Mi mente está repleta de recuerdos tuyos.
No puedo sacarte de mi cabeza.
Pero de algo estoy seguro…
Mi amor por ti perdurará por la eternidad.
Recuerdo el color de tus ojos, tu voz cada vez que me hablabas, y esa mirada viva y gentil que me hacía sentir en casa.
Lo recuerdo todo: cada movimiento, cada expresión, cada pequeña cosa que te gustaba.
¿Y cómo no recordarte, si sigo atrapado en esta prisión de memorias?
En este departamento que compartimos, donde todo permanece igual, como si el tiempo se hubiera detenido el día que te fuiste.
Intento seguir con mi vida… pero no puedo.
Tu mirada aparece entre mis pensamientos y me impide avanzar.
Solo espero el día en que podamos volver a encontrarnos, para sonreír juntos otra vez.
Tal vez entonces podamos vivir esa vida larga que soñamos:
Envejecer lado a lado, cumplir nuestros sueños, formar una familia…
Pero mientras más lo deseo, más ajeno me siento a la realidad.
Porque sigo imaginando la vida que nunca tuvimos, tan vívida que duele despertar.
En serio, me haces tanta falta…
Te necesito tanto que he perdido el rumbo.
¿Podremos volver a encontrarnos alguna vez…?
Tal vez en otra vida, donde el tiempo no nos separe.
Porque en esta, nuestra felicidad fue breve… pero tan hermosa que aún me aferro a ella, como si en mis recuerdos, tú todavía estuvieras aquí.
Porque amarte fue mi eternidad. Una eternidad tan hermosa y dolorosa que quiero sentir para siempre... Porque de esa manera sabré que aún estás aquí.
En la eternidad de mis recuerdos.
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