Un camino difícil (Max)

Desde que mi padre se fue, hace casi un año, el beta de la manada, Droch, no ha dejado de presionarme para tomar venganza. Estoy harto. Mi meta siempre fue transformar esta manada, hacerla menos cruel, menos brutal… pero nada parece funcionar.

Ninguna de las manadas vecinas asistió a la ceremonia donde me convertí en alfa. ¿Y quién querría relacionarse con SilverClaw?

Decidí visitarlas, una a una. Me presenté, les aseguré que bajo mi liderazgo las cosas cambiarían, que estaba dispuesto a enmendar los errores del pasado. Firmé todos los tratados que me permitieron, pero mis propios lobos seguían hundidos en la violencia.

—No sé qué más hacer —le confesé mentalmente a mi lobo, Logan.

—Encontrarla. Con nuestra compañera a nuestro lado, seguro que nos creerán —respondió él con seriedad.

—Tengo miedo de que nos rechace… o que la asesinen por venganza.

—Lo sé. Pero la necesitamos.

—¿Y si ella no nos necesita a nosotros?

No obtuve respuesta. Cerré el enlace y dejé la pregunta flotando.

Ya era hora de reemplazar a Droch y nombrar un nuevo beta y delta. Necesitaba aliados de verdad. Droch había insistido en retrasar el cambio durante un año, argumentando que yo no tenía suficientes amigos dentro de la manada. Y tal vez tenía razón. Antes los tenía: Rick, Drew y los mellizos Duncan y Dion. Pero todos se habían ido.

Los mellizos fueron los primeros en marcharse, tras encontrar a su compañera —sí, una sola, compartida entre los dos—. Fueron los primeros a quienes ayudé a escapar. Solo espero que estén bien, donde sea que estén.

Rick era un guerrero honorable. Detestaba la crueldad de mi padre. Murió hace cuatro años. Dijeron que fue un brujo de fuego, y no quedó nada de él para enterrar.

Drew es el único amigo que me queda. Últimamente lo siento distante. Le he rogado que sea mi beta, pero se ha negado una y otra vez. Solo me ha recomendado a otros lobos que podrían ser buenos candidatos.

Volví a la casa principal. Apenas crucé la entrada, me topé con Droch. Me miró con ese mismo gesto de siempre: frustración y desprecio.

—Un año completo, y aún no has acabado con la manada WhiteMoon. Un año y tu padre sigue sin venganza —espetó. Luego chasqueó la lengua, molesto—. No voy a esperarte más. Ahora tú eres el alfa. Mañana veré a los lobos que recomendó Drew y te daré mi opinión.

—Tu opinión es muy importante para mí —le dije con calma.

—Oh, vamos, Max, ¿en serio? —rió Logan en mi mente, burlón.

—Se te da fatal mentir —gruñó Droch—. Y yo no quiero un alfa débil. No sirves para esto.

Su mirada me hizo bajar los ojos, un reflejo involuntario.

—¿Ves? Un alfa que agacha la cabeza. No eres un alfa, eres un omega.

—¡Basta! Soy el alfa de esta manada y debes obedecerme —dije, intentando cargar mi voz de mando. Sonó más a súplica que a orden.

—Sí, alfa. Lo que ordene, alfa —se burló, teatral.

Me lanzó una última mirada cargada de veneno.

—Espero que cuando deje el puesto, también me ayudes a huir… así como hiciste con Bris —y se marchó, dejándome en silencio.

Entré y me senté en las escaleras, sosteniendo mi cabeza entre las manos. Muchas veces me sentí más un omega que un líder. Mi padre y Droch sembraron esas dudas desde que era un niño.

Cuando era pequeño, Droch me parecía distante pero obediente. Un lobo de confianza. Pero todo cambió cuando tenía siete u ocho años. La transformación de mi padre lo cambió todo.

Antes de cumplir los trece, mi padre decidió que debía "formarme como alfa". Me encerró con dos jóvenes lobos mayores y una omega de mi misma edad, atada con un collar. Decía que debía aprender a “dominar”.

No quería estar ahí. Supliqué que me dejaran salir, pero él insistió: debía quedarme dos días, observar, “aprender”. La crueldad con que trataron a la omega fue horrible. Aun así, hice lo que pude por consolarla.

Le prometí que la ayudaría a escapar, que encontraríamos a su familia.

Pero cuando los dos días pasaron, mi padre apareció… riendo. Me entregó una daga y señaló a la omega.

—Ya fue usada. Ahora será descartada. Mátala.

Me congelé. Negué con la cabeza. Él me quitó la daga, cortándome en el proceso, y se la lanzó a uno de los otros lobos. Sin vacilar, degollaron a la omega.

Después me ataron junto a su cuerpo.

—Enséñenle que debe obedecer a la primera —ordenó mi padre, su voz más fría que nunca.

—¿Cómo, alfa? —preguntó el asesino, con sorna.

—Llora como una hembra. Úsenlo como si lo fuera.

Sabía lo que venía. No hubo piedad. No hubo límites. Nadie se detuvo a pensar que yo era el hijo del alfa.

Dos días después, mi padre me sacó de ahí.

—¿Serás obediente ahora? —preguntó.

Solo asentí.

Me dio la daga de nuevo. Esta vez no necesitó una orden. Yo mismo la clavé en el pecho de uno de ellos. Entonces me felicitó y me llevó a casa, diciendo que me merecía una buena comida. Que ahora sí era un lobo de verdad.

Antes de salir, vi al otro joven, aún de pie junto a Droch.

—Espero que lo hayas disfrutado —dijo Droch, fingiendo una sonrisa—. Te envidio un poco. Este muchacho será alfa algún día… y te matará.

—Solo seguí órdenes, beta —suplicó el joven, temblando.

—Y por eso te ayudaré —respondió Droch… antes de matarlo sin remordimiento.

—No hay nada mejor que el aquí y el ahora —murmuró, dejando caer el cuerpo.

Sacudí la cabeza, intentando apartar esos recuerdos. Nunca olvidaré el rostro de aquella pequeña omega.

—Lo lamento… has pasado por demasiado —murmuró Logan en mi mente.

—Sí. Pero todo mejoró cuando pude transformarme y hablar contigo.

—Nos hicimos fuertes juntos. Pero debes dejar el pasado y aceptar lo que eres ahora.

Subí las escaleras y entré al cuarto de mi madre. Estaba sentada, perdida en sus pensamientos. Verla así me partía el alma.

—Max —me llamó, su voz rota.

—Estoy aquí, madre —me senté junto a ella.

—Si hubiera sido más valiente, lo habría dejado antes… tal vez habríamos huido a la manada de mis padres.

—No te culpes más. Estamos juntos ahora. Vamos a proteger a nuestra gente. A corregir los errores.

—Hijo… esta es una batalla que ya no puedo seguir librando.

—Entonces, yo pelearé. Y tú me harás tus postres. Trato justo, ¿no?

—Ah, mi niño… Pido a la Luna que tu compañera sea fuerte, que te ayude a liderar esta manada.

—Si es que queda algo de ella por salvar…

Me miró con tristeza.

—La vida sigue, Max. Un día encontrarás a tu compañera. No debes temer. Eres más fuerte de lo que crees. Cuando llegue ese momento, sabrás cómo protegerla. Y ella… sabrá cómo sanar tus heridas.

Algo dentro de mí se resistía a creer en eso. No quería que me rechazara ni que sufriera por lo que esta manada fue. Le pedí a la Luna, en silencio, que dondequiera que estuviera, fuera feliz. Y que si nuestros caminos se cruzaban, fuese cuando todo estuviera más en calma… cuando otras manadas ya no nos odiaran tanto.

Más populares

Comments

✨✨Esmeralda Guzman✨✨

✨✨Esmeralda Guzman✨✨

son heridas muy profundas ojalá algún día pueda sanar no sanar del todo pero recordara sin dolor 🥹🥹🥹

2025-06-18

1

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play