La vida de un actor es muy complicada, compromisos aquí, compromisos por allá; y ni hablar del acoso constante que reciben.
Por toda la ciudad no se hablaba de otra cosa más que el gran ascenso que tenía el joven Aroon Lucard, una promesa del espectáculo, con rasgos muy favorables y una actitud linda y tierna.
También, del extremo triunfo que tenía el aclamado actor Alberto Veittia, con una presencia impecable, muy hermosos rasgos, pero una actitud fría y calculadora.
Esta historia comienza cuando todo esto se fue a la basura.
La joven promesa fue arrestada por posesión de drogas y liberada bajo fianza, eso acabo con su gran escala.
Y el aclamado actor, pasó de moda, se fue olvidando, tanto por fanáticos, como directores de cine. Eso fue derrumbandolo lentamente.
—¿Recuérdame por qué tengo que reunirme con esos ancianos, Bertha?—Decia Teo camino a una reunión.
—Número uno, comportarte, uno de esos "ancianos" es un director que solicitó verte. Número dos, el "anciano" restante era muy importante en el mundo de Hollywood. Así que no lo arruines, es tu oportunidad de iniciar de nuevo.—Afirmaba Bertha, su representante.
—Tu lo has dicho, "era importante", ahora no tiene nada que hacer aquí.
—Teo, por favor. ¿Dónde está ese chico lindo, amable y respetuoso de hace unos años?— pregutaba Bertha.
—Se fue con mamá—Dijo sin más, entrando a la sala.
—Señor Teo, un gusto. —decia Robert estirando la mano— el señor a mi lado es, como sabrá, Alberto Veittia
—Si, se quién es cada quien, la pregunta aquí es, ¿Qué quieren de mi?— Dijo Teo con tono frío y serio.
—Para allá iba. Mire, como sabrá, usted el señor a mi lado tienen algo en común, ya no pueden llegar a la cima. — Los ojos de Aroon brillaron en atención.—pero yo le ofrezco reiniciar y volver a escalar está gran montaña llamada éxito, el señor Alberto ya a aceptado, solo esperamos una respuesta para proseguir.—Hablaba Robert mirando al joven Lucard.
—¿En qué consiste exactamente, este proyecto?—pregunto de manera seria.
—Basicamente, hemos investigado un poco sobre ustedes dos, y nos gustaría hacer una película a la par, se presiente que sus historias conmoverán al mundo, catapultandolos a la cima.
—¿Por qué habría de dar a conocer mi vida?—mientras se levantaban de la silla— si me disculpan, me retiro.—Bertha salió en seguida, pensando que el comportamiento de niño mimado no ayudaría en nada.
—Espere señor no...—Aroon salió de la habitación —No podemos dejar pasar esta oportunidad ya presente la idea a los demás directores y les encanta, carajo— Rober se quejaba con su asistente— Sabía que era difícil pero no tan voluble.
—Ahora vuelvo— Dijo James mientras salía de la habitación.
—¡Aroon!— se escuchó por el corredor.
Aroon se detuvo.
—¿Por qué está de acuerdo con ese proyecto?—dijo el joven, indignado—¿No cree qué sería extraño hablar de nuestra vida?, a nadie le importamos, somos las migajas de Hollywood, nadie quiere oír de nosotros, a usted lo olvidaron, a mí me odian y critican, será una mierda. —Reclamaba entre rugidos y los puños apretados
—¿Por qué me dice esto a mí y no se lo dijo a Robert?— Aroon se quedó paralizadoizado, al ver la sonrisa que Alberto tenía en la cara. Solo se estaba burlando, era obvio.
—Estamos en la misma situación, supuse que entendería. —Dijo decepcionado. —Todos me observan y ven a un maldito drogadicto, no lo soporto, nadie quiere darme trabajo, y resulta que hablando de mi vida subirte a la cima, eso es imposible.
—¿Cree qué es el único?— contestó Albertocon voz triste. —No esperé compasión señor Lucard.— Estaba de nuevo esa estúpida sonrisa burlona. —Pero veo esta oportunidad como la única que tendré y no pienso desperdiciarla, usted debería hacer lo mismo.
Media hora después Alberto llegó al la sala de juntas donde la reunión anterior se había celebrado. Y con la misma sonrisa se dirigió a el director.
—Señor Robert— dijo.—Aceptó— abriendo la puerta con Aroon detrás.
—Perfecto señor Aroon, en la siguiente sesión traeré los papeles del contrato, y nesecitaremos que estén atentos por cualquier cosa. Les invitaría un trago, pero sé que Alberto no toma, y Aroon tampoco, así que iré yo solo por una copa, si me disculpan.
—Señor ¿en serio presiente que tendremos éxito con esto?— Dijo Aroon con tono de preocupación y rostro serio, mirando a Albertopues sabía que a él también le preocupaba eso.
—No lo presiento señor, lo sé. Hasta donde sabemos de ustedes, sus historias son muy llamativas, ahora, cuando nos cuenten lo que no sabemos será aún mejor.—Dijo Robert con tono de entusiasmo.—Se pueden retirar
Los dos actores salieron a la calle en completo silencio.
—Bueno, ahora seremos compañeros de trabajo, espero que nos llevemos bien.— La estúpida sonrisa. Aroon le puso atención por primera vez. Era atractivo, claro que lo era. Unos ojos azules y pestañas largas. No por nada había sido el galán en películas pasadas
—Aclarame algo, ¿Por qué ahora resulta que es amable y cordial?—Pregunto de forma antipática, con ojos filosos—Hasta donde se, usted era de las personas más frías del cine.
—Hay veces que una persona comienza a ver la vida de otro modo, y por lo general, tiene que suceder algo malo para que eso pase. Además no siempre el cambio de vista es bueno, ¿no es así?
Teo corto rápidamente el contacto visual— Desde ahora llámame Aroon, lo de "señor" me molesta, me hace sentir viejo.
Alberto se tocó el corazón y en gesto de una flecha alcanzando nuevamente sonrió.—No me lo tomaré personal. Pero entonces, Aroon, solo dime James. Será un gusto trabajar contigo.— Decía miéntras se iba retirando.
Aron solo se quedó ahí. Viéndolo alejándose. <
—¿Quieres venir conmigo?— ofreció Alberto en forma a de broma.
—Berta me va a recoger.— Respondió por inercia. —¿Donde dejaste tu coche?
El otro se rio —voy en metro.
Sonó un claxon —Sube Teo—dijo Bertha desde la camioneta.
Alberto solo se dio la vuelta o continuó caminando.
Aroon cerró la puerta. El ruido de la calle se detuvo. Bertha comenzó a hablar pero las palabras no tenían sentido, pues el joven Lucard no estaba prestando atención.
Veia como se acercaban al hombre a pie. ¿Como una persona a con gran fama podía caminar se así por las calles?
Respiró fuerte y bajó el cristal.
—¡El metro está a tres cuadras!— Gritó por la ventana. —Sube.
Las personas as al rededor tomaron atención. Y los vieron, después de mucho tiempo, los veían.
Cosas como “¿Ese no es..” y “¡en la camioneta, en la camioneta!”
La gente comenzó a acercarse.
Alberto Tri caminó de prisa y subió a la camioneta.
— Desgrciado, Iba a disfrutar tranquilamente de la ciudad. —Cerró la puerta era.
Aroon soltó una carcajada — excusas, podrías haber seguido tu camino ¿quien te lo iba a impedir? Las ¿señoras mayores que veían tus películas?
—Siete años te llevo niño, si soy un anciano, a ti ya te pueden llamar señor.— Ambos rieron.
Bertha lo miró, mientras sonreía. No dijo nada, solo regresó la vista a la calle.
—Podemos...llevarte a tu casa si gustas—hablaba sin pensar Teo.
—No gracias, en la estación de metro estaré bien.
El tiempo en esas tres largas cuadras pasó a como un flash, al llegar Alberto abrió la puerta y bajó del coche.
—En serio gracias
—¿De verdad no quieres que te llevemos a tu casa?— volvió a preguntar Aroon.
—De verdad quiero caminar—dijo —quiero que se me abalancen las señora mayores.
Pero Aroon no solo sonrió.
—De verdad voy bien— Alberto rió— Lucard somos los reyes de las notas amarillistas, imagina los titulares si nos ven juntos. —Elevó las manos como si viera una pancarta.— Después de años desaparecidos, el fracasado y…
—Al drogadicto...—interrumpió Aroon—Nos vemos mañana —Dando señal a Bertha para que arrancara.
El joven Lucard observó por el retrovisor como se alejaban de la estación.
—No debes ponerte así solo por esa frase, el también tiene sus problemas.—dijo Bertha tratando de compadecerlo.
—Al parecer todos se avergüenzan de estar conmigo— respondió frío.— Y al parecer el mundo solo ve eso en mí, no tengo amigos, no nada. Es desesperante.
—Me tienes a mí Teo.
Alberto se le había pasado ya su tren, no paraba de darle vueltas a lo impertinente que había sido.
—¿Por qué nunca pienso lo que digo?— se decía a si mismo.— Tiene problemas, es obvio.
—Desde el problema que tuviste, siempre te has hecho la idea de que todo el mundo te tiene en un mal concepto, ¿por que te dolió el comentario del señor Renaud?— le decía Bertha mientras conducía.
—Ponte en mi lugar, creí que James comprendía lo que pasaba, aún cuando son problemas diferentes.—hablaba mirando la ventana.
—Acuérdame de agendarte nuevamente tu cita al psicólogo, no me gusta eso de encariñarte cuando él te muestran un mínimo de buen trato.
“Tsh” se escuchó en reproche.
Al día siguiente todos se reunieron en el mismo edificio, era hora de firmar contrato, poner cláusulas y esperar a lo que sucediera.
—En dos días, deberán venir a comenzar los preparativos. Ustedes no actuarán es muy obvio.—decía Robert presentando los papeles. —Según el contrato ustedes se tendrán que desnudar con nosotros, a lo que me refiero, tendrán que contarnos todo, con lujo de detalles y la más mínima cosa. Si para nosotros algo no concuerda o no tiene sentido, se brincan fechas, hacen dudar la credibilidad del suceso, serán acusados de invalidar el contrato; así que todavía tienen tiempo de pensarlo.
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Ambos se miraron altérnamente, ambos estaban dudando.
—¿Dónde firmó?— preguntó Aroon.
Renaud lo volteó a ver sorprendido, pensando en lo que había pasado el día anterior. Continuó dudando por un segundo.
—Firmemos entonces—dijo el hombre mayor
Se dieron la mano con el señor Robert, y se dirigieron a la salida del edificio.
—Pensé que no firmarías— dijo Aroon sin mirarlo a la cara.
—¿Tan cobarde me crees?—Respondio en mismo tono Renaud, sin más, abriendo la puerta de un taxi. —Mira Aroon, dentro de dos días sabremos cada secreto, cada suceso de nuestra vida, así que, olvidemos lo que ha sucedido y comencemos de nuevo, ¿Te parece? Sé perfectamente que lo que te dije te dolió y espero que me perdones, no fue mi intención.
—Creo que lo que me dolió fue que te avergonzaras de que te vieran conmigo, supongo que me hizo sentir como escoria — Aroon sacó su teléfono. —pero estoy consciente de que este sentimiento es mi culpa, tiendo a depender emocionalmente de las personas a mi alrededor, otro defecto que tengo que arreglar.— Levantó la mirada tras escuchar un claxon, y se fue sin más.
Pasaron los dias acordados. Era hora.
—Debí declinar esto, siento que me van a desnudar.
— Solo es un pre, tranquilo. Eres muy fuerte te y lo sabes.
—Ya no hay marcha atrás.— Si hablamos de nervios, en ningún otro rodaje se había sentido así.
—Mucha suerte Aroon— dijo Bertha
Primero fue el turno de Renaud, se sentó en una silla nada cómoda con una cámara de frente.
—Muy bien prueba uno, en toma directa, Renaud Veittia Saur cuéntame tú historia, sin sumergirse mucho en ella. Soli por encima y de allí trabajaremos en las preguntas. ¿Listo?
—Aquí vamos.
“Acción” retumbó.
Nací, el día veitiocho de abril de mil novecientos noventa y tres, en esta ciudad. Tengo veintiocho años de edad, fuí a prescolar, primaria la trasncurrí lo normal, y en secundaria conocí el amor. Básicamente, el único que he tenido.—dijo haciendo una pausa. —En secundaria fuí hospitalizado gravemente, creí que iba a morir, pero por azares del destino estoy aquí ahora. Me salí de preparatoria a los 16, y comencé mi carrera de actuación, eso no le gustó nada a mi padre, que me echó de la casa, hice varios comerciales y de ahí me dieron mi primer papel principal, lo que literalmente me envió a la cima, años después comenzaron a llegar nuevos actores, y eso me quitó trabajo, poco a poco los directores decidieron dar más atención a los nuevos talentos y pues yo...me quedé sin nada, tampoco era como si me esforzara, creí que tenía el mundo ganado, y por eso perdí… entre en una depresión alcohólica bastante fuerte y eso me terminó de hundir.
Aroon lo miraba sorprendido, hablaba tan fríamente de sus problemas que parecía que Renaud no había cambiado nada, pero, sin embargo, cuando hablaba con el era alguien diferente, una persona cálida y pacífica.
—Escuchaste eso, al parecer el señor Renaud solo te lleva 6 años— dijo Bertha con una sonrisa.
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