Antonieta, una joven noble de catorce años, vive atrapada entre las estrictas reglas de la alta sociedad y su pasión secreta: volar en un caballero móvil. Mientras se prepara para cumplir con su rol como dama y conocer a su prometido, entrena en secreto para dominar la tecnología que le permitirá surcar los cielos. Pero no todos están dispuestos a aceptar su sueño, y Antonieta deberá decidir si seguir las normas o romperlas para volar libre.
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Capítulo 1: Ser solo yo
Capítulo 1:
[Interior – Academia Real de Estrategia y Combate de Helior., Salón de Aristócratas Nivel A-recuerdo]
(La cámara panea sobre un salón imponente. Pisos de mármol brillante, vitrales coloridos que dejan pasar la luz como si bendijera el suelo, y filas de estudiantes nobles sentados en escritorios labrados a mano. Todo es perfección contenida.)
Narrador (con tono dramático):
Ella era Antonieta Alcalá de la Alameda, una noble que podría llamarse a sí misma el pináculo de la sociedad aristócrata actual.
Conocida por su orgullo férreo y su absoluto desprecio por la sangre plebeya.
Y ahora, su mirada se posa sobre la nueva alumna: Valeria Woobber.
Valeria (con una gran sonrisa, nerviosa pero entusiasta):
—¡Soy Valeria Woobber! Encantada de conocerte.
Antonieta (sonriendo con frialdad):
—Entonces tú eres… la becada.
Valeria (asintiendo con inocencia):
—Sí, soy...
Narrador:
No la dejó terminar.
Antonieta levantó la mano con gracia estudiada y le dio una bofetada seca.
No fue con fuerza: ella odiaría lastimarse la mano por algo tan vulgar.
En cambio Noa tragó saliva desde su mente atrapada en el recuerdo. “¿Eso hice yo...? No, no fui yo. Fue ella. Fue Antonieta”, pensó, encogiéndose internamente ante la violencia gratuita.
Antonieta (ahora mirando con un desdén helado):
—Es increíble cómo esta academia permite algo tan ordinario.
Si valoras el honor de esta institución… deberías marcharte.
Valeria (con lágrimas en los ojos):
—Mi familia cuen...
Narrador:
Valeria cayó al suelo, sus palabras ahogadas por la humillación.
Pero Antonieta no escuchaba.
Se cruzó de brazos, avanzó unos pasos, y con voz grave y decidida, sentenció
Antonieta:
—No me importa.
Te quiero fuera de esta academia.
[Interior – Cuarto de los marcos. La luz del día se filtra suavemente por las ventanas. Noa despierta.]
Noa (ahora en el cuerpo de Antonieta, con voz apagada):
—¿En serio soy… ella?
No me parezco en nada a esa bruja.
Quizá solo debería... ser yo.
Y no meterme en cosas que, sinceramente, no me importan.
Narrador:
En ese momento, una criada entró.
Al verla despierta, quedó boquiabierta.
Noa (tratando de sonar altiva):
—Buenos días.
Sirvienta (nerviosa):
—¡Señorita Antonieta! ¿Qué hace aquí?
Noa (improvisando):
—Escuché que mis padres quieren ponerme más cursos…
Y, bueno… los nervios no me dejaron dormir.
Sirvienta (inclinándose):
—Mi señora, debemos ir a su habitación.
Debemos dejarla presentable para el desayuno con sus padres.
Narrador:
Noa respiró hondo, y de alguna manera, logró ejecutar una reverencia torpe pero convincente.
Noa (con voz suave):
—¿Serías tan amable de guiarme a mi habitación?
Sirvienta (mirándola con duda):
—Mi señora… ¿se encuentra bien?
Narrador:
Noa no supo qué responder.
Por suerte, la criada no insistió.
Y así, la llevaron por los pasillos de mármol…
Al cuarto de una noble.
Al cuarto… de la villana.
antes de irse de esa habitación Noa no evitar pensar en la becada. Valeria. En su sonrisa nerviosa, en las lágrimas, en la humillación.
así que Caminó con la espalda recta. No como Antonieta.
Sino como alguien que, por primera vez, tenía una oportunidad nueva.
“No soy esa persona. Me pareceré a ella y seré ella, pero… sí puedo no ser esa clase de persona.”