-¿Tu prima es estudiante de odontología, novia de un tipo llamado Joaquín, muy alta, atractiva, sensual...? -y estuve tentado a agregar: "sifilítica".
-Exactamente. ¿La conoces? -repitió desconfiada.
No había escapatoria.
-Mejor de lo que te imaginas...
-¿Es ella...?
Asentí.
Me miró con los ojos muy abiertos. Hubo un silencio tenso. Acorralado por la dureza de su rostro, haciendo grandes pausas, comencé a confesarle todos los detalles de mi relación con su prima, sin olvidar comentarle lo de la amenaza.
Dhamar bajó la cabeza por un tiempo que me pareció eterno. Cuando la levantó, su gesto se veía lleno de tristeza, pero sereno.
-Joana me llamó hace poco para pedirme una cita con el doctor Asaf-susurró como para sí. Mi tía ha cohabitado con varios hombres. Su último galán, con quien lleva viviendo más de dos años, es un militar de mal carácter que gusta de agredir a todo el mundo por las más pequeñas insignificancias.
Se volvió a quedar callada meditando y finalmente agregó:
-Yo estaba muy preocupada por el asunto pendiente que tenías con "alguna" chica... Ahora
no sé qué pensar.
Hubo un silencio cargado de melancolía. La miré de frente y no pude contener la frase:
-Te amo, Dhamar.
Sonrió tristemente y me tendió una mano. Me acerqué y la tomé para acariciarla.
-¿Entonces -pregunté meditabundo el matrimonio, con todo y la mala fama que tiene, sigue siendo la opción más inteligente?
Sí, Efrén. Y no estoy sugiriendo que sea el estado perfecto o idílico en el que todos serán felices. No. Entre los retos más difíciles de lograr que hay en este mundo no hay ninguno más difícil que un buen matrimonio. Se debe trabajar mucho por é!, sacrificarse, renunciar a infinidad de cosas Si nosotros nos casamos, tal vez algún dia yo llegue a desear ponerle cianuro
a tu café y quizá tú hagas complicados planes para ahorcarme. Pero después de luchar y desgreñarnos vendrá la calma y las lágrimas, y podremos abrazarnos y reírnos de nosotros mismos. El periodo de adaptación será largo, difícil, doloroso. Pasarán años y no terminaremos de aprender a convivir como pareja. Será complejo, pero valdrá la pena, porque cuando todo parezca ponerse en contra tuya, cuando caigas y te sientas derrotado, sabrás que habrá alguien que te espera con los brazos abiertos, que te ama, que se siente mal por tu tristeza, que estará a tu lado siempre, no importando los giros de tu fortuna. Y si es tarde y no has llegado a casa, tu esposa estará despierta, mirando el teléfono y asomándose por la ventana cada vez que oiga un auto. Y a mí, cuando los niños me falten al respeto, cuando el trabajo de la casa me agobie, cuando mis planes se deshagan y todo parezca venirse abajo, mi esposo me apoyará, me tomará de la mano y me dará fuerzas, como un amigo sincero en cuyo pecho podré llorar abiertamente, sin vergüenza y sin temor. Así como compartiremos el dolor también estaremos juntos para vivir las alegrías de nuestros logros, la felicidad de las fechas importantes, la belleza de ver crecer a nuestros hijos. Y cuando apaguemos la luz después de un día intenso, tendremos a quién abrazar por debajo de las sábanas para quedarnos dormidos al calor de su cuerpo...
Dhamar era toda una mujer. Su madurez me asombraba, su entereza, su fuerza espiritual, su inteligencia, me dejaban sin habla.
-¿Sabes una cosa? -dije luchando contra las lágrimas. Podrías ser una excelente vendedora.
Reímos con alegre emotividad. Me tendió los brazos y me acerqué a ella conmovido. La abracé con fuerza y, mientras lo hacía, cerré los ojos para susurrarle al oído que nunca la dejaría ir, que me tuviera paciencia, que la amaba, que daría mi vida por ella.