Algo te falta y.
No es por ser malo, pero no lo voy a devolver...
-Mario, yo no te devolveré al perro -advertí por un mensaje de texto-. Es mío. No voy a renunciar a él. Me vale poco lo que digas. Vete. Vete y...
"Piensa en volver a mí, por favor".
Sé que no debería estar planeando este tipo de cosas tan "manipuladoras". Pero que puedo hacer. ¿Dime? Yo te amo más de lo que debería. Y te quiero ver.
-Sebastián ‐dijo mi nombre sin restarle ninguna letra como antes lo hacía para llamarme de modo cariñoso-. No juegues con eso. Tú ni siquiera lo quieres. ¡Ten un poco de consideración!
"¿Y tú lo tuviste cuando te vi besándote con mi prima?"
-No -respondí, mientras mi hermana menor jugaba con el perro-. Eres pobre. Ni siquiera tienes para comprarle su comida. No molestes.
-Si no me lo das, iré a tu casa a gritar a tu puerta.
-Hazlo -dije y entonces, decidí no ver más sus respuestas.
Él vendría.
Vendría por el perro.
¡Vendría!
"Maldita sea, ¿desde cuándo me volví tan imbécil? ¿Por qué chantajeo?".
Alguien... quien sea, por favor deténgame. No quiero convertirme en una "basura" de persona.