Salvando una vida.
Cuando las empleadas se percataron de que Pepe había salido de casa y ya estaba lejos, la primera en salir fue Remedios, la cocinera de voz ronca. Abrió la puerta para recibir a los empleados que limpian el jardín y casi tropezó con el bulto inerte. Pálida, palmeó las mejillas de su jefa y sintió la piel helada, casi violácea, como porcelana recién salida del agua. Sin dejar de mascullar —Virgencita, protégela—, hizo señas a las demás. En segundos llegaron Marta y Camila, las más jóvenes, arrastrando una manta de lana y un par de bolsas de agua tibia.
—Está tiritando —susurró Marta mientras cubría a Graciela—. Si doña Catalina nos descubre aquí, nos corta la cabeza—
—Pues que la corte —bufó Remedios—. Esta mujer se nos muere, y la patrona ni se entera—
Camila se acuclilló y acercó su oído a los labios agrietados de Graciela. El aliento salía en ráfagas cortas y húmedas. Con dedos temblorosos le apartó un mechón del rostro: la frente ardía como un carbón mal apagado pero, al resto del contacto, la piel estaba tan fría que quemaba.
—Fiebre interna —diagnosticó Remedios, recordando los consejos de su abuela—. Hay que subirla, calentarle la sangre. Ayúdenme—
Entre las tres la levantaron. El cuerpo de Graciela pendía como un vestido sobre la percha, sin fuerza. Subieron la escalera sigilosamente, sorteando los peldaños que crujían. Desde la cocina les llegaba la voz de Catalina, imperiosa y afilada, ordenando el desayuno. Para distraerla, otra criada, Yolanda, la mantenía ocupada preguntándole qué tipo de té prefería, si el chai importado o el jazmín que había llegado ese mes desde Cantón. Catalina, amante de los ceremoniales, comenzó a explicar con lujo de detalles las temporadas de recolección y las diferencias de aroma. Aquello les ganó a las demás el tiempo necesario para desaparecer en el segundo piso.
Entraron en la suite principal y depositaron a Graciela sobre el edredón. Marta corrió a cerrar el ventanal; Camila subió el termostato. Remedios se descalzó y se metió en la cama a su lado, apretándola contra su propio pecho abundante. Le frotó los brazos para estimular la circulación, mientras murmuraba un padrenuestro que se mezclaba con suspiros de preocupación. El susurro casi maternal contrastaba con el esnobismo imperante en la mansión. A esas alturas, ambas sabían que si Catalina llegaba a ver a la cocinera acostada con su nuera la despediría de inmediato, pero el instinto de preservar la vida resultaba más fuerte que el miedo.
Graciela abrió los ojos a medias. Un murmullo de voces de infancia le pareció resonar en el cuarto: su madre tarareando un corrido, su hermana riendo en el gallinero, la carreta de la leche a lo lejos. Pero el rostro que tenía ante ella era el de Remedios, plácido y sudoroso, con lágrimas minúsculas detenidas en el borde de los párpados.
—¿Dónde…? —balbuceó Graciela; la lengua le pesaba.
—En casa, patroncita —respondió la cocinera—. Todo bajo control. Tranquila, aquí nadie la va a dejar morir—
El sonido de su propia voz la reconfortó tanto como la calidez del abrazo ajeno. Cerró los ojos y, sintiendo el latido rítmico de la mujer, cayó en un sueño menos brusco, ya sin espasmos.
A varios kilómetros del hogar, Pepe aparcó su sedán negro frente al edificio de la compañía, un rascacielos que reflejaba el cielo gris de la mañana. Saltó del coche con energía juvenil; el hecho de haber dejado a Graciela afuera le pesaba como un secreto, pero también le daba la esperanza de que ella cediera y pidiera perdón a su madre. Él sabía que no era el marido más tierno; sin embargo, cada decisión dura la justificaba bajo la premisa de mantener la paz familiar. La culpa, no obstante, le pinchaba el estómago con agujas finísimas.
Al entrar en la oficina, se topó con su asistente, Abril, depositando un arreglo de orquídeas en la mesa de recepción. La joven había trabajado apenas 12 meses allí, pero en ese corto tiempo había pasado de temerle a idolatrarlo. Llevaba un vestido verde aguamarina que abrazaba sus caderas y un recogido de moño bajo que dejaba al descubierto un cuello de cisne. En cuanto lo vio, sonrió con un brillo que oscilaba entre la admiración y el deseo.
—Buenos días, señor Benítez —canturreó, llevándose la punta del índice a los labios como quien guarda un secreto.
Pepe sintió que aquel gesto íntimo le salpicaba la conciencia, pero lo dejó pasar. Se acercó, le tomó la mano, delicada, de manicura impecable y depositó un beso en el dorso, tal como ella había fantaseado en sus noches de insomnio. Abril supo que, aun si aquel gesto era fruto de una cortesía seductora, para ella significaba un hito.
—¿Agenda de hoy? —preguntó él, con el tono de quien estrena un juguete nuevo.
Abril desplegó su tableta. Le temblaban los dedos todavía. Revisó el calendario digital.
—A las diez tiene la reunión con el comité de auditoría; al mediodía, almuerzo con la delegación de Osaka. Y—hizo una pausa, buscando su reacción—hemos recibido esta invitación especial—
Le tendió una tarjeta negra, bordes dorados. Pepe la giró entre los dedos; leyó en voz baja el encabezado: “Círculo Privado de Jóvenes Empresarios, Cena de Gala —Hotel Amarant, 20:30”. Al final, el nombre que lo intrigaba: Simón Ferrero, CEO de Ferrero Holdings.
—Interesante —murmuró—. Hablan maravillas de él. Formación militar, estudios en Harvard, operaciones mineras en tres continentes y apenas treinta años—
Sus ojos se encendieron con la chispa competitiva que años atrás lo había convertido en tiburón. Ferrero era la estrella ascendente del mercado, y Pepe necesitaba codearse con él para no quedar relegado entre los viejos zorros del gremio.
—Quiero que me acompañes —decidió, sin dar espacio a dudas.
Abril enmudeció. Su corazón dio un brinco que casi le hizo perder la compostura. Pensó: que me lleve como su pareja, y la imaginacion la embriagó. Alzó la mirada, intentando parecer serena, estaba a un paso de lograr sus objetivos, estar en el lugar de Graciela lo era todo.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 30 Episodes
Comments
Emperatriz Reales
Me imagino q este socio, va ser su socio hasta de la mujer, porq me imagino q es muy diferente a este enfermo
2025-07-21
0
🇲🇽Lety 💞🌛🌹
pobre chica ten cuidado con lo que deseas,por que se te puede cumplir
2025-07-22
0
Emigdio javier Rodríguez alcala
Ojalá el socio la salve de ese hombre malvado.
2025-07-30
0