir de las apariencias.

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Arely Anahi Pacheco Mezo
aaaahhhh ya no tengo uñas x tanto suspenso del capitulo, ahora si agárrate melisa pq esta no te la perdona Enrique ya veremos como te descubren todo lo malo que hiciste y ver tu caída 🤭🤭🤭
Elsa Espindola
me encantó buenísima la trama cuántas maldad hay en esa mujer
Elsa Espindola
me encantó buenísima la trama cuántas maldad hay en esa mujer
Elsa Espindola
me encantó peye. final yá terminó???
Elsa Espindola
me encantó peye. final yá terminó??? pre junto??
Mártá Orti Bia
la novela es buena pero con muy muchos errores que tenemos que descifrar pero buen relato p
Cuquy De Cristofano
tierna historia 🥰
Mayka Puche Velasquez
Hola saludos está interesante la novela , pero que no se tan larga
mariela
Victoria tu mejor decisión fue criar y educar a tus hermanos no dejarlos por amor a un hombre que por lo visto es cruel si lo hizo con su sobrino y a su hermano le quitó prácticamente la herencia a Enrique lo humillaron y lo golpearon por eso es frío y dominante.
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