Capítulo 4

Salgo de donde estaba y voy para deshacerme de mi sobrino

-Bien, vamos a ver a esa muchacha, que te tiene tan cansado-

-No está-

-¿Cómo que no está?-

-No, nadie la vio salir tampoco, no sé qué pasó-

-Capaz quiso escapar de tu habitación tirándose por la ventana-

Al decirle eso me reía y le palmeaba la espalda, podía sentir como se enojaba

-Pero ella es la que me persigue… ¿Cómo haría algo así?-

-Bien, bien muchacho, ella está enceguecida por tu belleza… ten cuidado, capaz te acose desde dentro del ropero-

-Tío no te burles-

-Bueno, no me burlo, me voy que tengo trabajo, estudia mucho príncipe-

Me retiré rápido. Cuando llego a mi habitación estaba Gabriel en la puerta del lugar. Como dijo jefe, nadie entró en su ausencia.

-Bien, cuida la puerta-

-No hagas nada ilegal-

-¿Por quién me tomas? Déjate ya de bromas y tráeme ungüento y vendas-

-¿La vas a curar tú mismo?-

-¿Algún problema?-

-No creí que algún día esto pasara-

-Idiota, si llamo un médico sería más raro e incómodos para todos-

-oh solo por eso la ayuda… ya vengo entonces, buscaré lo que mi emperador desea, así lo ayudo a ser buena persona-

Si no fuera tan fiel a mí, ya lo hubiera asesinado hace tiempo….

Ahora muchacha que historia tendrás…

Relata Melanie Liberto

Abrí mis ojos lentamente, me dolía un poco el costado derecho, justo en las costillas, debo tener una costilla rota por lo menos, me siento como puedo en la cama, observo la habitación en la que estaba, no la conocía ¿Dónde diablos terminé? Espero que no sea nada raro.

Mientras trataba de pensar qué paso, escucho la puerta que se abre, me vuelvo a acostar y me hago la desmayada, siento a alguien que se sienta a mi lado

-Muchacha ¿vas a seguir fingiendo o vas a abrir los ojos?-

Me incorporé como pude chasqueando la lengua

-Que perceptivo-

-¿Acaso sabes quién soy?-

-¿Algún ricachón?-

Comenzó a reír, mientras me agarraba el tobillo que tenía lastimado, por inercia quise moverme para alejarlo

-Oye ¿Qué tocas?-

-Estoy viendo que tan mal estas, quédate quieta, o quieres que llame a un doctor-

Que llamé un médico implicaría que supieran que estoy aquí y eso no queremos que suceda… todavía tengo muy mala reputación… que niña idiota fui…

-¿Qué tanto piensas niña?-

-¿Cómo sé que no quieres hacerme nada?-

Se acercó tanto que podía sentir el dulce aroma de su aliento

-Si hubiera querido hacerte algo, créeme, ya lo hubiera hecho, estás en mi habitación después de todo, y sabes que soy el emperador, pero lo niegas, así que o una de dos, eres muy inteligente o eres muy estúpida…-

-Oye el estúpido eres tú-

Mientras me acercaba más a él con cara de enojada y señalándole con el dedo el pecho, el cual estaba al descubierto porque llevaba una camisa abierta. Al tocarlo pude sentir que algo andaba mal en su cuerpo, pero debía revisarlo mejor para comprobar… antes que siguiera hablando, mi mano estaba en su pecho y ambos sentados enfrentados mirándonos fijos.

-Así que te gusta meterte en la habitación de desconocidos y tocarlos… que pequeña atrevida…-

Antes que pudiera hablar, se gira y me agarra el pie lastimado, me saca el zapato con delicadeza y al solo toque grité, al tiempo que le pegaba en la espalda, al sexi hombre que sostenía mi pie

-¿Eres idiota? Duele como un demonio-

-Deja de quejarte, quien te manda a estar saltando por ventanas que están en un primer piso-

-No sabía que estaba tan alto-

Cuando estaban en plena discusión, se escucha un carraspeo de garganta, seguido de una voz masculina

-Señor le traje lo que me pidió-

El hombre lo fulminó con la mirada

-Golpea la próxima vez-

-Disculpe señor, escuche gritos y me preocupe por su seguridad. Pero nunca creí que encontraría esta escena-

-Vete idiota y cuida la puerta, que no entre nadie-

-Si señor-

Mientras me tapaba la cara con las manos, el hombre me mira por encima del hombro

-¿Ahora tienes vergüenza, niña?-

-Oye, no soy una niña-

-Claro….-

Me vendó mi tobillo, luego de ponerle un poco de medicina, al terminar se para, aprovecho para sentarme en la cama y poner mis pies en el suelo

-¿Te lastimaste algo más?-

-No, nada-

Cuando quise pararme, el dolor en mi costado derecho me traicionó, me volví a caer y el hombre se acercó a mí

-¿Estás bien?-

-Claro que no, me duele mis costillas-

-Déjame ver-

-¡No, estás loco!-

Desde donde estaba se agacha levente, para querer tocar mi costado derecho, pero en ese momento escuchamos los gritos de fuera, era la voz del sujeto que entro antes y la del príncipe

-Necesito ver al tío, mis padres quieren comprometerme-

-Príncipe, por favor, el emperador pidió que nadie entre-

-Es urgente-

-Lo que hace el emperador también-

-Córrete-

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