Silencio en Día Libre
El sonido del despertador sonó a las 07:00, pero Thiago no se movió.
Era su día libre, y eso debería significar descanso, paz… libertad. Pero para él, era solo otro día de soledad. Un largo intervalo entre un turno exhaustivo y otro, donde todo lo que más intentaba evitar — pensamientos, recuerdos, angustias — volvían a surgir.
Continuó acostado, encogido bajo la cobija ligera, con los ojos abiertos y perdidos en el techo de la habitación. La luz del sol entraba tímida por las rendijas de la cortina. Afuera, el mundo seguía normalmente. Adentro, todo parecía en suspensión.
Tomó el celular. Ningún mensaje nuevo. Ninguna llamada.
Solo el silencio.
Suspiró y rodó hacia el lado. Vio la foto que aún insistía en mantener como fondo de pantalla: él y Theo, sonriendo en un raro fin de semana en la playa. Era una de las únicas memorias buenas que guardaba de la vida en familia, antes de que todo se derrumbara. Antes de que los padres lo llamaran vergüenza. Antes de que el padre dijera, con frialdad quirúrgica, que él era una falla de carácter, una desviación inaceptable.
El rechazo no dolía más como antes… pero aún dejaba marcas.
Se levantó lentamente. Fue hasta la cocina minúscula de su apartamento y preparó un café solitario. Pasó por la estantería donde guardaba algunos libros de enfermería y una caja de madera. Se quedó parado frente a ella por largos segundos antes de abrirla.
Allí dentro, cartas que nunca fueron enviadas. Todas escritas para el mismo destinatario:
Dominic Vasconcellos.
Palabras que jamás serían leídas. Deseos que nunca serían atendidos. Un amor imposible, ridículo, unilateral. Pero era allí donde él colocaba todo lo que no podía decir en voz alta. Y tal vez nunca dijera.
Con la taza en las manos, Thiago se sentó en el sofá y encendió la TV solo para llenar el vacío. Las noticias pasaban como ruido blanco. Él miraba, pero no veía. El pensamiento aún estaba preso en la noche anterior — en la voz fría de Dominic, en las palabras duras, en la mirada de desprecio. Él no conseguía entender cómo podía amar a alguien que lo lastimaba tanto. Pero el corazón era terco… y tonto.
Alrededor de las diez, Theo mandó un mensaje:
> 🌞 Theo: Hermanito, ¿vas a salir hoy? Yo estoy de guardia hasta las 20h, pero después paso por ahí. ¿Quieres cenar conmigo?
Thiago sonrió levemente. Theo siempre intentaba compensar todo lo que el mundo le arrancaba.
> Thiago: Quiero sí. Voy a esperarte.
Era extraño cómo pequeños gestos, como aquel mensaje, aún conseguían mantenerlo entero. Incluso cuando todo dentro de él parecía derrumbándose.
Decidió entonces tomar un baño, vestir una ropa cómoda y caminar hasta la plaza cerca de casa. El aire fresco tal vez ayudara a vaciar la mente. Llevó consigo un libro — incluso que supiera que no iba a leer ninguna página.
Se sentó en un banco bajo la sombra de un árbol. Parejas pasaban de manos dadas. Niños corrían. Personas sacaban fotos, reían, vivían. Y él… solo existía.
Fue en ese momento, mirando el mundo girar a su alrededor, que se preguntó:
“¿Y si yo no estuviera más aquí? ¿Alguien sentiría falta?”
La pregunta quedó suspendida en el aire, como humo. Dolorosa. Cruda. Real.
Pero antes de que se hundiera en ella, el celular vibró de nuevo. Otro mensaje.
Esta vez, de un número desconocido.
> 📱: Thiago, soy el Dr. Dominic. Necesitamos conversar. ¿Estás disponible mañana antes de la guardia?
Su corazón paró por un segundo.
Dominic.
¿Por qué estaría mandando mensaje? ¿Cómo consiguió el número? Y lo más importante: ¿qué quería?
Thiago quedó encarando la pantalla como si ella pudiera darle respuestas.
Pero había solo una certeza en aquel momento.
El mañana no sería más tan silencioso.
Thiago aún encaraba el mensaje cuando el sol comenzó a bajar en el cielo. Los colores del fin de tarde teñían la plaza de dorado, pero todo parecía distante, como si él estuviera dentro de un vidrio, observando el mundo sin tocarlo.
"Thiago, soy el Dr. Dominic."
Solo aquellas palabras ya habían quitado el suelo de sus pies. Dominic nunca había hablado con él fuera del ambiente del hospital. Nunca lo había mirado con algo que no fuera desprecio. Y ahora, después de haberlo humillado en frente de todo el equipo, ¿él quería conversar?
Thiago bloqueó el celular con los dedos temblorosos. No sabía qué pensar, ni cómo reaccionar.
— Ahí estás tú.
La voz familiar lo sacó de vuelta a la realidad. Theo estaba parado frente a él, con una sonrisa gentil y los ojos atentos.
Thiago se levantó inmediatamente y lo abrazó, como si fuera el ancla que necesitaba en aquel momento.
— Estaba preocupado — dijo Theo, acariciando los cabellos del hermano. — No respondiste después del mensaje de la mañana. Pensé que te hubieras… qué sé yo, hundido.
Thiago rió bajito, un sonido breve y sin fuerza.
— Casi me hundí, pero… aquí estoy.
— Vamos a casa, entonces. Yo traje pizza y tu refresco idiota de fresa. — Theo levantó la bolsa con orgullo. — Y antes que digas cualquier cosa: sí, yo sé que es dulce de más. Pero a ti te gusta, entonces cállate.
Ellos rieron juntos. Por primera vez en aquel día, Thiago sintió algo calentar dentro del pecho. Algo parecido con amor. Con acogimiento.
En aquella noche, los dos cenaron sentados en el sofá, con la TV encendida en algún programa irrelevante, solo por el ruido de fondo. Theo hablaba sobre las guardias, los pacientes que fingían fiebre solo para escapar de la escuela, y las peleas internas de los residentes. Thiago oía, riendo de vez en cuando, pero su mente aún volvía, insistentemente, para el mensaje de Dominic.
Theo percibió.
— Estás extraño. — Él entrecerró los ojos. — ¿Qué está aconteciendo?
Thiago vaciló. Tomó el celular y mostró el mensaje.
Theo leyó, frunció el ceño y soltó un largo "hm".
— Él nunca te mandó mensaje antes, ¿verdad?
— Nunca — Thiago respondió bajito. — Y ahora quiere conversar conmigo antes de la guardia de mañana.
— ¿Y qué crees que él quiere?
Thiago se encogió de hombros, encarando el vaso de refresco.
— Tal vez… despedirme. Alejarme de una vez. O solo humillarme de nuevo, en particular esta vez.
Theo bufó, cruzando los brazos.
— Mira, Dominic es mi mejor amigo hace años, pero a veces él es un idiota frío. Solo que... él no hace ese tipo de cosa por nada. Si él pidió para conversar, es porque tiene un motivo.
— ¿Y si es malo?
— ¿Y si es el comienzo de alguna cosa diferente?
Thiago desvió la mirada, sin coraje de creer en eso.
— Yo no quiero ilusionarme, Theo. Ya basta lo que siento por él en silencio. Si él sabe de eso… — Él tragó seco. — Va a odiarme aún más.
Theo se aproximó y tomó la mano del hermano.
— Thi… tú no necesitas esconder quién eres. Y mucho menos esconderte de nadie. Ni de Dominic. Ni de papá. Ni de nadie.
El silencio entre ellos fue llenado con aquella presencia cálida. Era bueno tener a Theo. Era esencial.
Antes de dormir, Thiago volvió a mirar el mensaje de Dominic.
“Necesitamos conversar.”
Podría ser el fin.
O el inicio.
Y con el corazón apretado, él respondió:
> Estaré disponible a las 06:30. Antes de la guardia.
Enviar.
Ahora, no había más cómo volver atrás.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 46 Episodes
Comments