Capítulo 2
El primer host club abrió sus puertas en Tokio en 1966 y solamente los dos clubes más exitosos facturaban unos 6 millones de euros al año. El empresario número uno en el negocio de los hostos era Takeshi Aida. Su pequeño imperio (incluidos 4 “Host Club” y algunos bares pequeños) estaba valorado en 380 millones de euros.
Y el señor Tanaka Hoichi, dueño del Sheisin era el número dos. Eso se debía precisamente a su talento para reclutar a los mejores anfitriones de Japón. Ni siquiera el señor Takeshi tenía la misma habilidad y simplemente era el número uno porque poseía más locales que Tanaka. Aunque eso cambiaría pronto, porque él ya tenía planes para abrir su segundo club. Con anfitriones como Nao, trayendo ingresos cada vez más jugosos, ese sueño se cumpliría antes de lo planeado.
Tomar una copa en un host club era muchísimo más caro que en un bar normal pues cada bebida costaba entre 50 y 100 euros. Si a las copas de las clientas se le sumaban las del hosto que las acompañaban, más tabaco, tarifa de entrada y propinas, el gasto medio de una noche podría rondar los 400 euros.
Si además alguna de las clientas de más posibilidades pidiera, por ejemplo, una botella o dos de champán, el precio se dispararía fácilmente a más de 1.000 euros. Con eso, el local cerraba las puertas esa noche. Negocio redondo.
Por eso la labor de sus chicos era tan valiosa. Su trabajo consistía en encantar a sus acompañantes nocturnas e incitarlas a gastar mucho dinero en copas, como requerimiento imprescindible si deseaban estar en su compañía. Cuanto mejor era el anfitrión, más clientas querían pasar tiempo con él y más dinero empleaban en ese fin. Tanaka, levantó el teléfono y marcó a su mejor hosto para que entrenara al nuevo y lo pusiera al día del funcionamiento del Sheisin. Debía embellecerlo y prepararlo para su debut esa noche. Después de colgar se sirvió un vaso de sake del más caro. Estaba satisfecho, pues había sido un buen día para él.
......................
Esa tarde Nao se presentó media hora antes de la acordada en el club. Se sentía más tranquilo consigo mismo cuando hacía eso. Entró directamente al recinto y tocó en la puerta del señor Tanaka, pero nadie respondió, así que se sentó a esperar. El hombre llegó veinte minutos después con dos chicos jóvenes y extravagantemente vestidos. Con abrigos de pelo, cabellos largos y un aspecto como de muñeco Ken que a Nao le resultó un poco ridículo.
El señor Tanaka puso en su cara una sonrisa sardónica y le indicó que entrara detrás de ellos. Los presentó y luego señaló con un gesto del dedo a uno de los chicos para que saliera. El otro permaneció apoyado en la pared al lado de la puerta mientras Nao y el dueño del club se sentaban. El hombre le puso delante un contrato que le pidió leer. Nao iba a firmarlo de cualquier modo así que apenas lo miró por encima indiferente a los detalles. Con esto, quedaba todo arreglado y él podría empezar a trabajar allí.
—Este es nuestro hosto más popular y será el encargado de enseñarte todo. Síguelo y no des problemas. Aún estarás a prueba por este mes. Vete. —Siempre era así de cortante, entendió Nao.
Él se levantó y el otro chico, que se presentó como Sato Kai, lo llevó deprisa por un largo pasillo con muchas puertas a los lados. Al fondo había una estancia iluminada solo por focos incrustados en el techo. La sala estaba llena de tocadores con bombillas, como esos que se ven en el cine, y estructuras metálicas llenas de perchas como si fuera el camerino de un teatro. Kai empezó a mirarle y a descolgar algunas prendas combinándolas y probándolas sobre su cuerpo calculando la talla de Nao. Finalmente, empujó las perchas contra él y le indicó dónde cambiarse.
—Deberás pulir tu estilo al vestir. Ahora trabajas para complacer a las clientas y a ellas les gustan los hombres capaces de tener un fondo de armario mejor que el de ellas mismas. Un hosto y su dama “juegan” a ser una pareja perfecta desde el punto de vista femenino, no lo olvides. —Kai se apoyaba con los codos sobre un perchero esperando al otro hombre. Le hizo otra aclaración más. —Tu trabajo desde ahora es tontear, coquetear, mostrarte sexy, ser un seductor pero con límites firmes, hablar de moda, de películas románticas, de estilos de peinados, de zapatos, etc.
El guapo hombre iba enumerando con los dedos y mirando al techo como tratando de no olvidarse de nada.
—Cuanto mejor hagas eso, mejor te tratarán ellas, y con suerte te convertirás en el favorito de muchas. ¿Me sigues?. Y esa es la forma de hacer dinero aquí. ¿Me sigues? —volvió a repetir la coletilla por segunda vez como si temiera dar demasiada información.
Desde dentro del vestidor se oyó la voz ronca de Nao que hasta ese momento no había intercambiado una palabra con el otro chico. Su aspecto lo tenía desconcertado pues parecía más alguien con inclinaciones por los de su sexo, que alguien que se dedicaba a complacer mujeres.
No quería dar pie a malentendidos sobre su orientación sexual. Su experiencia de todos modos era tan poca, que lo mundano y lo cosmopolita se le escapaban completamente. Se miraba en el espejo y su cara expresaba la incomodidad por aquellas ropas, ajustadas y floridas, que no eran su estilo y lo hacían sentir un bicho raro. Si esto era lo que había que llevar, daba gracias a que solo lo verían en el recinto cerrado del club.
Que equivocado estaba.
Su primera labor fue precisamente fuera del club. Para eso estaba preparándolo Kai. Al caer la tarde les tocaba repartir publicidad, en las aceras del barrio rojo, pues ellos mismos eran el mayor reclamo para las féminas y hasta la hora de apertura se la pasaban abordando a chicas solas sobre todo.
Y en el caso de los que ya tenían tiempo trabajando en el Sheisin, se la pasaban mandando mensajes desde sus móviles a sus clientas fijas para incitarlas a acudir al club. La mayoría de los clubs abrían a las 4 de la tarde y estaban hasta las 2 de la madrugada, aunque extraoficialmente permanecían abiertos toda la noche, sobre todo en fin de semana.
—¿Estás listo? —lo acuciaba Kai.
—Sí. —Aún no se acostumbraba a mirarse así e intentaba colocar la camisa un poco mas suelta sube el pantalón, tironeando del borde. Como si eso fuera a mejorar su aspecto en algo.
Kai lo miraba negando con la cabeza. Era innegablemente guapo pero se le veía inseguro e incómodo. Aún así, eso lo hacia ver un poco vulnerable. Era justamente el tipo de todas las mujeres y sabía sin que nadie lo dijera que Nao iba a ser la sensación de esa temporada. Lo tomo del brazo con fuerza pero sin lastimarlo.
—Entonces, vamos. —Lo sacó casi a rastras.
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Comments
Lucia Feliciano Falcao
Nao va entrar en una ratonera 🪤🪤 con el dueño del club, por la desesperación no leyó el contrato y pulso la soga en el pescuezo 😏😏😏.
2023-12-03
3
Λlι Cαя∂ιηαlι✨ ♥️
Me da pena Nao , es como cuando a una mujer le ocurre lo mismo por necesidad y lamentablemente creó que fue un error no leer el contrato con detenimiento 🥺🥺🥺🥺
2023-11-17
1
Arelis Quintero
Pobre Nao, me imagino la incomodidad que debe sentir.
2023-11-12
1