Cuando abrí los ojos, ya no era yo. Había despertado en el cuerpo de la temida villana del Reino de Velaris, la misma que había leído en mi novela favorita. Pero, ¿por qué yo? ¿Por qué poseer a una mujer que coleccionaba amantes como trofeos y era odiada por cada uno de ellos?
Frente a mí, los vi: los cuatro villanos que componían su harén. El letal espadachín que había jurado matarla tras traicionarlo, el mago que quería usar su alma para un ritual oscuro, el príncipe que ansiaba destruir su legado, y el asesino que deseaba ver su sangre correr. Y ahora... ¡todos esos enemigos eran míos!
Intenté calmarme. "Si soy diferente, si cambio su destino, seguro podré sobrevivir", pensé. Pero en cuanto abrí la boca para disculparme, uno de ellos desenfundó su arma, fulminándome con la mirada.
"Si no los trato bien, me matarán. Si no los controlo, también me matarán".
Entonces, algo en mi interior despertó, una chispa de desafío. "¿Saben qué? Yo también mando aquí. No me doblegaré ante ustedes".
Sonreí con una mezcla de nervios y osadía. "De ahora en adelante, ustedes serán mis esclavos. Les guste o no, aprenderán a obedecerme."
El silencio fue mortal. Luego, el príncipe se rió con burla. "¿En serio crees que puedes controlarnos?"
"Intentémoslo", respondí. Porque si iba a morir, lo haría siendo la reina indomable que este mundo jamás olvidaría.
**Capítulo 2: El juego comienza**
La tensión en la habitación podía cortarse con un cuchillo. Mis palabras aún flotaban en el aire, desafiantes, casi suicidas. Cuatro pares de ojos me escrutaban con una mezcla de incredulidad, ira y burla.
El primero en reaccionar fue Kael, el espadachín. Su espada descansaba sobre la mesa, pero en un abrir y cerrar de ojos, la empuñaba, apuntándola directamente a mi garganta.
"¿Crees que puedes jugar conmigo, mujer? La última vez que me miraste así, traicionaste mi confianza y vendiste mi honor. No volveré a ser tu marioneta."
Mi corazón latía como un tambor de guerra, pero mantuve la compostura. Sabía que si mostraba miedo, sería mi fin. Me armé de valor y sonreí con una calma que no sentía.
"Kael, ¿de verdad piensas que la misma mujer que te traicionó estaría aquí, mirándote a los ojos, desarmada? Si quisiera destruirte, ya lo habría hecho."
Su ceño se frunció, pero no bajó la espada. Fue entonces cuando Aiden, el mago, intervino desde su rincón oscuro. Su voz era un murmullo cargado de veneno.
"Interesante jugada. Pero dime, *mi señora*, ¿qué piensas hacer con nosotros? ¿Prometernos amor eterno para luego apuñalarnos por la espalda? Tal como hiciste conmigo."
Oh, cómo odiaban a la mujer que había sido. Y ahora ese odio era mío. Pero si algo había aprendido de las novelas de este tipo, era que en un juego de villanos, solo sobrevives si dominas el tablero.
"¿Amor? No, Aiden. Eso sería demasiado aburrido." Caminé hacia él, ignorando la espada de Kael y los ojos atentos de los otros. Me incliné hacia el mago, sonriendo. "No quiero su amor. Quiero su obediencia."
El príncipe Declan bufó desde su sillón, cruzando las piernas con una elegancia arrogante.
"Obediencia, ¿eh? Qué adorablemente ambiciosa. Aunque no olvidemos que estás viva por capricho nuestro. Podríamos matarte ahora mismo y nadie derramaría una lágrima."
"Podrían intentarlo", respondí con un brillo peligroso en los ojos. "Pero matar a la única persona que puede salvarlos sería un error fatal."
Hubo un instante de desconcierto. Era mi oportunidad.
"Ustedes me odian, lo sé. Pero también sé algo más: sus enemigos son mucho peores que yo. Y créanme, sin mí, caerán antes de que puedan tomar venganza. Así que aquí está mi trato: trabajemos juntos. Me protegerán, y yo haré que cada uno de ustedes obtenga lo que quiere."
El asesino, Silas, que hasta ahora había permanecido en silencio, soltó una carcajada baja.
"¿Y qué pasa si no queremos lo que tú ofreces?"
Lo miré directamente, sin pestañear.
"Entonces los destruiré, uno por uno. Pero eso sería una lástima, ¿no creen? Después de todo, juntos somos mucho más fuertes."
Hubo un largo silencio. Entonces, Kael bajó su espada, aunque su expresión seguía siendo de piedra.
"Esto será interesante."
Sonreí. El primer movimiento estaba hecho. Pero sabía que el verdadero juego apenas comenzaba.