Aún no me creo que lo que me ha pasado, incluso podría pensar que todo fue un invento de me imaginación, quizá fue el calor o me intoxique con el insecticida qué use en los rosales. Soy viejo pero no para tener demencia senil, aunque mi paso por esta vida ya ha sido largo y he visto mucho más de lo que hubiera deseado. La guerra y sus atrocidades, la enfermedad y como el amor un día llega y sin compasión después se va...
Pero esta vez, mi ojos no podían dar crédito a lo que tenía frente a mi, ahi en medio de las rosas rojas y el alcatraz una pequeña figura femenina de rasgos casi infantiles. ¿Pero que era aquello que veía? Era como una muñeca de porcelana con piel tan blanca como petalos de narciso y unos ojos de un azul profundo y radiante como una ipomoea, su cabellera negra y abundante enmarcaba su delicado rostro qué contenía rasgos finos y delicados, una sonrisa casi melancólica se dibujaba en sus labios rosas... Frote mis ojos para ver que no fuera una alucinación provocada por el intenso calor o el insecticida, no pareciera que tuviera fiebre y en todo caso si hubiese sido una simple alucinación, sería ver comida bailarina o animales hablándome. Pero esto es algo totalmente diferente, incluso escuché sus pequeños pasos, sonaban como el tintineo de campanas, pero no cualquier campana, mas bien como una de cristal, el sonido era armónico, sutil y delicado. Su pequeño cuerpecito tan delgado como ramitas parecía tan frágil, que en un momento en que el viento soplo me invadió el miedo pues estaba seguro que la mas mínima ráfaga la arrojaba a los aires y volaría sin rumbo.Una fuerte brisa se llevó mi sombrero de paja y me aroje al césped tratando de cubrir a la pequeña criatura, y de repente tras la reja de madera mi vecino Jhon se asomaba.
-¿Pero que haces ahí tirado Than?
"Como detesto que corte así mi nombre" pensé -Ocupandome de mi jardín y mis asuntos, algo que igual tú deberías hacer, le conteste de mala gana.
-Menudo asunto, yo solo pretendía regresarte esto.Vi pasar por encima de la reja mi sombrero de paja, Jhon se dio la vuelta y con una pequeña risa algo escandalosa para mi gusto se fue directamente a su casa. Al abrir mis manos pensé que ahí estaría la pequeña hada,pero para asombro mío entre mis manos no había nada, nada más que una ligero aroma a flores. Me levante del piso y sacudí la tierra de mi pantalón, pase horas entre las flores y los arbustos buscando a la pequeña hada, pero no la pude encontrar,llegada la tarde me rendí y regrese dentro de mi hogar, para cuando llego la noche giraba en mi cama de un lado a otro sin poder conciliar el sueño, un miedo me invadía pues el viento en esa noche estaba particularmente inquieto, las fuertes ráfagas hacían chocar las ramas del enorme pino en mi ventana, no es como que a mi en lo particular me diera miedo el clima en si, más bien era una angustia y preocupación por el hada que vi temprano en la mañana.-¿Estará bien?, Y si llega una tormenta ¿Acaso los truenos podrían asustarla?, ¿Tendrá algún lugar para refugiarse?. Como impulsado por un enorme resorte me levante de la cama y fui hasta la sala, ahí sobre la chimenea tenía una pajarera de madera que construí cuando en el manzano vi un pequeño nido y dos cardenales posados dentro de él cuidando de sus huevos. Desafortunadamente cuando por fin termine la pajarera fue muy tarde (admito que demore mucho tiempo en construirla, y es que la quería perfecta), ellos ya habían emigrando, desde entonces esa pajarera había estado sobre la chimenea acumulando polvo sobre ella,la tome entre mis manos y sonreí, fui al cobertizo por un poco más de madera y le hice unos pequeños muebles, nada ostentoso una mesita y un pequeño banquillo, una cama que acolchone con paja y algodón qué cubrí con un pedazo de una franela a cuadros qué corte de una vieja camisa, lo puse todo dentro de la pajarera y salí al jardín, el frío hizo que me temblará el viejo esqueleto, pero debía aguantar, encontré un lugar en medio de las margaritas y dejé ahí la pequeña casa, entre de nuevo a la mía y porfin pude dormir. A la mañana siguiente para sorpresa mía dentro no encontré nada pero sé que estuvo ahí, pues el pequeño banquillo había cambiado de lugar, ahora estaba cerca de la ventana, supongo que le gusta ver las flores al amanecer y como bajo los primeros rayos del sol algunas abren sus petalos, otras se levantan e incluso unas parece que danzan. Así pasaron los días, no la veía por ningún lado pero estaba muy seguro de que seguía por aquí, desde que la vi la primera vez el jardín se lleno de vida y color en mayor proporción, y el dulce tintineo se podía escuchar, puedo jurar qué incluso la vi bailando con un pequeño tejón. Una mañana mientras bebía café de una enorme taza, me puse a pensar, ¿tendrá nombre?. Me parece que es una Danna, si, claro que si, tiene cara de Danna. Ustedes dirán que como es posible que pueda decir eso, verán; Danna se vincula en ocasiones con una diosa celta qué está relacionada, con la luz, el calor y el día, mientras que por ser una variante del nombre Daniel significa Dios es mi juez. Asi que si, definitivamente es una Danna.
Danna la hada... hice un pequeño letrero de madera y coloque el nombre de Danna, lo puse frente a su casita. Un día mientras caminaba por las calles del pueblo creciendo en medio de una grieta en el asfalto vi crecer unas pequeñas flores amarillas, parecían una versión miniatura de girasoles, me agache y con cuidado corte algunas de ellas, de verdad que eran pequeñas, hice una pequeña corona pues pensé en lo bien que le quedaría, se vería tan contrastante con su negro cabello y esos hermosos ojos azules, la tejí con mucho cuidado y la puse a la entrada de la pajarera, la pequeña Danna en algún momento la tomó, pues después la vi sonreír tímidamente entre las azucenas con su pequeña corona de flores sobre su cabeza. Yo era feliz de ver su fugaz aparición entre las flores y los pequeños frutos, saber que vivía alegre y cómoda entre mis flores y arbustos, ella era una gran compañía, no hablaba conmigo, ni siquiera sé me acercaba pero me observaba al cuidar de las flores y las fresas, recortando los arbustos y sonreía, su timidez era tan tierna. Un día mientras estaba sentado en las escaleras de mi pórtico lo vi, era ese pequeño bribon de Rodrigo, un niño pequeño e inquieto no más de diez años de edad, pero todo un huracán, las niñas de toda la calle estaban tras de él, querían ser sus amigas y jugar todo el tiempo con ese pequeño. Debo admitir que cuando sea un joven traerá locas a todas las chicas del colegio, no quería verlo cerca de mi jardín, ya vi la película de Petter Pan y lo último que deseo es que la pequeña Danna quede atrapada por el encanto de ese pequeño travieso, igual que Tinker Bell, no quiero que se obsesione con ese pilluelo, es un buen chico, muy inquieto pero un buen muchacho. Aún así lo quiero lejos de Danna, y por muy gruñón que intente ser no conseguí ahuyentar a ese mocoso, el muy cabeza dura intento robar algunas de mis fresas, estaba acompañado de la pequeña Ruth, otra niña del vecindario, una traviesa y ventajosa negociadora. La muy pícara vende limonada fuera se su casa y 50 centavos es el precio por vaso, pero cuando intento comprarle, un dolar y medio es lo que me cobra la muy ventajosa, y ni pedir algo de hielo pues eso aumenta el precio. Los dos pillos descubrieron a la pequeña Danna entre la mata de fresas, su asombro fue tal que de sus bocas completamente abiertas cayeron los frutos que sin mi permiso ya habían tomado. Intente hacer que se fueran pero no se movieron. -¡Un hada, un hada! Gritaron maravillados era demasiado tarde, la paz de la que disfrutaba en compañia de la pequeña Danna ahora sería interrumpida cada día por esos dos, y no conformes con perturbar mi jardín mi hogar y mi paz invitaron a alguien más, un pequeño pelirrojo tímido y flaquito, Jeyden me parece se llama. Siempre anda con el rostro entre un libro y sentado pacíficamente en la rama del enorme árbol que esta en su jardín, sus ojos verdes brillaron cual esmeralda al ver a Danna entre las dalias, no podía creer lo que estaba frente a él, ahora cada tarde al regresar de clases ese trio se plantaba en mi jardín corriendo y riendo a carcajadas, supongo que juegan a las escondidas o algo así, los veo tirarse por entre las flores y mis arbustos incluso pusieron un pequeño camino empedrado desde la pajarera hasta la mata de fresas, les preparo galletas y un poco de leche cada día, me preocupa que pasen tanto tiempo aquí y sin comer, ¿donde están sus padres, a caso no tienen casa o deberes?. El tintineo de Danna se escucha por todas partes en toda mi propiedad, supongo que le hace feliz tener nuevos amigos, así que los dejo pasar la tarde aquí en mi jardín, debo admitir que incluso me benefició de ellos los pongo a arrancar los espinos y la mala hierba, les dije que eso podría enfermar a la pequeña Danna y ahora cada semana limpian sin falta el jardín. Es bueno tenerlos cerca, nunca había pensado en lo frío y silencioso que era todo antes de ellos, antes de Danna...
Esa pequeña hada, que llego un día, sin previo aviso ni invitación. Solo apareció entre flores de colores, dejando su fragancia y alegría por donde quiera que corría, aún no me lo creó. Aquí, acompañando a este viejo, llenando de vida y alegría, incluso el otoño y el invierno parecían cálidos y con color primaveral, su presencia lo llena de vida todo cada día. Sin saberlo ella no solo es mi compañía, es mi mejor amiga, es mi familia. Y ese trio que invade mi casa cada tarde, bueno ya no me quejo, las limonadas ya son más varatas y mi casa es la única que no recibe bromas pesadas cada Halloween, no tengo que limpiar huevos de mi pórtico ni nada por el estilo y recibo cuentos y reseñas de libros a domicilio, no creí necesitar más, pensé que ser un viejo gruñón y amargado era lo que quedaba para mi, pero la pequeña Danna me mostró que no es así, verla saltar de flor en flor, y esconderse de esos pequeños traviesos, su tintineo y sus ojos azules... ahora sé que siempre hay algo más, algo que la vida te hace volver a disfrutar, la magia y la ilusión, saber que incluso hay algo más que las palabras no podrán explicar, que todo es posible, que nada es solo blanco, negro o gris. Que incluso un ser extraordinario e increíble vive en mi jardín.