Capítulo ll

-Buenos días señor soy Rodrigo, me citó Lorenzo Aramburu...

-Un minuto por favor, lo anunciaré

15 minutos después....

Se abría el portón de la mansión

Caminé y en la entrada me esperaba un hombre algo delgado, mayor y con el pelo blanco.

-Buenos días sigame lo llevaré al despacho del señor Lorenzo.

-Gracias

Caminé detrás de él, miraba todo a mi alrededor, era una mansión muy grande, su estilo era único, la pintura de las paredes en tonos crema y blanco, los muebles antiguos le daban un toque especial, la gran escalera que de seguro que conducía a las habitaciones, todo estaba en una armonía perfecta.

Toc toc...

-Adelante

-Señor... a llegado el joven Rodrigo.

Yo esperaba detrás de la puerta para entrar.

-Si que pase... gracias Tomás

-Si señor

Se acercó el hombre y me dijo muy cordial.

-Puede pasar joven, el señor Lorenzo lo espera...

Asentí con la cabeza y entré.

-Buenos días señor.. lo saludé y extendí mi mano

-Buenos días Rodrigo, pasa ven toma asiento, vamos a conversar.

Le agradecí y me senté enfrente de él.

-Bueno muchacho, el comisario me contó sobre ti, generalmente ayudo al comisario a incluir a los jóvenes nuevamente a la sociedad, eres un chico con suerte, nunca ningún joven ha venido a mi casa, pero al leer tu prontuario, no tuve ninguna duda de que eres un buen chico, te tocó la mala suerte de vivir una vida dura y solo necesitas una nueva oportunidad.

-Muchas gracias señor Lorenzo

-No Rodrigo no tienes nada que agradecerme, solo tienes que demostrarme que no me equivocó al darte esta oportunidad.

-Juro que no se va a arrepentir.

-Eso espero, te voy a proponer lo siguiente, empezarás como el chófer de mi hija, cobraras un sueldo mensual por eso, tendrás una habitación acá en mi casa, te daré comida y tendrás que anotarte en la facultad donde estudia Clara mi hija estudia economía para hacer una carrera, yo me haré cargo de todos los costos de tu educación.

-Pero señor con solo el trabajo basta...

-Tranquilo muchacho, presta atención, yo dentro de unos años me retiraré de los negocios y necesito a alguien de confianza que ayude y guíe a mi hija, yo ya estoy grande y no sé cuantos años más viviré, aparte voy a contarte algo que mi hija no sabe y no tiene que saberlo aún.

Yo escuchaba atento a todo lo que él señor Lorenzo decía.

Mi esposa está muy segura que le dejaré como herencia la mitad de mi empresa, pero he descubierto que tiene un amante, ella ha sido muy buena con Clarita, pero estoy seguro de que en cuanto se entere de que no está en el testamento se irá encima de mi hija.

Tú eres un muchacho con calle, que sabe defenderse, por eso es que te pido esto y a cambio vas a recibir todo lo que te ofrezco para proteger solo a mi hija.

Yo me quedé sin palabras ante el pedido de Lorenzo, era demasiado para mí y yo era un completo desconocido para él y su hija, pero no me quedaría otra que aceptar o ir a la cárcel, a pesar de que lo que me estaba proponiendo era una responsabilidad muy grande.

-Señor cuente conmigo...

-No sabes la tranquilidad que me da el saber que mi hija no estará sola... vamos pediré que te den tu habitación y todo lo necesario, también te presentaré a mi hija durante el desayuno.

Me sudaban las manos, estaba nervioso no me sentía seguro de poder cumplir con esto, pero Lorenzo se veía un hombre desesperado por proteger a su hija y gracias a él tenía la oportunidad de empezar de nuevo.

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