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¡MALDITA BRUJA!

PRÓLOGO

Miro a la mujer frente a mi, baila con la sensualidad que desprende por cada uno de sus poros. Sus caderas se mueven al ritmo de la música y su pelo precioso se agita en el aire.

Una punzada de celos me invade.

Se que no debería estar aquí. Si mi padre me encuentra, me metería a la escuela militar en un santiamén.

Pero el baile de la chica me impide moverme de su sitio. Es hermosa, pequeña pero arriba se ve preciosa, su pelo es color rojo, su antifaz es de algún animal que no reconozco desde la posición en la que estoy. Sus labios llevan tintura roja y sus mejillas son rosadas por el esfuerzo. El pequeño traje diminuto es lo que más me llama la atención, es sexy, las lentejuelas del sostén bailan junto con ella.

Y seré sincera, quise estar en sus zapatos. Quise estar bailando y tener la aprobación del público. Mostrar sensualidad en cada paso.

Me miré y no me agradaba para nada lo que observaba. Mis pequeños pechos se escondían debajo de mi blusa de tirantes, desde que me había "desarrollado" jamás apareció el "plop" que necesitaban. Mis caderas apenas y sobresalían de mis caderas y los pantalones solo evidenciaba mi falta de glúteos.

Definitivamente no era material para bailar en el cabaret La Bruja por mucho que yo deseara.

Cuando la chica encontró mi mirada sonrió con aprobación, yo me sentí aún más tímida.

—¿Eres lesbi?—Grito la chica cuando paro de bailar.

Negué con la cabeza.

—¿Bi?—Dijo mirándome de arriba a abajo.

Volví a negar pero esta vez más tímida, su mirada daba el miedo suficiente como para que huyera de ahí. Me recordaba a mi padre...

Pero en eso, cruzo las manos volviendo a inspeccionarme, sin decir una palabra bajo donde se encontraba y me miro aún más de cerca, sus ojos eran de color Menta y su nariz sobresalía del antifaz.

—¿Quieres trabajar aquí? Eres buen material.

Mi corazón golpeteo mi pecho "¿Yo? ¿Trabajar aquí?" En mi mente paso mi padre y su opinión sobre este lugar. Mi conciencia me dijo "No" pero no me importaba el antifaz volvía el anonimato y la distancia entre mi casa y la escuela era la suficiente como para mantener todo en secreto. Esperaba todo tener lo suficiente calculado para dejarme Guiar por el anonimato.

—¿Quieres trabajar aquí? Rápido niña, que no tengo todo el día.— La chica dio un chasquido de dedos que me despertó de mis pensamientos.

—Si — Y esas dos letras cambiaron completamente mi vida.

—Bien, me gustan las chicas decididas. Camina derecho y en la tercera puerta toca, ahí está la jefa y bienvenida.

Pensando que era un sueño, hice lo que me pidió, ya cuando me encontré frente a las puertas color crema toque. No sabia que esperarme, ni siquiera sabía porque estaba confiando en una chica que apenas conocía.

Quizá me iban a prostituir ó robar mis órganos.

Cuando alguien abrió, no era lo que me esperaba.

—¿Que?—Dijo de mala gana.

—La...la chica de allá, dijo...

Miro sobre mi hombro e hizo unas cuantas señales que no tuve el valor de ver.

—Pasa, tenemos que hablar de negocios.

Dudando lo hice, quizá estaba violando todo lo que mi padre me decía de estos lugares pero la confianza que daba la chica que podía confiar lo suficiente.

—¿Eres legal?

Negué con la cabeza. Venga, ahí se iba mi sueño. Sin dudarlo, me empecé a levantar, cuando ella misma me detuvo. Sus ojos grandes me miraron con humor.

—Con un poco de rubor y pestañas puedes hacerlo. Solo lo único que no quiero es tener un padre sobreprotector demandandome.

Se acomodó en su silla y me miro.

—Si mi padre no se entera, quizá y pueda funcionar.

—Suficiente para mi—Aceptó— ¡Bienvenida a La Bruja!

CAPITULO I

La ira de mi padre se mostraba en sus ojos, el no estaba feliz. Su cuerpo erigido demostraba que las calificaciones habían llegado a sus manos y no estaba feliz con mi nueve en Historia.

Era su materia favorita.

—Este comportamiento no es propio de ti Tracy Nave Morgan. —Camino de un lado a otro esperando intimidarme, lo lograba.— Esa calificación solo dice una sola cosa, drogas ó estas copulando con alguien más. Dime.

Trague saliva, ni siquiera yo sabia porque había bajado la nota, estaba completamente segura que la señora O'Connor le tenía el suficiente miedo a mi padre como yo, para no retarlo de esa manera.

—Yo no lo sé, papá. Estaba completamente segura que iba a sacar buenas notas. —Dije en susurro.

—¿Un ocho es una buena nota, Tracy? —Su voz subió dos octavas, estaba segura que la vecina había escuchado su voz.

—Papá, yo...

El se detuvo y me miro, sus ojos me intimidan y hacían que mi corazón quisiera salirse de mi pecho, cuando él me miraba me hacia sentir pequeña. Intente ponerme derecha, como a él le gustaba pero no pude.

—Estas castigada, tu ya sabes que significa eso. No me decepciones, por favor.

Y con eso abandonó la sala y mi nervios se fueron con él.

Mi mejor amiga, que se encontraba en la cocina saco su cabeza y miro a ambos lados. Ella le temía tanto a mi padre que ni siquiera se le aparecía en su camino. Su cabello rosado era la respuesta.

—¿Sé fue el general?

—Si no escuchas sus gritos, significa que abandonó el campo de batalla. —Me senté en el sillón ¿Porque no tenía unos padres normales como los de Dhapne?

—Esta vez fue intenso, Tracy, incluso estaba lista para salvarte.

Negué con la cabeza. Si mi padre veía el cabello rosado de Dhapne, podría explotarle una vena del cerebro o algo.

—Solo complicarias las cosas, Dhap.

Ella mastico su chicle ruidosamente y se acomodó en el brazo del sillón. Ella era mi mejor amiga desde preescolar, pero nunca había sido aprobada por mi padre, entonces ella siempre aparecía y desaparecía cuando escuchaba la voz de mando de mi padre.

Creo que por eso funcionaba nuestra amistad, era bastante escurridiza cuando se lo proponía.

Pero ella era la que le daba chispa en mi vida monótona, ella le ponía la sal y la pimienta que necesitaba para mantenerme cuerda en esta vida solitaria.

Sin embargo, ella no sabía mi secreto. De echo nadie lo sabía y lo prefería de aquella manera, no necesitaba que toda la escuela se enterara que trabajaba en un cabaret de bailarina.

Si, se escuchaba un mal lugar pero nada era como parecía, solo era como arte en baile, o al menos así yo lo veía. Los hombres eran extras, el deseo de sus ojos nos hacia sentir poderosas y la sensualidad del ambiente le daba ese toque picante que necesitába en mi vida.

No esta vida llena de reglas y normas que mi padre me imponía.

Sin embargo, yo no tenía la valentía que mi mejor amiga, yo no podía decir más de dos palabras delante de mi padre y si podía, él hombre objetaba toda mi opinión.

—¿Estás pensando en algo sucio? Tus mejillas...

Instintivamente me llevé las manos a las mejillas, era la única parte de mi cuerpo que era traicionera.

—No simplemente estoy pensando en mi papá—Mentí.

—Huy, alto ahí chica, el asesinato no es legal. Todavía...

—No seas tonta, estoy pensando en cómo le haré para que me deje ir al baile de bienvenida.

Ella me miró con la duda en su mirada, sabia que odiaba esos bailes.

—Oh Dios ¡ Si estás pensando en cosas sucias!— Grito antes de echarse para atrás en una carcajada.— ¿Dime quién es, es Dylan el de tu clase de ñoños ó Albert el estirado de ciencias?

Ambos no eran para nada mi gusto, pero a sus ojos eran las mejores personas. Ya saben el típico chico cliché, músculos, trasero y boca de ensueño. Pero a mi parecer, a mi me gustaban más ¿Lo normal? Chicos lindos, con buen gusto de musica y que para nada pensaran en sexo en la primera cita.

Creo que estaba influenciada por mi padre, después de todo.

—Ninguno, para nada pienso en chicos.

—¿Que, ya te decidiste a entrar a nuestro mundo? Es divertido. —dijo y típico de mi mejor amiga, se pavoneo frente a mi.

Dhapne era esas típicas lesbianas abiertas, coqueteaba con todo mundo pero respetaba cuando decía que no. Y ese era nuestro caso, nunca se me había insinuado y lo prefería de esa manera. No la amaba, pero la respetaba.

—Bien, me atrapaste, necesito aumentar mis calificaciones.

Ella se desplomó en el asiento e hizo cara de sufrida. Dhapne era una dramática total.

—Me aburro hasta la médula y tu solo piensas en calificaciones, pensé que ya me había deshecho de ellas desde hace, no sé, diez mil horas.

La mire, era la última en preocuparse en su futuro. Corrección: Dhapne no se preocupaba en lo absoluto, sus padres liberales tenían un lindo fondo para que su hija hiciera lo que quisiera. Si Dhapne quería ser una diva borracha, sus padres estaban ahí para aplaudirlo.

A veces lo envidiaba.

Jamás había conocido a mi madre, mi padre se encargó de sacarlo de mi sistema incluso antes de dejar el pañal. Él me había criado solo y lo apreciaba, pero como toda niña, necesitaba alguien que me comprendiera y solo obtenía regaños y órdenes.

Pero siempre me recordaba, que debía ser feliz, tenía una casa y un padre, una vida más o menos normal y debía tener la actitud correcta. Al menos tenía el cabaret para distraerme.

—Bien, ya que no me ofreces de comer yo misma lo haré— ella levantó su mano y le hablo— Linda, ahí hay un lindo estofado de camarones que tiene tu nombre, puedes devorarlo para que te crezcan las caderas como las Kardashian.

Asintio con un gesto de aprobación y camino hacia la cocina.

Mire el reloj, faltaban seis horas para escabullirse sobre mi cuarto y correr hacia La Bruja. Unos cuantos bailes y treinta dolares más, hacían que mi vida como hija de un militar tuviera que ser placentera.

Y si, si se lo preguntan. Amo bailar, pero no aquellos típicos bailes que solo te ayudaban a bajar de peso ó a expresarte. Lo mío era más sensualidad, quería expresar mi deseo por el sexo opuesto sin tocarlos. Era fácil, sin embarazos, sin tonterías. Solo expresar algo que no te podía romper el corazón.

—¿Me estas escuchando?—Grito Dhapne.

Me levanté del sillón y camine hacia ella, la cocina se encontraba en un perfecto desorden y sin pensarlo comencé a limpiar lo que ella ensuciaba.

—Esta semana entra un chico nuevo, al parecer es guapo, caliente.

La mire.

— Tú odias esas dos palabras— Le recorde.

—Pues es así de caliente. Tanto como para hacer una lesbiana pensar en cosas con sudor y perdiendo el sentido y todo.

Pase un trapo por la encimera y me detuve el tiempo suficiente para recoger las migajas de pan que dejaba al comer. Era imposible limpiar con la mano, nesesitaba una aspiradora.

—¿Quien te dijo semejante chisme?—Dije.

—Margaret lo escuchó de Morgana y ella lo escuchó de la rectora Jhonson.

—Creo que deberías parar los chismes.

—¿Porque?

—Porque yo como representante del comité estudiantil no he escuchado nada —Me encogió de hombros.

—¿Y que? Quizá no quiere el protocolo que Virginia High promueve. Incluso yo lo pensaría, eso totalmente es vergonzoso.

Y si lo era, daban tu nombre como anuncio matutino y tenías que decir tus gustos por el micrófono. Ni siquiera yo estaba de acuerdo en aquello pero así mandaba el reglamento así que no podía intervenir mucho.

—No puedo hacer nada al respecto.—Dije encogiendo de hombros.

—Bueno, mañana veremos al chico guapo. Ahora, vamos a Dairy Queen por un delicioso helado, muero de hambre.

Me reí.

—Te comiste todo el estofado.

—¿Me puedes culpar? El capitán Morgan cocina delicioso.

Asenti en aprobación, mi padre no era bueno educando a su hija pero su cocina era de lo más deliciosa.

CAPITULO II

Las luces de la casa estaban apagadas, mi padre está noche dormiría como tronco. Tenia guardia esta semana y se la pasaba la mayor parte del tiempo encerrado en el trabajo.

El capitán Raymund Morgan era el mejor de su clase y no era para más, su vida era el trabajo. Yo, su hija, quedamos en segundo lugar y para él, ese fue el motivo de abandono de mi madre. No la culpaba, vivir con un autoritario hombre que solo sabía ladrar órdenes no era la mejor compañía de esposo. Pero yo, como su hija, no tenía opción y la verdad, me acostumbré a ello.

Y a pasaba el suficiente tiempo como para gobernar mi vida. Pero eso solo lo sabia yl quería tener todos los hilos de mi crecimiento en la mano y se sentía seguro moviendolos desde la comodidad de su asiento en la guardia costera.

La alarma en mi celular vibró y supe quien era. Conteste a la tercera vibración.

—¿Donde estás, perra?

—Hola, buenas noches para ti tambien—Susurre.

—No jueges conmigo, hay demasiada gente pidiéndote ¿Donde te metiste? Llegarás tarde.

Dyna era la encargada de La Bruja, una mujer esbelta con curvas peligrosas y con buena visión para los negocios. Ella también participaba en el club de las Brujas y por supuesto era la estrella principal. Al parecer era mi jefa pero era más como una compañera para nosotros. No había posiciones desiguales, solo trabajo.

Mire mi reloj y estuve a punto de maldecir cuando Dyna le gritó a alguien en la barra.

—Lo siento, Dyna, corro enseguida para allá.

—Pues será que te apures, porque no tienen mucha paciencia.

Sin esperar a que terminara su oración, colgué. Tome mi abrigo y abri mi ventana sigilosamente, aunque estaba en el segundo piso, las escaleras de emergencias de la casa me daban la seguridad que nesesitaba para bajar de ahí.

Cuando estuve en terreno seguro, saque mi bicicleta del arbusto y camine sobre los árboles nublado mis acciones al piso de arriba.

Cuando estuve lejos del ojo de mi casa, me monté en la bicicleta y manejé lo más rápido posible. Tenia exactamente tres segundos para llegar y dos para cambiarme de ropa.

Afuera me esperaba Rosé, la tercera bruja de la lista. Tomo un cigarro de sus labios, inhalo un poco para luego dejarlo salir en forma de O de su boca.

—Llegas tsrde—Me recordó.

Agitada solo le di un asentimiento.

Cuando estuve enfundada en mi traje de lentejuelas, me sentí otra chica. Una hermosa, con cabello castaño y labios color rosa. Bajo el antifaz podía ver mis ojos color gris que resaltaban en las decoraciones doradas del accesorio.

En aquel traje me sentía hermosa, poderosa y con carácter.

Me acomode mis plataformas cuando Dyna entro como rayo a la habitación. No sé veía claramente feliz. Su rostro moreno revelaba una belleza que era un peligro para los hombres que se le pusieran enfrente.

—Tracy entras en cinco segundos.

Camine hacia el pasillo y acomode perfectamente mi antifaz antes de salir a escena. Cuando mi nombre sonó en los altavoces, camine hacia la luz y comencé mi baile.

En la posición en la que estaba solo podía observar los ojos que me miraban, el deseo era una llama de fuego ardiendo en cada mirada, cada paso y cada movimiento de caderas.

Era simplemente preciosa y nadie decía en voz alta mis imperfecciones. Solo gritaban dejándose hipnotizar por el deseo de las brujas.

Cuando mi baile acabó, la ronda de aplausos me dio la bienvenida que nesesitaba.

—¡Perfecta, como siempre!—Dijo el altavoz. —Despidamos a Edwina.

Cuando me quité mis plataformas, alguien me esperaba en la entrada de los vestidores. Un chico cliché esperaba por mi, cuando me vio sus ojos se iluminaron y la pequeña rosa destacó en sus manos.

—Edwina— Dijo con voz seductora.

Casi me vomitó encima de él.

—Creo que no debes estar aquí, chico.—Me límite a ignorarlo. Si lo dejaba pasar, violaba mi propia regla.

Cero chicos cerca de mi.

Y el que estuviera en mi puerta ya era demasiado.

—Estuviste, divina. Típico de una bruja.

Lo miré de arriba a abajo, su cabello era rubio, sus ojos color azul bebé y sus labios parecían inyectados de bótox.

No era mi tipo en lo absoluto.

—¿Nesesitas algo?

—A ti.

Por poco y me río en su cara. Intente dejar las palabras sarcásticas para Tracy.

—Huy, mal paso chico. No soy de nadie.

—Bueno, acepta que te dé esta rosa.

—¿Y te largas?

El cansancio de la adrenalina caía sobre mis hombros, solo quería regresar a la cama y volver a ser niña buena normal. Como toda cenicienta normal. El encanto solo duraba unas horas y yo no iba a ser la excepción.

Pero el chico insistió mientras extendía la rosa hacia mi.

Era bonita, claramente no era real, era simple y sencilla, sus pétalos rojos eran del más fino terciopelo. Y el tallo era de un verde precioso.

Era una divina joya en un pequeño y delicado regalo.

No lo iba a negar, me encantó el regalo.

—Esta bien, ahora vete.

El chico sacó su mejor sonrisa y camino hacia la puerta sin perderme de vista. Cuando dio su última mirada, parpadeo y se perdió detrás de la pared del cabaret.

*********************************

—Por supuesto que es mejor Pitágoras que Baldor. Es obvio. — Dije en voz alta y mi amiga solo se quejó.

—No quiero tener nunca más está conversación. Prometelo— Dhapne levanto la mano y la puso en el aire.

Ella odiaba matemáticas y yo lo amaba. Eramos las típicas amigas con gustos diferentes, pero aún así, siempre me acompañaba a hacer la tarea. Ella en realidad solo ojeba revistas de chismes pero hacia el intento de conseguir tiempo para estar juntas.

—Perdón.

—No pidas perdón, simplemente odio las matemáticas eso es todo. —Se encogio de hombros y siguió viendo su revista— ¿Ya sabes del comité de bienvenida de Virginia High.

Detuve mi lapiz ¿qué sabia ella que yo no?

—¿De que hablas?

Ella se detuvo y abrió los ojos de par en par. En su mirada se veía la emoción avecinandoce.

—Dime ¿el comité no te dejo afuera?

Me encogi de hombros, no todo era decisiones mías, si no de la rectora. Y solo era útil cuando me nesesita y no después.

—El chico nuevo también es un genio como tú.

—Mientras no me quité el puesto de primer lugar por mi que sea presidente de la preparatoria si quiere.

—¿No estas ni un poquito preocupada?

La mire, ella si lo estaba.

—En realidad, no.

Ella se paró de mi cama y camino hacia mi, me tomó de la mano y me miro a los ojos, cuando no encontró lo que buscaba palmeo molesta. La reina del drama había posicionado su lugar y no planeaba moverse.

—¿Porque no?

—Porque lo que dices en primer lugar no es muy...—Moví mi mano para enfatizar

—Coherente que digamos, ¿un chico cliché siendo el cerebrito de la clase? Típico de una novela.

—Pero toda la escuela dicen que es real, que lo único malo de él, es su conducta.

Me reí y ella arrugó el entrecejo.

—¿Un chico guapo, inteligente y con mala conducta? ¿No crees que suena s un chisme? Por favor, tu eres más inteligente que eso.

Ella lo pensó un poco, pero no la convenció.

—No, puede existir un chico de esa magnitud en la vida real si no, ¿Como aparecía en los libros?

—Imaginación —Le dije enfatizando con las manos. Me sentí bob esponja hablándole a Patricio.

Me despidió con la mano.

—Eres demasiado aburrida para apostar, pero cuando lo veas, hasta tú, la virgen hasta el matrimonio, se le caerá las bragas. Y cuando eso pase, me reire en tu cara.

La ignore, necesitaba terminar mi tarea y no involucrarme más allá con los chismes de Virginia High.

Siempre había todo tipo de comentarios en los pasillos, eran el peor juez para adolecentes como nosotros. Y aquel chisme no iba a ser la excepción, Virginia High ya se estaba preparando para comerse vivo al chico nuevo.

Cuando termine mi tarea, Dhapne ya se había quedado dormida encima de la revista. Ella era adorable, sin embargo, era un torbellino cuando se trataba de limpieza.

Guarde mis libros pero algo llamo mi atención.

La rosa que me había regalado el chico descansaba en mi mesita de noche, la había cuidado lo suficiente para que sus pétalos no se maltrataran. Así que no sabía en qué lugar ponerla y solamente la había puesto ahí.

El regalo me había encantado lo suficiente como para meterlo en mi vida como Tracy, en La bruja siempre te mandaban regalos pero aquellos siempre se quedaban en el camerino del cabaret. No quería a mi padre hurgando mis cajones después de ver que alguien había mandado rosas o ropa interior.

Solo esperaba que aquella flor no me metiera en problemas en mi perfecta vida hasta ahora.

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