Un bebote

Cogí un palo de escoba, mi almohada y algo de coraje. Me asomé lentamente hacia la ventana mientras pensaba que el sótano no fue un buen lugar para alquilar, juré que si conseguía algo de dinero extra por ahí me rentaría un mejor lugar para vivir, pensé en una casa por el campo, pero luego pensé en la conectividad y la disponibilidad de recursos, soy un vago sin remedio y la vida en el campo no era para mí, pero fue tranquilo sería, soñé, en esos breves segundos me imaginé en un campo abierto rodeado de bosques y una llanura de flores amarilla sin nada a miles de kilómetros de distancia, que sueño.

El llanto del bebé me trajo a la realidad, abrí la ventana y ahí estaba, la canasta era bastante grande y pesada, saqué la mitad de mi cuerpo por la ventana para poder jalar la canasta y entrarla en mi humilde cueva.

Vaya, que bonito y regordete bebé, espera...

Lo miré un poco más, lo observé con cuidado, se parecía a alguien, ¿a quién?, no podía descifrarlo.

No era un bebé recién nacido, ya tenía dientes y era muy pesado, lo cargué con esfuerzo y estuvo por resbalarse de mis manos un par de veces. Lo seguí mirando, él también me miraba, hace unos instantes lloraba como si no hubiera un mañana y ahora míralo, muestra sus dos únicos dientes y trata de agarrar mi cara, tiene mejillas tan gorditas y rosadas, que hermoso bebote... Aguanta, ¿qué es ese asqueroso hedor?

Dejé al bebé en su canasta y fui a cerrar la puerta del baño, ya que vivo en el sótano a veces el olor se vuelve insoportable por las mañanas, pero cuando me acerque a cerrar la puerta del baño me pareció que el hedor ya había desaparecido, igual cerré la puerta.

Volví con el bebote, y el hedor volvió.

Oh no, no, no, no, no, no y no.

¡Qué mier...! Tenía una suposición, una que esperaba y no fuera cierta, pero tengo muy mala suerte, el bebote estaba sucio... ¿Qué se supone que haga?, ¿Debería regresarlo a la calle y que alguien más se encargue?, si, eso haré.

Alcé la canasta y estaba dispuesto a dejarlo dónde lo encontré, pero como si el bebote se diera cuenta de lo que pensaba hacer empezó a llorar a todo pulmón, el pánico se apoderó de mí y no tuve más remedio que regresarme la canasta.

¡QUE PROBLEMÁTICO BEBOTE!

Me puso un gancho de ropa en la nariz, estuvimos mirándonos como diez minutos sin hacer nada, reflexioné un poco, y caí en cuenta de que si no lo cambiaba yo... Lo cambiaría otra persona.

Me coloque mis mejores trapos, no me quite el gancho de la nariz y salí a la calle con la canasta en brazos.

No te preocupes bebote, conozco a alguien que puede ayudarnos y sobre todo ayudarte a ti que te estás pudriendo.

Caminé lo más rápido que pude y llegué a la casa de esa persona.

Hola

¿Tú?, ¿qué haces aquí a esta hora?, ¿qué es eso?, ¿qué diablos...?

Se llama Champa, es un amigo que conocí en línea, es un omega muy buena onda y que tiene dos diablillos que dicen ser hijos suyos.

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