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El Omega Quiere Venganza

El Omega Quiere Venganza

Status: Terminada
Genre:Romance / CEO / Completas / Posesivo / Omegaverse / ABO / Fantasía LGBT
Popularitas:423.2k
Nilai: 4.8
nombre de autor: Wang Chao

Keiran muere agotado por una vida de traición y dolor, solo para despertar en el mundo del libro que su único amigo le regaló, un universo omegaverse donde comparte nombre y destino con el personaje secundario: un omega marginado, traicionado por su esposo con su hermana, igual que él fue engañado por su esposa con su hermano.

Pero esta vez, Keiran no será una víctima. Decidido a romper con el sufrimiento, tomará el control de su vida, enfrentará a quienes lo despreciaron y buscará venganza en nombre del dueño original del cuerpo. Esta vez, vivirá como siempre quiso: libre y sin miedo.

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📌 Historia BL (chico × chico) si no te gusta, no entres a leer.
📌 Omegaverse
📌 Transmigración
📌 Embarazo masculino.

NovelToon tiene autorización de Wang Chao para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 02. Dentro del libro.

Keiran abrió los ojos lentamente, sintiendo un punzante dolor de cabeza que le martillaba como si cada latido fuera un recordatorio de algo terrible. Parpadeó varias veces, tratando de enfocar su entorno. La luz tenue de la habitación le pareció extraña, como si no estuviera en su hogar. Intentó incorporarse en la cama, pero su cuerpo, más ligero y débil de lo que recordaba, se movió con una torpeza que le resultó alarmante.

El dolor persistente lo obligó a llevar su mano al cráneo, buscando la fuente de la incomodidad, pero un tirón inesperado en su brazo lo hizo jadear de sorpresa.

—¡Ay! —exclamó en voz alta, más por el susto que por el dolor. Al mirar su mano derecha, se encontró con una cánula intravenosa insertada en su vena. Se quedó paralizado por un momento, observando la delgada manguera que conectaba con una bolsa de suero que colgaba junto a la cama. Confusión y alarma se entrelazaron en su mente. ¿Cuándo se había desmayado? Y, lo más importante, ¿cómo había terminado allí? Nadie tenía acceso a su departamento, o al menos, eso creía.

Movió la cabeza, intentando despejar las preguntas que comenzaban a acumularse, pero un peso suave sobre sus hombros lo detuvo. Su mirada bajó lentamente, y una cascada de cabello, entre rosado y púrpura, cayó sobre sus hombros. Cabello largo, sedoso, y claramente proveniente de su cabeza. Llevó una mano temblorosa hasta él, tocándolo con incredulidad. No era una peluca. Era suyo.

—¿Qué mierda...? —murmuró con voz ronca, llena de desconcierto. Su mente repasó frenéticamente su última imagen frente a un espejo. Su cabello había sido corto, negro, como siempre lo había llevado. Entonces, ¿qué demonios había pasado?

Con un esfuerzo titubeante, se levantó de la cama. Su cuerpo protestó de inmediato, débil, torpe, como si hubiera olvidado cómo moverse. Agarró el soporte del suero para no caer y notó algo más extraño: el suelo le parecía más cerca. Una sensación inquietante lo invadió. ¿Se había encogido? Se dirigió al baño con pasos vacilantes, luchando contra la debilidad que lo invadía, y encendió la luz.

El reflejo en el espejo lo dejó helado.

Frente a él estaba alguien más. Una figura delgada, pálida, con facciones delicadas que rozaban lo femenino. Keiran movió una mano y el reflejo hizo lo mismo. No era una ilusión, no era un truco. Esa cara no era la suya, pero el espejo insistía en que sí lo era.

—¿Qué carajo pasó? —gritó, soltando el soporte del suero y llevándose ambas manos al rostro. Sus dedos tocaron pómulos altos, un mentón fino, y unos ojos que parecían enormes debido a la delgadez de su rostro. Había perdido todo rastro de su antigua apariencia.

Con manos temblorosas, abrió la bata de hospital que llevaba puesta, esperando que lo que estaba viendo fuera alguna clase de malentendido, pero lo que encontró solo empeoró su angustia. Su torso, antes musculoso y trabajado, estaba ahora casi esquelético. Su abdomen, que había lucido con orgullo tras años de esfuerzo en el gimnasio, había desaparecido, reemplazado por una cintura estrecha y huesos que sobresalían de manera inquietante.

Su respiración se aceleró, y las preguntas comenzaron a arremolinarse en su mente como un torbellino. ¿Dónde estaban sus músculos, su altura, su cuerpo de siempre? ¿Qué clase de broma cruel era esta?

—¡¿De quién es este cuerpo y por qué estoy aquí?! —gritó al aire, esperando, deseando, que alguien le respondiera. Pero el único sonido en la habitación era el eco de su propia voz, cargada de desesperación.

Se dejó caer contra la pared del baño, sintiéndose atrapado en una pesadilla de la que no podía despertar. Su mente buscaba respuestas, pero cada intento lo llevaba a más preguntas. ¿Había sido secuestrado? ¿Algún experimento extraño? ¿O había perdido la cabeza por completo? Su mundo, su identidad, todo lo que conocía, parecía haber sido arrebatado en un abrir y cerrar de ojos, dejando en su lugar un vacío aterrador.

Y, por primera vez en mucho tiempo, Keiran no supo qué hacer.

Estaba perdido. Confundido. ¿De dónde había salido esa apariencia? Se llevó las manos al rostro nuevamente, como si al tocarlo pudiera confirmar que todo era real. Su piel pálida y los contornos afilados de su rostro no dejaban lugar a dudas: este cuerpo no era el suyo. Y luego estaban los ojos. Sus ojos. Un tono púrpura vibrante y fascinante que, aunque innegablemente hermoso, era imposible. ¿Quién carajos tenía los ojos púrpura? Era un rasgo que solo existía en historias fantásticas, no en el mundo real.

Él lo sabía. Siempre había tenido los mismos ojos castaños, idénticos a los de su madre, que siempre decían que eran su legado más preciado. Pensar en ello le provocó un nudo en el estómago. Era como si esa conexión tan íntima con ella hubiera sido borrada junto con su cuerpo.

—¿Qué es esto? —murmuró, su voz temblorosa con un matiz de desesperación—. ¿Cómo rayos llegué aquí?

Intentó forzar su memoria, pero lo único que surgía era un vago recuerdo de la noche anterior. Había estado en la sala de su departamento, leyendo aquel libro de fantasía que su amigo Tobías le había prestado. "Es increíble, tienes que leerlo", le había insistido una y otra vez. Contra su voluntad, había cedido. La historia le pareció entretenida, aunque algo predecible, y al llegar casi al final, el cansancio lo venció. La última imagen en su mente era la del libro abierto, su cuerpo relajado en el sofá.

Entonces, ¿cómo había terminado allí? ¿En un lugar desconocido y con una apariencia que no era suya?

De repente, algo hizo clic en su mente. Los detalles comenzaron a encajar de una manera inquietante, como piezas de un rompecabezas que no quería completar.

—¡El libro! —exclamó de golpe, poniéndose de pie con brusquedad. La acción le recordó la intravenosa aún conectada a su brazo, el tirón del tubo casi lo hizo perder el equilibrio. Refunfuñó mientras se aseguraba de sostener la bolsa de suero, recuperándola del suelo donde la había dejado caer momentos antes.

Volvió a mirarse al espejo, esta vez con una creciente sensación de incredulidad mezclada con una pizca de reconocimiento. Esa apariencia... Ese rostro… Ese cuerpo. Lo conocía.

Entonces lo recordó. Esa imagen era de Keiran, el omega marginado y despreciado del libro que Tobías le había prestado. Todo encajaba de una forma tan absurda que casi deseó reír, aunque fuera de puro nerviosismo. No podía ser posible, pero ahí estaba: los ojos púrpura, el cabello entre rosado y púrpura, la complexión delgada y delicada. Todo correspondía exactamente con el personaje que llevaba su mismo nombre.

—Carajo... —susurró, el peso de la situación cayendo sobre él como una losa—. ¿Cómo rayos llegué a este libro?

Su mente corría a mil por hora. Pensaba en las historias que Tobías le contaba que había leído sobre mundos ficticios y personas transportadas mágicamente, pero esas eran solo historias, ¿verdad? Esto no podía estar sucediendo. Y sin embargo, todo indicaba que lo imposible se había vuelto realidad. Estaba atrapado dentro de un mundo que no le pertenecía, un mundo que ni siquiera existía... hasta ahora.

Se llevó una mano al pecho, tratando de calmar el latido frenético de su corazón. Si esto era cierto, si realmente estaba dentro del libro, ¿qué significaba para él? Keiran, el personaje, no solo era despreciado, sino que también había enfrentado un destino lleno de sufrimiento y abandono.

—Maldición… —murmuró, apretando los puños con frustración. Necesitaba respuestas, y rápido. Pero la pregunta que más lo inquietaba era: si había llegado a este mundo, ¿existía alguna manera de salir de él?

1
karina ochoa
Pienso que Cael lo que quiere es provocar celos en Fred para que acepte sus sentimientos!
karina ochoa
Interesante!
karina ochoa
Que miedo! es maquiavélica
karina ochoa
Que pena cuando como padres no dejamos ser a nuestros hijos!
karina ochoa
Cuando aceptará sus sentimientos? perdiendo tiempo no más
karina ochoa
Porque no hacerlo de una! por eso es que las cosas se complican.
karina ochoa
El suegro! jaja
karina ochoa
Que siga soñando! tuvo todo para tener una relación hermosa y vivir una vida feliz, pero como todo; pudo más su ambición.
karina ochoa
sólo rendirse al amor!
karina ochoa
El amor es el sentimiento más grande del mundo y en este momento ya le llego! sólo acepta la realidad y se feliz
SILVIA HERNANDEZ
😍
karina ochoa
Que bello!
karina ochoa
Al final terminará amandolo y ojalá le pueda hacer un bebé!
karina ochoa
Eso se llama amor!
karina ochoa
Hermosos como todos los personajes de este mundo maravilloso que es el omegaverse!
karina ochoa
ahora sí cual de los dos para el plan!
karina ochoa
Por que la ambición desmedida de la gente puede arruinar algo que pudo ser una relación hermosa!
karina ochoa
Bueno con determinación se puede lograr mucho y aunado a la rabia del engaño es mucho mejor!
karina ochoa
cada momento se siente más la tensión! Autor por favor no mates al padre por favor
karina ochoa
Allí vamos!
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