SALEM UN AMOR INESPERADO

SALEM UN AMOR INESPERADO

El comienzo

–¡Pero en serio, a esta escritora le pidieron otra cosa! –dije, acicalándome la pata con aire de indignación felina . –Y míranos… salió imaginándonos a nosotros en lugar de seguir instrucciones.

Corvin, que revoloteaba impaciente solto con sarcasmo:

–Oye, gato dime… ¿tú cuándo has visto que nuestra escritora haga exactamente lo que le piden? –mi cola se movió con desdén . Para estresarla un poco, aparecimos nosotros en esta historia… aunque, entre nos, debo admitir que se lo agradezco. Gracias por apurarla con el libro .

Suspiré y me acomodé nuestra pequeña aventura apenas comenzaba. Así que, lector… prepárate: si creías que esto sería normal y predecible, estás muy equivocado. Bienvenido a nuestro mundo, donde un gato y un cuervo haran compañía a una bruja … y la escritora talvez se enoje y nos borre ...no le dirán que estuvimos por aquí .Comienza Salem quiero escuchar la historia.murmuro corvin iimpaciente

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Había una leyenda que atravesaba los siglos, susurrada en rincones oscuros y repetida con voz temblorosa junto al fuego el solo escucharla causaba curiosidad por saber si era verdad . Decían que los gatos negros eran compañeros inseparables de las brujas. Algunos los llamaban familiares, creyendo que encarnaban el poder de cada nueva hechicera. Otros murmuraban que eran demonios disfrazados de felinos, enviados para tentar y vigilar. Había quienes los veían como guardianes silenciosos, protectores de lo invisible.

En tiempos más modernos, sin embargo, una versión más tierna y romántica se abrió camino: la de que los gatos negros eran animales leales, amorosos, capaces de entrelazar su destino con el de los humanos que supieran reconocerlos. ¿Cuál de todas esas versiones era la verdadera? Tal vez ninguna. Tal vez todas escondían un poco de verdad. O quizás y nunca lleguemos a descubrirlo, porque al seguir las huellas de esta historia podríamos perdernos entre sombras y espejismos.

Me llamo Salem. Aunque, en realidad, ese nombre no me pertenecía al inicio. No tenía identidad alguna hasta que una pequeña niña, con voz risueña y ojos brillantes, decidió bautizarme de esa manera. Yo soy descendiente directo de los primeros gatos que la diosa Hécate transformó.

¿Cómo sucedió aquello? Les contaré. Se dice que Hécate amaba tanto a los gatos, que tomó a una mujer que le era profundamente devota y, en un acto de poder y ternura, la convirtió en felino. De esa forma tendría siempre junto a ella su amor y su devoción. Y de aquel linaje, sagrado y misterioso, provengo yo.

Mis padres no eran menos especiales: mi padre, un gato blanco con rayas grises que se confundían con la neblina; mi madre, tan blanca y pura como la luna en su noche más brillante. Yo heredé la apariencia de él: un pelaje blanco atravesado por líneas grises como cicatrices de humo.

Pero una noche, todo cambió.

Recuerdo aquella sensación con una claridad dolorosa que hace que mi cuerpo se erize y un frío recorra mi pequeño cuerpo .Algo me perseguía, aunque no podía ver qué era. Solo sabía que existía. Corría sin rumbo, y mi corazón golpeaba con tanta fuerza contra mi pecho que temí que se escapara de mí. La respiración se me quebraba, y con cada salto sentía que el aire helado me arrancaba fragmentos del alma el miedo me envolvia los huesos .

La oscuridad se espesó hasta volverse absoluta, como si alguien hubiera apagado las estrellas. El frío era tan intenso que se asemejaba al invierno más cruel. Mis patas, fatigadas, ya no podían sostenerme. Y mientras huía, lo supe: si aquello que me perseguía lograba alcanzarme, nada bueno ocurriría.

La noche se volvió más negra que nunca… Y cuando pensé que no podía más Entonces, con la voz rota, y con lágrimas en los ojos clame al cielo "Hécate, madre… ayúdame.”Quizás era solo la ilusión de un cachorro perdido, la débil esperanza de ser escuchado en medio de aquella oscuridad. Todo lo que conocía como hogar me había sido arrebatado en una sola noche.

De pronto, mis fuerzas se quebraron. Mis patas cedieron y rodé varias veces hasta caer en el barro. La lluvia comenzó a azotarme, empapando mi pelaje hasta dejarlo pesado como plomo. En ese instante supe que el fin estaba cerca. Pensé que pronto me reuniría con mis padres en algún rincón secreto del más allá.

Mientras mis ojos se cerraban lentamente, alcancé a ver una estrella que brillaba a lo lejos. Sin embargo, poco a poco la nube oscura de la tormenta la fue ocultando, como si me advirtiera de la desgracia que se avecinaba,mis lágrimas rodaron y la oscuridad me abrigo.

El sonido de un ave me despertó. Mi cuerpo reaccionó con pesadez, como si hubiera dormido durante siglos . Intenté abrir los ojos, primero apenas, hasta que la luz me obligó a cerrarlos de nuevo. Al insistir, vi el cielo azul, y nubes blancas dibujando formas caprichosas.

Por un momento pensé que ya estaba muerto. A lo lejos se alzaban las montañas de Orizaba, majestuosas y firmes, y más cerca de mí descubrí una pequeña casa. Me levanté con esfuerzo, con el cuerpo adolorido como si un caballo me hubiera pisoteado.

Avancé lentamente hacia un lago que relucía a poca distancia. La sed me quemaba la garganta, así que me acerqué tambaleante al borde para beber. Pero cuando miré mi reflejo, retrocedí de un salto, con el corazón a punto de salírseme del pecho.¿Que rayos fue eso? Al verme solo me volví a mirar en el reflejo del agua.

Allí estaba yo… y a la vez no lo estaba. El gato rayado que había sido ya no existía. En su lugar, me observaba un gato negro como la misma noche, más oscuro incluso que la brea. Lo más extraño eran mis ojos: ya no eran grises como siempre. Uno había adquirido un tono celeste, casi azul, como el cielo despejado. El otro brillaba de un verde intenso, fresco como los brotes de primavera.

Me asusté tanto que mis pupilas se dilataron, y entonces lo vi: en el fondo de esos ojos había estrellas. Sí, estrellas que titilaban como si dentro de mí se ocultara un universo. Cuando mis pupilas se afinaban, las luces desaparecían, pero cuando se expandían, era como mirar un portal hacia otro mundo.

—¿Qué han hecho conmigo? —murmuré, aunque mi voz solo fue un eco en mi propia mente. Llena de miedo y confusión .

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Comments

✨✨Esmeralda Guzman✨✨

✨✨Esmeralda Guzman✨✨

yo tenía un gato negro era medio salvaje en demostrar su cariño hacia uno pero igual así lo adorabamos ya está en el cielo de los gatos ahora tengo un perro es medio celoso pero no te deja solo ni en el baño

2025-08-28

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