En la prestigiosa Universidad de Wynton, una de las instituciones privadas más caras del país, Sebastian Thompson era un estudiante excepcional. Con una beca académica que cubría gran parte de sus gastos, Sebastian se enfocó en su carrera de Economía y Finanzas, determinado a triunfar.
María García, una hermosa y talentosa estudiante de Arte, provenía de una familia adinerada. Su padre era un empresario exitoso, y su madre una socialite influyente. María era libre, espontánea y apasionada, todo lo contrario a Sebastian.
Un día, en la biblioteca de la universidad, Sebastian y María se encontraron. Él estaba estudiando para un examen, y ella buscaba un libro de arte. Su mirada se cruzó, y Sebastian sintió un escalofrío. María, por su parte, se sintió atraída por su intensidad y concentración.
A medida que pasaban más tiempo juntos, Sebastian y María descubrieron que compartían una conexión profunda. María admiraba la inteligencia y determinación de Sebastian, mientras que él se sentía fascinado por su creatividad y pasión.
Sin embargo, Sebastian era un hombre racional y frío. No creía en el amor a primera vista ni en la emoción ciega. María, por otro lado, era emocional y apasionada. Su relación se convirtió en un baile entre la lógica y la emoción.
Después de tres años de relación, Sebastian y María se graduaron. Él consiguió un trabajo en una empresa financiera importante, mientras que María se mudó a Nueva York para perseguir su carrera artística.
Pero la felicidad de la pareja fue efímera. La familia de María no aprobaba a Sebastian, considerándolo "no lo suficientemente bueno" para su hija. La presión y las expectativas familiares pesaron sobre María, y finalmente, ella tomó la decisión de dejar a Sebastian.
"Lo siento, Sebastian", dijo, con lágrimas en los ojos. "Mi familia nunca te aceptará. No quiero hacerte sufrir".
Sebastian se sintió devastado, pero su racionalidad prevaleció. Sabía que no podía cambiar la opinión de la familia de María.
Años después, Sebastian se convirtió en un empresario exitoso, con una fortuna considerable. Un día, mientras asistía a una exposición de arte en Nueva York, se encontró con María. Ella estaba con otro hombre, un hombre más maduro y exitoso.
Sebastian sintió un golpe en el pecho, pero sonrió. Recordó la pasión y la conexión que compartieron, pero también sabía que ya no era suyo. Miró a María a los ojos, y sin decir una palabra, se dio la vuelta y se alejó.
No miró atrás. No necesitaba hacerlo. Había encontrado su propio camino, y María había encontrado el suyo. La vida los había llevado por caminos separados, pero la memoria de su amor permanecería para siempre.
Sebastian regresó a su hotel, sonriendo para sí mismo. Sabía que había tomado la decisión correcta al no luchar por María. La vida era demasiado corta para lamentarse por lo que podría haber sido. Tenía su éxito, su libertad y su futuro por delante.
Mientras se preparaba para dormir, Sebastian pensó en María. Esperaba que fuera feliz con su nuevo compañero. Él ya había encontrado su felicidad en el éxito y la independencia.
La vida continuaba, y Sebastian estaba listo para enfrentarla con una sonrisa.