Hace tiempo existía algo llamado el ser de la noche, así es, el solía decir un montón de cosas y lo tomaban a loco pero que creés...
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En un pequeño pueblo, donde las sombras parecían alargarse con cada susurro del viento, vivía un hombre solitario llamado Samuel. La gente del lugar lo conocía como el "ermitaño", pues rara vez se le veía fuera de su casa, una antigua cabaña al borde del bosque. Las leyendas sobre el bosque eran muchas; se decía que en las profundidades de sus sombras habitaban criaturas que acechaban a los incautos.
Una noche, Samuel decidió aventurarse más allá de su umbral, atraído por un extraño resplandor que iluminaba el bosque. La curiosidad pudo más que el miedo, y mientras se adentraba entre los árboles, sintió cómo la atmósfera cambiaba. El aire se volvió denso y un frío helado recorrió su espalda.
Al llegar a un claro iluminado por una luna llena y brillante, Samuel vio una figura oscura en el centro, danzando al ritmo de un cántico sutil e hipnótico. Era una mujer de piel pálida y ojos vacíos que parecían absorber la luz a su alrededor. Sin poder resistir la atracción, Samuel se acercó a ella.
"Bienvenido a las dimensiones de la noche", susurró ella con una voz melodiosa pero inquietante. "Aquí, los solitarios encuentran compañía... aunque no siempre es lo que esperan."
De repente, la luna brilló intensamente y Samuel sintió cómo el mundo a su alrededor comenzaba a distorsionarse. Las sombras comenzaron a moverse, convirtiéndose en figuras ominosas que lo rodeaban. Él intentó retroceder, pero sus pies parecían estar pegados al suelo.
"¿Qué deseas?", preguntó la mujer mientras sonreía con una expresión enigmática. "¿Tienes miedo de descubrir lo que hay en tu interior?"
Samuel sintió cómo sus temores más profundos emergían: la soledad, el arrepentimiento por decisiones pasadas y el anhelo de conexión. Las sombras comenzaron a tomar forma humana, representando a aquellos que había perdido en su vida: amigos olvidados, amores perdidos, todos mirándolo con ojos tristes.
"¡No! ¡Déjenme en paz!", gritó Samuel mientras luchaba por liberarse del abrazo gélido de las figuras.
Pero era demasiado tarde; había cruzado un umbral del cual no podía regresar. La mujer sonrió y extendió su mano hacia él. "Aquí nadie está solo", dijo con un eco que resonaba en su mente.
A partir de esa noche, Samuel ya no fue visto en el pueblo. Algunos decían que se había perdido en las dimensiones de la noche, atrapado entre sus propios miedos y las sombras que lo rodeaban. Aquellos que se aventuraban cerca del bosque decían escuchar susurros en la brisa nocturna y ver destellos de luz extraños entre los árboles.
Y así, el hombre solitario se convirtió en parte de la leyenda del bosque, recordado como aquel que buscó compañía pero encontró solo las dimensiones oscuras de su propia
La historia de Samuel comenzó a transformarse en un mito entre los habitantes del pueblo. Nadie se atrevía a adentrarse en el bosque, especialmente al caer la noche. Sin embargo, una joven llamada Clara, intrigada por la leyenda, decidió que debía descubrir la verdad detrás de la desaparición del ermitaño.
Una noche sin luna, Clara se armó de valor y se dirigió al bosque. Cada paso que daba parecía resonar en el silencio abrumador que la rodeaba. Recordó las advertencias de los ancianos del pueblo, pero su curiosidad era más fuerte que su miedo. Mientras caminaba entre los árboles, sintió una presencia extraña; era como si el bosque mismo la estuviera observando.
Al llegar al claro donde Samuel había desaparecido, Clara se detuvo. La atmósfera era densa y pesada, y un escalofrío recorrió su cuerpo. De repente, un resplandor tenue comenzó a emerger del suelo, iluminando las sombras danzantes que parecían cobrar vida. Clara sintió una mezcla de temor y fascinación; sabía que había cruzado un umbral que la llevaba a lo desconocido.
"¿Quién está allí?", preguntó con voz temblorosa.
La figura de la mujer apareció nuevamente ante ella, sus ojos vacíos reflejaban el brillo del resplandor. "Bienvenida, Clara. Has venido en busca de respuestas", dijo con un tono suave pero penetrante.
"¿Qué le pasó a Samuel?", preguntó Clara, sintiendo cómo el miedo comenzaba a apoderarse de ella.
"Samuel eligió enfrentar sus miedos y fue absorbido por las dimensiones de la noche", explicó la mujer. "Aquí las almas solitarias encuentran compañía... pero no todas están listas para lo que esto implica."
Clara sintió cómo el aire se volvía más frío y las sombras comenzaron a acercarse. Sin embargo, en lugar de huir, recordó las historias sobre el poder del amor y la amistad que había escuchado desde pequeña. "No tengo miedo", afirmó con determinación. "Vengo a buscar a Samuel y traerlo de vuelta."
La mujer sonrió con una mezcla de curiosidad y desafío. "¿De verdad crees que puedes rescatarlo?"
Con cada palabra pronunciada por la mujer, Clara sintió una conexión con Samuel; comprendía su dolor y soledad. Decidida a liberar su alma atrapada entre sombras, comenzó a recordar momentos felices compartidos con él: risas en el pueblo, conversaciones profundas bajo las estrellas.
Las sombras alrededor comenzaron a retroceder ante el poder de esos recuerdos. "¡Samuel!", gritó Clara con todas sus fuerzas. "No estás solo. Vuelve conmigo."
Un eco resonó en el aire, y en ese instante, vio una figura familiar emerger entre las sombras: era Samuel. Su rostro reflejaba confusión y tristeza, pero también un destello de esperanza al escuchar la voz de Clara.
"Clara...", murmuró él mientras avanzaba hacia ella. "No sé si puedo volver."
"Sí puedes", le respondió ella con firmeza. "No tienes que enfrentarlo todo solo."
La mujer miró cómo los dos se acercaban y sintió cómo su poder comenzaba a desvanecerse ante la fuerza del amor y la conexión humana. Las dimensiones comenzaron a desmoronarse alrededor de ellos como un castillo de naipes.
Con un último esfuerzo, Clara extendió su mano hacia Samuel. "Toma mi mano."
En ese instante mágico, sus manos se unieron y una luz brillante envolvió sus cuerpos. Las sombras gritaron mientras eran arrastradas por el resplandor.
Cuando finalmente despertaron, ambos se encontraron en el claro del bosque bajo una luna llena radiante. Las criaturas oscuras habían desaparecido; solo quedaba silencio y paz.
"Lo hicimos", dijo Samuel con asombro mientras miraba a Clara.
"Sí", respondió ella sonriendo. "Nunca más estarás solo."
Desde esa noche, Samuel regresó al pueblo junto a Clara, quien le mostró que siempre hay esperanza incluso en las horas más oscuras. Juntos compartieron sus experiencias y ayudaron a otros a enfrentar sus propios miedos.
Las leyendas sobre el bosque continuaron existiendo, pero ahora estaban acompañadas por una nueva historia: la historia de dos almas valientes que desafiaron las dimensiones de la noche para encontrar luz en medio de la oscuridad.
Ves siempre hay esperanza, después de un día tan oscuro y aterrador... no te dejes vencer por los miedos y las inseguridades que invaden tú luz...
Siempre se puede salir adelante solo es cuestión de querer...
No te dejes invadir por esas dimensiones que llegan a distanciarte de todos...
Vamos adelante se que puedes...
Un saludo y gran abrazo de parte del autor para quien esté leyendo un pedacito de esta historia....
👋🏻😄🌹