Confesiones bajo la luna

Pronto llegaron a una mansión imponente, ubicada en una zona que ella sabía que pertenecía a humanos ricos. Era un lugar que no esperaba ver en medio de su dolor, pero por primera vez en horas, sintió algo parecido a seguridad. La estructura era majestuosa, con columnas de piedra y ventanas altas que reflejaban la luz de la luna. El jardín que la rodeaba estaba bien cuidado, pero había algo en el aire, algo salvaje y primitivo, que le recordaba que este lugar no era del todo humano.

—Entra ordenó Marcus, abriendo la puerta principal con un gesto firme.

Fernanda lo miró, confundida.

—¿Por qué haces esto? preguntó.

Él no respondió de inmediato. Simplemente la miró por un momento, sus ojos dorados brillando con una intensidad que la hizo sentir expuesta. Finalmente, dijo:

—Porque sé lo que es perderlo todo.

La chimenea crepitaba suavemente en la mansión de Marcus. Fernanda, envuelta en una manta gruesa, observaba las llamas mientras intentaba procesar todo lo que había sucedido. Marcus permanecía de pie junto a la ventana, con los brazos cruzados, su silueta recortada contra la tenue luz de la luna. El ambiente era cálido, pero la tensión entre ellos.

—¿Por qué me ayudaste? preguntó finalmente Fernanda, rompiendo el silencio incómodo.

Marcus no respondió de inmediato. Cuando finalmente lo hizo, su voz era profunda y cargada de una melancolía que ella no esperaba.

—Porque sé lo que es estar sola. Sé lo que es ser traicionado. Hizo una pausa, como si estuviera reuniendo el valor para continuar. Yo también fui parte de una manada. No siempre fui un renegado.

Fernanda levantó la mirada, intrigada por su tono. ¿Qué pasó? preguntó.

Marcus se acercó y se sentó frente a ella.

—Era un alfa, el líder de la manada Luna roja. Marcel, mi lobo, era respetado y temido. Pero no todos compartían mi visión. Sus manos se apretaron en puños. Un grupo dentro de mi manada conspiró contra mí. Me acusaron de traición, un crimen que no cometi. Fui desterrado. Y mi manada… mi familia… me dio la espalda.

Fernanda notó cómo la voz de Marcus se quebraba ligeramente. Aunque lo acababa de conocer, sentía una conexión extraña con su dolor.

—Marcel es lo único que me queda añadió Marcus, mirando hacia la ventana. Él es tan parte de mí como yo de él.

—¿Puedo… conocerlo? preguntó Fernanda con un hilo de voz, intrigada por la conexión entre Marcus y su lobo.

Marcus la miró, evaluándola por un momento, antes de asentir. Se levantó y salió al jardín, gesticulando para que lo siguiera.

Cuando Fernanda cruzó la puerta hacia la oscuridad del jardín, lo vio. Un lobo imponente y majestuoso emergió de las sombras. Marcel. Su pelaje negro absorbía la luz de la luna, y sus ojos dorados brillaban con una inteligencia casi humana.

Fernanda se quedó sin aliento.

—Es hermoso murmuró, dando un paso adelante.

—Y peligroso advirtió Marcus, aunque no había severidad en su tono. Pero él sabe que estás conmigo.

Marcel se acercó lentamente a Fernanda, olfateándola antes de inclinar ligeramente la cabeza, como si reconociera algo en ella.

Fernanda no podía apartar la mirada del lobo. Algo en él le resultaba familiar. Entonces lo entendió: Sacha, su loba, tenía un pelaje similar, aunque con un brillo azulado que la hacía única.

—Sacha… susurró.

¿Sacha? preguntó Marcus, levantando una ceja.

—Mi loba respondió Fernanda, mirando al suelo. Su conexión con Sacha siempre había sido fuerte, pero después de lo ocurrido con Víctor, sentía que su vínculo se había debilitado.

Marcus asintió, como si entendiera lo que ella no decía.

—Ella está contigo, aunque ahora te sientas rota.

Fernanda levantó la mirada, sorprendida por la comprensión en su tono.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque lo viví. Cuando fui desterrado, Marcel me mantuvo cuerdo. Sin él, no estaría aquí.

Las palabras de Marcus parecían tocar algo profundo en Fernanda. Decidió que, debía abrirse con alguien.

—Mis padres fueron asesinados cuando era niña comenzó, su voz temblorosa. Lobos renegados los atacaron mientras mi hermana y yo estábamos jugando en el bosque. Yo… yo no pude hacer nada.

Marcus la escuchó en silencio, sus ojos fijos en ella.

—Desde entonces, juré proteger a Natalia, mi hermana. Pero ahora… ella me ha traicionado, aun no encuentro la razón por lo que me hizo ese acto cruel.

Marcus frunció el ceño, pero no la interrumpió.

—Víctor, mi pareja destinada, me engañó con ella. Los vi juntos, en nuestra casa… Fernanda tragó saliva, tratando de mantener la compostura. Sacha me dijo que me fuera, que corría peligro, pero no pude evitar sentirme… perdida.

Marcus dio un paso hacia ella, su presencia reconfortante de una manera que Fernanda no entendía del todo.

—Lo que te hicieron no define quién eres, Fernanda. Pero sí define quiénes son ellos.

Ella lo miró, sorprendida por sus palabras.

—Sacha es fuerte continuó Marcus. Y tú también lo eres. No dejes que te quiten eso.

Fernanda sintió que algo dentro de ella se encendía. Quizá, solo quizá, no estaba tan sola como pensaba.

Marcel emitió un gruñido suave, como si también compartiera el sentimiento de Marcus. Fernanda se permitió una pequeña sonrisa, desde que había huido, sintió que podía respirar.

—Gracias murmuró, mirando a Marcus y a Marcel.

—Esto es solo el comienzo respondió Marcus, su tono lleno de una certeza que Fernanda apenas comenzaba a comprender.

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