No todo puede ser color de rosa, ¿O si?
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Oficina.
Luego de haberse duchado, bajó a cenar con su familia, su hermosa y perfecta familia; la misma que hace unos minutos acababa de traicionar.
Por suerte, ni Lily, ni su esposa notaron lo tenso que yo estaba. Se centraron en hablar de trivialidades como la escuela, o alguna nueva película que su pequeña hija quería ir a ver pronto.
Pero Alexander no prestaba atención, no podía, pues todo lo en lo que podía pensar ahora mismo, era en Camila.
Él no era un hombre estúpido, al contrario, era uno muy inteligente. Y bien sabía que aquella joven sentia demasiada atracción por él.
Lo supo con pequeños detalles demasiado obvios para el ojo humano, ella siempre usaba ropa sensual, vestidos bien pegados al cuerpo. O blusas con faldas muy cortas, seguidos de un perfecto maquillaje y una energía seductora que, al parecer, solo ella podía emanar.
Al principio fue sutil, dejaba caer algún bolígrafo al suelo, y para recogerlo, se agachaba en frente de Alexander, dándole una excelente vista de su trasero.
O, quizás, cuando le llevaba el café, que siempre tenía desabotonados los tres primeros botones de su camisa, lo que le daba una buena vista de sus voluptuosos pechos.
Tal vez, tambien pudo haber sido, como ella siempre le sonreía y se preocupaba por él. Es decir, Alexander es un abogado de primera mano, por lo que obtiene mucha demanda por su buen trabajo. Victoria no puede estar con él todo el tiempo, mucho menos Lily, ¿Y quién sí estaba? Exacto; Camila.
Él sabía que debió haberla echado desde la primer insinuación, pero pensó que no era necesario, porque él amaba a su esposa y nunca sentiría nada por aquella jovencita que lo miraba con ojos seductores y soñadores.
Que equivocado estaba.
Porque poco a poco, sin darse cuenta, fue dejando que Camila avanzara en su vida, haciendo que el bajara el muro de jefe/empleada que él mismo había creado.
Alexander despertó temprano al siguiente día, generalmente al despertar, siempre pensaba en Victoria y sonreía, volteando a abrazar a abrazar a su mujer. Pero, esta vez, no recordó a Victoria, recordó a Camila. Y, en lugar de echar esos pensamientos a la basura y abrazar a su esposa, decidió ponerse de pie e ir a tomar una ducha, porque el simple hecho de recordar su aroma y lo había dejado duro nuevamente.
Una vez más, lo mismo de la noche anterior ocurrió, cada vez que cerraba los ojos en la ducha, todo lo que podía pensar era en los deliciosos gemidos que se escapaban de la boca de Camila cuando la besara.
Una vez más, un gemido se escapó de su boca cuando se llevó a si mismo a su propio clímax.
Se vistió y, sin desayunar, decidió ir a la oficina. Estaba asustado, temeroso, ansioso y... Levemente emocionado. Un tipo de sentimiento que lo hacían querer vomitar, pero era tan emocionante que no le importaba.
Llegó a su oficina y subió al instante, Camila no estaba en su sector, por lo que se alivió, pero eso no duro mucho, porque dentro de la oficina, allí estaba Camila, esperándolo ansiosamente.
—Alexander, tenemos que hablar.
Alexander. Ella siempre solía llamarlo jefe, pero ahora mismo creía que tenía el atrevimiento de llamarlo de forma íntima. Un escalofrío recorrió su cuerpo, pero en lugar de desagradarle o regañarla, simplemente se sintió muy excitado. Pero intentó mantener la calma.
—Ya te dije que lo de ayer fue un error, ambos habíamos bebido y...
—¡No! –respondió ella, interrumpiendolo abruptamente. Caminó hacia él y tomó su brazo, eso no fue bueno para Alexander, pues nuevamente su delicioso aroma a rosas lo invadió, causando que un sin fin de pensamientos pecaminosos lo inundaran–. ¡No fue un error, Alexander! Ambos bebimos pero eso era lo que yo quería, ¡Y sé que tú también! Pude sentirlo en como me besaste y como me tocaste...
Ella no pudo evitar sonreír, acercándose aún más, rodeó su cuello con sus brazos y lo acercó aún más. Sus labios estaban a escasos centímetros del otro y ella, como toda seductora, comenzó a usar sus armas secretas.
—Sabes que te gustó... Y sé que quieres volver a hacerlo... –susurró, rozando sus labios con los de él, sin besarlo, simplemente provocandolo. Podía sentir como él se ponía duro contra su cuerpo, y eso definitivamente le llenaba el ego–.
—Tengo... Tengo esposa... –logró decir con la mandíbula apretada–. Y también tengo...
Antes de que Alexander pudiera terminar de hablar, Camila la estaba besándolo de nuevo. Un gemido involuntario se escapó de la boca del hombre y ella sonrió orgullosa, sabía que él no podía resistirse a ella.
Él quería alejarla, sabía que debía apartar a aquella mujer que lo besaba, pero en lugar de hacerlo, sus manos la atrajeron aún más cerca. Una de ella fue a su cabello, agarrándolo con fuerza mientras le devolvía el beso. La otra fue a su trasero, manoseandola a su antojo. Los gemidos se escapaban de la boca de ambos, estaban perdidos en el placer, no les importaba nada.
Él abrió lentamente los ojos y, en lugar de encontrar a su mujer rubia, se encontró con una jovencita morena.
Pero de pronto, un recuerdo invadió su mente, el recuerdo de su esposa. Y pronto empujó bruscamente a la mujer, ella se tambaleó, observándolo con desconcierto.
—Alexander...
—Vete, lárgate de mí oficina, ¡AHORA! –gritó con odio, su pecho subía y bajaba con rapidez, estaba excitado y angustiado al mismo tiempo. No podía creer que había permitido que esa mujer lo besara nuevamente. Ahora definitivamente era un jodido infiel, un traidor, había traicionado a su esposa y a su hija–.
—Pero Alexander, yo...
—¡DIJE FUERA!
Ese grito asustó mucho a la joven dama y salió rápidamente del lugar, dejándolo solo en su oficina.
Alexander definitivamente quería morir, ¿Cómo pudo haberle sido infiel a su esposa? ¡Y de forma voluntaria! Se sentó en su silla y pronto vió la fotografía que tenía en su escritorio, en la foto estaban su esposa, su niña y él. Se veían muy felices, porque así debía ser.
Pero ahora mismo, no podía pensar que esa imagen era una completa mentira, porque ahora él era un hombre infiel y, aunque sentía culpa, el deseo por lo prohibido era demasiado emocionante para él.
siempre se sale adelante 🫣🫢🤫👋🇵🇦
no te conviene siendo el mejor abogado con todo lo que tu zorra le mando a Victoria tiene las de ganar y tu que eras embarrado