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Dulce Prisión

Renacer

Desde niña, Clara había tenido una obsesión que rozaba la adicción.. las historias de amor. No cualquier amor.. no los romances dulces ni los príncipes de sonrisa perfecta. Su corazón latía más fuerte cuando el villano aparecía en escena. Ese hombre peligroso, imposible, oscuro… y que al final, contra todo, terminaba doblegándose por amor.

Clara vivía más en los libros que en la realidad. Pasaba noches enteras devorando novelas donde el enemigo se convertía en amante, donde las cicatrices del alma podían curarse con una caricia. En la vida real, en cambio, su existencia era monótona, gris, sin sobresaltos. Quizás por eso buscaba refugio en esas páginas..

Una noche de invierno, mientras volvía a casa con una novela en la mano, se encontró con una anciana herida cerca su casa.. Clara se acerco a ella, la ayudo, la llevo al hospital cercano con el poco dinero que tenia compro sus medicinas y la cuido toda la noche..

—Niña… —susurró la mujer inclinándose sobre ella—. Nadie había hecho algo así por mí en mucho tiempo. Ese gesto de generosidad… merece ser recompensado.

Clara sintió un calor extraño envolverla, al escuchar a la mujer hablar.. como si la oscuridad no terminara de tragarla.

—Te daré una posibilidad —continuó la anciana, que ahora brillaba con una luz imposible—. Una oportunidad de volver a vivir.

Clara penso que estaba soñando porque los libros a su alrededor se abrian y cerraban solos como si tuvieran vida propia, las paginas se agitaban como alas, algunas palabras caian al suelo como si fueran cenizas brillantes, hasta que una fuerza la arrastro hacia adentro de uno de ellos...

Cuando desperto ya no estaba en su cuarto ni en una biblioteca, sino en un amplio salon iluminado por candelabros, con tapices antiguos y un aire frio que la recorrio hasta los huesos... Clara reconocio al instante donde estaba, ese era su libro favorito, el que tantas veces habia leido bajo las sabanas, el que hablaba de Theodore Bennet, el duque apodado el demonio.. un hombre alto, robusto, con hombros anchos y mirada feroz, marcado por una cicatriz que cruzaba todo su rostro y le habia quitado la vision de un ojo... casi treinta años, un pasado manchado de sangre y de rumores, casado una sola vez, pero su esposa se habia quitado la vida porque la habian obligado a unirse a él.. en su mundo, el demonio era el villano perfecto... cruel con sus enemigos, calculador, con un corazon enterrado bajo capas de rencor y soledad..

Clara se acerco a un gran espejo de marco dorado que habia en la habitacion, al principio penso que seguia soñando... la mujer que la miraba no era ella.. sus ojos se abrieron grandes al ver un rostro desconocido, una piel palida como la porcelana, labios carnosos y un cabello blanco que caia como cascada hasta la cintura... era alta, elegante, con una belleza tan perfecta que parecia irreal.

[no… no puede ser]

Entonces lo recordo… Maddie Simpson… en la novela era descrita como una mujer hermosisima, casi de aspecto etereo, pero vacia por dentro…

[soy una cabeza hueca, una muñeca bonita que solo servia de adorno en los bailes y que todos los nobles criticaban a escondidas.. si estoy en este mundo… si soy Maddie… entonces él tambien esta aqui… el demonio.]

En la novela, el abuelo Bennet, un hombre severo y frio, obligaba a Theodore a casarse para limpiar el nombre de la familia.. la elegida era justamente Maddie, una joven hermosa pero frívola, incapaz de comprender el peso que conllevaba unirse a un hombre como él.

Clara trago saliva, sintiendo un nudo en el estomago..

[yo… soy su prometida…]

Recordaba con claridad la escena que tanto le habia dolido leer.. el dia de la boda, Maddie huia minutos antes de la ceremonia, dejando al duque humillado, solo frente a toda la nobleza que se reia a sus espaldas. aquella fue una de las razones que habian terminado por endurecer aun mas su corazon, sumandose a la cicatriz de su rostro y a las intrigas de la corte.

Clara paso la mano por el vestido que ahora cubría su cuerpo, un corsé ajustado, telas lujosas y un brillo satinado que jamás había tocado en su vida anterior.. caminaba por los pasillos del palacio Bennet con un extraño nudo en el estómago… no podía dejar de pensar en lo que recordaba de la novela.. Maddie Simpson, la prometida que nunca quiso serlo, la que huiría el día de la boda, la que dejaría al demonio solo frente a todos.

Ella sabía que Theodore Bennet ya la despreciaba. no era un secreto. él conocía la clase de mujer que era Maddie.. una muñeca bonita, sin cerebro, que soñaba con joyas y bailes, incapaz de resistir la mirada de un hombre como él. según el libro, Theodore la había aceptado solo porque su abuelo lo había obligado, y ya se preparaba para la inevitable traición.. pero ahora… Clara no era Maddie. y aunque su corazón latía desbocado, no podía negar que había una parte de ella.. que estaba fascinada con lo que estaba a punto de vivir.

La gran puerta de la biblioteca se abrió de golpe. el aire cambió. ella lo sintió antes de verlo.

Theodore Bennet.

Era más imponente que en las páginas.. un hombre de hombros anchos, traje oscuro, la cicatriz que le atravesaba el rostro como una marca de guerra, oscureciendo aún más su mirada penetrante. su sola presencia llenaba la habitación, y Clara tuvo que hacer un esfuerzo para no retroceder.. él se detuvo, la observó de arriba abajo con un desdén apenas disimulado.. sus labios se curvaron en una mueca seca, nada parecida a una sonrisa.

Duque Bennet: así que finalmente mi prometida se digna a aparecer.. ¿qué máscara usarás hoy? ¿la de la niña encantadora que sueña con flores… o la de la muñeca hueca que quisiera estar en cualquier otro lugar menos aquí?

Clara sintió cómo su yo lector y su yo nuevo chocaban en su interior. según el libro, Maddie habría bajado la cabeza, sonrojada y temerosa, deseando escapar. pero ella no. ella lo miró directo, con un brillo de interés en los ojos que al duque pareció desconcertarlo.

Maddie: quizás no soy la mujer que cree, duque Bennet.

Hubo un silencio pesado. los criados que estaban en el salón se tensaron, como si esperaran que él estallara de furia. pero Theodore no dijo nada al instante. solo la observó, sorprendido por aquella mirada que no esquivaba la suya, por aquella voz firme que no temblaba.. por primera vez, alguien no se veía asustado ante él… sino intrigado.

Primer Encuentro

Theodore mantuvo su postura rígida, los hombros tensos, la cicatriz marcada por la sombra de su ceño fruncido. sus ojos oscuros la recorrieron de arriba abajo, evaluando cada gesto, cada palabra. la frialdad que siempre llevaba como armadura se hizo más evidente.

Duque Bennet: interesante.. creí que estabas aquí por obligación… y veo que incluso eso has decidido ignorar.

Maddie ladeó la cabeza apenas un instante, dejando que un mechón de su cabello blanco cayera sobre su hombro. una sonrisa apenas perceptible jugaba en sus labios.. su corazón golpeaba con fuerza, pero exteriormente parecía segura, confiada.

Maddie: obligación… palabras tan feas para algo que puede ser… divertido

Theodore parpadeó, ligeramente sorprendido. nadie se había atrevido a hablarle así antes.. nadie lo había mirado de frente con ese interés, esa mezcla de desafío y curiosidad.. en todos los años que había llevado la frialdad como escudo, jamás había sentido que alguien jugara con él tan… abiertamente.

Duque Bennet: diversión… hm… Maddie, ¿no sabes que tu deber es respetar las normas de la familia?

Maddie dio un paso más cerca, manteniendo la mirada fija en él, sin miedo, dejando que su perfume y su presencia llenaran el espacio entre ambos. su voz bajó apenas, más suave, más cercana:

Maddie: ¿y si el deber es aburrido, duque… y prefiero ver si el peligro es más emocionante?

Él se tensó, pero no retrocedió. sus ojos se estrecharon un instante, intentando descifrarla. cada palabra, cada movimiento suyo era un desafío directo a la rigidez que había construido durante años.. Maddie percibió la desconfianza que aún latía en los ojos de Theodore. había algo en la manera en que él la estudiaba, la evaluaba, como si esperara cualquier señal de debilidad para hundirla. y ella, divertida y un poco atrevida, decidió tomar la iniciativa.

Maddie:¿quieres dar un paseo, duque?

Duque Bennet: un paseo… ¿a estas horas?

Maddie: sí, para despejar la mente..

Luego, con un gesto tan casual como peligroso, se colgó de su brazo, apoyando suavemente su mano sobre el suyo como si fuera algo perfectamente normal. Theodore sintió un choque eléctrico recorrer su cuerpo. su brazo se tensó inmediatamente, sus hombros se endurecieron y sus ojos oscuros se fijaron en ella con una mezcla de sorpresa e.. irritación contenida.. jamás nadie había hecho algo así sin pedir permiso.. jamás nadie había osado romper su espacio de esa manera..

Duque Bennet: ¿qué estás haciendo?

Maddie: caminar juntos no hace daño a nadie, ¿o sí, duque?

Maddie notó cómo su cuerpo se tensaba, cómo sus dedos se cerraban apenas sobre el brazo del duque, y sonrió por dentro. aquel juego apenas comenzaba, y ella ya estaba disfrutando cada segundo.. lo miraba sin ningún disimulo, con los ojos brillando de curiosidad y diversión. no había miedo, ni timidez.. solo un interés juguetón, casi descarado. para ella, Theodore era como un gato arisco.. grande, rudo, fuerte… pero con esa pizca de vulnerabilidad que aparecía solo cuando él no quería mostrarla.. sabía que no podía ir demasiado rápido, que debía medir cada gesto, cada palabra. aun así, había algo intoxicante en verlo tenso, rígido, incómodo… simplemente porque ella se había colgado de su brazo como si fuera lo más natural del mundo. ese control pequeño, casi imperceptible, la hacía sentir poderosa de una manera que nunca había experimentado en sus libros favoritos.. cada músculo de él parecía resistirse a su cercanía, cada línea de su rostro endurecida por el orgullo y la irritación contenida… y a ella le encantaba. una parte de su mente le decía que debía ser prudente, que estaba entrando en un territorio peligroso, pero otra parte —la que siempre había suspirado por villanos imposibles— disfrutaba del efecto que provocaba sin esfuerzo.

Maddie: creo… que te sorprende.. no muchos logran que Theodore Bennet se tense así.

él no respondió de inmediato. su mandíbula se apretó, sus ojos se estrecharon, y por un instante, Maddie sintió que estaba jugando con fuego. pero no podía dejar de mirar, no podía dejar de disfrutar la manera en que él reaccionaba, cómo cada pequeño movimiento suyo provocaba esa fricción silenciosa entre ambos.. y mientras caminaban por los jardines, el aire frío de la noche parecía intensificar la sensación de proximidad, el roce de su brazo contra el suyo, la frialdad de él chocando con la calidez de su toque…

El paseo continuó en un silencio tenso, lleno de miradas que decían más que las palabras. Maddie sentía cada movimiento de él, cómo sus hombros se tensaban, cómo sus manos se cerraban apenas sobre su brazo, cómo su respiración se aceleraba sin que él lo quisiera admitir. Disfrutaba de esa mezcla de control y provocación, y no podía evitar sonreír por dentro. pero de repente, la caminata se interrumpió. Theodore se detuvo frente a la salida del jardín, la línea de sus hombros rígida, su expresión firme y severa. Maddie supo inmediatamente lo que estaba pasando.. él se iba.

Maddie: ¿Ya te vas?

Él no respondió, solo giró ligeramente el rostro, confirmando su decisión. Maddie sintió un escalofrío de frustración… y entonces, una idea audaz cruzó su mente.

Maddie: ¡Oh! —exclamó de repente, soltando un pequeño grito mientras fingía tropezar con una piedra invisible en el camino—.

Su cuerpo cayó hacia un lado, con un gesto dramático, y por instinto él reaccionó.. sus manos grandes y firmes la sujetaron de inmediato, atrapándola antes de que pudiera tocar el suelo.

Duque Bennet: ¡Maddie!

Maddie: parece que necesito tu ayuda, duque —susurró, dejándose sostener, apoyando su mano suavemente sobre la suya mientras sentía el calor de su cuerpo tan cerca del suyo.

Theodore la sostuvo firme, cada músculo tenso, respirando con dificultad bajo la inesperada cercanía. Maddie notó la fricción de su cuerpo contra el suyo, la fuerza contenida en sus brazos y esa tensión que no podía ocultar.

Duque Bennet: ¿estas jugando conmigo?

Maddie: tal vez.. tal vez solo estoy probando qué tan fuerte es el duque Bennet.

Theodore la sostuvo un momento mas, respirando con dificultad y los ojos fijos en ella, intentando comprender como alguien podia ser tan audaz y a la vez tan… inesperada.

Duque Bennet: eres muy rara —

ella sonrió apenas, divertida por su reaccion, y se apartó ligeramente para que el peso de su cuerpo dejara de presionar su brazo. parecia tan natural, tan confiada, que a él lo desconcertaba aun mas.

Maddie: ¿cuando sera la boda?

Duque Bennet: me da igual

Maddie: entonces empezare con los preparativos

Theodore la miró unos segundos mas, sin saber si estaba enfadado o sorprendido, mientras ella se apartaba y comenzaba a caminar hacia el interior del palacio, dejando en él un sentimiento raro, electrico, una mezcla de irritacion y… interes que no queria reconocer.

Maddie: entonces… duque —dijo con voz ligera, casi provocativa—, ¿tienes alguna solicitud? ¿alguna preferencia para la boda?

Theodore: lo que tu elijas… está bien

Maddie: entonces dejalo todo en mis manos yo me encargare de que todo salga perfecto… y a tu gusto, duque.

Él parpadeó, sorprendido. nadie habia hablado con él asi antes, nadie habia intentado tomar control de algo relacionado con él sin temor ni reverencia.. su frialdad no podia ocultar del todo la ligera tensión que recorrió su cuerpo.

Maddie lazo su brazo sobre el suyo.. aunque esta vez solo por un instante, y luego se apartó suavemente, como quien marca territorio sin ser evidente. Theodore la miró mientras ella se alejaba, un extraño sentimiento electrico recorriendo su pecho… mezclando irritacion, sorpresa y algo que él no queria admitir..

—extraña… —murmuró para sí, mientras ella desaparecía por el pasillo—, muy extraña.

y Maddie, por dentro, sonrió, satisfecha. aquel juego apenas comenzaba, y ella sabia que estaba disfrutando cada movimiento que lograba provocar en el demonio.

Canario Blanco

Maddie entro a su habitacion y cerro la puerta con cuidado, el silencio se extendio en el cuarto, solo interrumpido por el leve crujido de la pluma cuando la apoyo sobre el papel. se sento frente al escritorio y comenzo a escribir una lista, ordenando sus pensamientos con calma.

gustos de Theodore Bennet

Recordaba cada detalle que habia leido en la novela, esos que pocos habian prestado atencion pero que ella habia memorizado como si fueran secretos preciosos.. sabia que le gustaba el vino fuerte, los colores oscuros, los jardines tranquilos donde nadie se atreviera a molestarlo.. recordaba que no soportaba la musica demasiado ruidosa, pero que en las noches escuchaba en silencio a un violinista que tocaba desde la plaza del pueblo, pensando que nadie lo veia..

Maddie mordio el labio y continuo escribiendo con rapidez, como si temiera olvidar algo. [hare que sea feliz]

Ella conocia sus cicatrices, no solo la del rostro que lo habia marcado como un demonio ante los demas, sino tambien las del alma… la traicion, el rechazo, la soledad. sabia que lo llamaban asi, “el demonio de la isla”, no solo por esa mirada feroz, sino porque era despiadado con cualquiera que intentara entrar en sus costas.. esa era la principal labor del duque Bennet, proteger la isla, vigilar los barcos que se acercaban, mantener a raya a piratas, traficantes y hasta espias de otros reinos.. nadie queria cruzarse en su camino.

Maddie apoyo la pluma un instante y cerro los ojos. en su mente lo veia solo, de pie sobre los acantilados, con la capa oscura ondeando con el viento, observando el mar como si este fuera el unico que podia comprenderlo.

[no importa lo que digan… yo se todo lo que has sufrido, Theodore… y hare que seas feliz]

La decision estaba tomada. aunque el mundo entero lo llamara demonio, para ella.. él seria el villano que al fin encontraria alguien que no huyera de su lado..

Al dia siguiente Maddie se levanto temprano, antes incluso de que el sol iluminara por completo y se fue a la mansion Bennet. se vistio con un vestido sencillo, nada ostentoso, y bajo con paso decidido hacia los jardines..

Los jardineros se sorprendieron al verla aparecer tan temprano, pero ella no les dio tiempo a reaccionar, enseguida comenzo a dar instrucciones, moviendo macetas, indicando flores, cambiando senderos de lugar. hablaba con naturalidad, como si siempre hubiera pertenecido a ese sitio.

Maddie: quiero rosas oscuras en esta zona… lilas aqui, y que los senderos esten limpios antes del fin de semana…

Los hombres obedecian, algunos confundidos, otros admirados de que una dama tan elegante se ensuciara las manos tocando la tierra.. mas tarde, Maddie envio a buscar al violinista que recordaba de la novela.. lo encontro facilmente en la plaza del puerto, y con una sonrisa encantadora lo contrato para que tocara en la mansion durante los preparativos. el musico acepto de inmediato, sorprendido y agradecido por la generosidad de la dama.. mientras tanto, en la oficina del ala este, Theodore revisaba unos informes sobre barcos que habian sido vistos cerca de la isla. el sonido lejano de voces, risas y pasos en el jardin lo hizo fruncir el ceño.

Duque Bennet: ¿que demonios pasa ahi afuera?

Samir White, un hombre joven, serio y eficiente, levanto la vista y respondio con calma.

Asistente: es lady Maddie, su prometida.. llego temprano a la mansion para ver los jardines y los preparativos de la boda.

Theodore quedo en silencio unos segundos, la pluma suspendida en el aire. parpadeo, incredulo.

Duque Bennet: ¿los… preparativos?

Asistente: asi es, señor parece bastante… entusiasta..

el duque cerro el puño sobre el escritorio, su ceño se fruncio aun mas, pero sus ojos mostraron un destello de sorpresa que ni él mismo esperaba.

[¿Maddie? ¿entusiasta?]

Nunca, ni en sus peores pesadillas.. ni en sus recuerdos de esa prometida hueca, hubiera esperado que ella apareciera, un dia al amanecer para ordenar jardines y contratar musicos.

Theodore se reclino en su silla, apoyando los codos sobre el escritorio, su mirada fija en la ventana que daba hacia los jardines.. el sonido de un violin empezo a llegar hasta sus oidos, suave, nostalgico..

Una hora después, Theodore bajo las escaleras de la mansion con pasos firmes.. queria comprobar con sus propios ojos que era cierto lo que Samir habia dicho.

Apenas cruzo la puerta que daba al jardin, la vio. Maddie estaba de pie dando instrucciones a los jardineros, su cabello blanco brillaba con la luz de la mañana, y su sonrisa parecia iluminar hasta las sombras de las viejas murallas.

en cuanto lo noto, soltó el cuaderno que llevaba en las manos y, sin pensarlo, corrio hacia él.

Theodore se quedo inmovil, sorprendido, casi instintivamente se preparo para apartarla… pero Maddie llego hasta él con una alegria descarada, y se colgo de su brazo como si fuese lo mas natural del mundo.

Maddie: duque, por fin bajo.. justo hablaba con los jardineros y creo que podriamos poner un arco de lilas para la entrada, ¿no le parece perfecto?

Duque: lady Maddie.. ¿a que viene todo esto?

Maddie: a los preparativos, claro.. esta sera nuestra boda y quiero que todo sea perfecto.

él clavo su mirada en ella, buscando la burla, el sarcasmo, la mentira. pero lo unico que encontro fue interes… genuino interes.

Duque: ya le dije que no me importa

Maddie: por eso lo dejara en mis manos..

[¿que clase de juego estaba jugando esa mujer?]

Maddie: duque… creo que seria un buen momento para invitarme a desayunar, no cree?

Duque: ¿desayunar?

Maddie: claro, despues de todo… hemos estado hablando de flores y violinistas con el estomago vacio. no es correcto..

Duque: muy bien. venga.

Maddie: pense en que la entrada podria estar llena de lilas, son dulces pero elegantes… y tal vez un violinista podria tocar mientras los invitados entran.. y la musica podria cambiar a algo mas alegre cuando lleguemos al salon principal, asi la atmosfera sera menos fria.

Theodore la escuchaba, mudo, tomando apenas un sorbo de te.. no sabia como reaccionar. cada palabra de ella era contraria a lo que esperaba, a la imagen hueca y frívola que tenia de su prometida.

—hm —fue todo lo que respondio, apoyando la taza.

Maddie: duque, deberia participar mas, este es su dia tambien.

Duque: ya le dije que lo que elija me da igual.

Maddie: perfecto, entonces tendre libertad absoluta

Maddie se relamia los labios despues de terminar su fresa y lo miro con esa expresion fresca que lo descolocaba tanto

Maddie: duque… ya que yo estoy organizando la boda, creo que lo justo es que usted organice la noche de bodas… o la luna de miel

Theodore apenas llevaba la taza de te a la boca cuando escucho esas palabras. el liquido se le fue por el camino equivocado y termino atragantandose. tosio con fuerza.. intentando recuperar la compostura mientras Maddie lo observaba con una sonrisa inocente, como si no entendiera la bomba que acababa de lanzar.

Duque: ¿que… que demonios acaba de decir? —gruño con voz rasposa, dejando la taza sobre la mesa con un golpe seco.

Maddie: la noche de bodas, o la luna de miel… piense en eso, duque, ¿no le parece justo?

Duque: usted… no tiene idea de lo que dice..

Maddie: tal vez si, tal vez no… pero me gusta pensar que ambos deberiamos poner de nuestra parte para que todo sea perfecto. yo hare mi parte, duque, ahora le toca a usted.

él aparto la mirada hacia la ventana, necesitaba un respiro. jamas nadie lo habia puesto en esa posicion, nunca.

[¿como podia esa mujer hablar con tanta ligereza de algo tan… intimo?]

Theodore se puso de pie de golpe, la silla rechino contra el suelo y Maddie lo miro sorprendida, aunque no perdio la sonrisa. él no dijo nada, solo tomo su capa y se alejo del comedor con pasos firmes, como si necesitara escapar de un incendio invisible.

en su mente, mientras atravesaba los pasillos de la mansion, la imagen aparecio sola.

[Maddie Simpson es como un pequeño canario blanco.. un pajaro delicado, que agitaba sus alas en una jaula dorada y creia que porque hacia ruido podia intimidar a un león.. se permitia cantar fuerte, desentonar, desafiar… convencida de que esa voz dulce podia hacer daño..]

Theodore apretó la mandibula. no sabia si aquel canario era valiente o simplemente un necio que no entendia el peligro. pero lo que lo inquietaba era otra cosa… ¿por qué su rugido interior no habia podido callarla?.. se detuvo frente a la gran ventana del pasillo, respirando hondo. desde ahi, a lo lejos, podia ver los jardines donde esa mujer ya habia dejado su marca. y por primera vez en años… se sintio rodeado no de luchas, sino de un ruido nuevo, incomodo, imposible de ignorar.

[Maddie Simpson… canario blanco, ¿hasta donde piensa llegar con su canto]

Toda la tarde Theodore no pudo quitarse de la cabeza la imagen.. cada vez que intentaba leer un informe o firmar un documento, en lugar de letras veia un pequeño canario blanco agitando sus alas y cantando sin parar.. fruncio el ceño, molesto consigo mismo, y al final dejo la pluma a un lado. se recosto en su silla, con la mirada fija en el techo oscuro de su despacho..

[Maddie Simpson… el canario que cree que puede llenar mi casa con su canto]

Cuando Samir White entro con un nuevo reporte de la costa, Theodore lo miro de golpe, con esa intensidad que hacia temblar a cualquiera.

Duque: Samir.. ¿sabes… como se calla a un canario sin matarlo?

Asistente: ¿un… canario, mi señor?

Theodore apoyo los codos en el escritorio, entrelazando los dedos bajo la barbilla, su ojo sano brillaba con esa oscuridad tan conocida.

Duque: si… un pajaro que canta demasiado… que llena la casa de ruido. ¿como se logra que se calle… sin quebrarle el cuello?

Asistente: pues… mi señor… algunos cubren la jaula con un manto.. en la oscuridad el canario se calma y deja de cantar.

Theodore se quedo en silencio, sus labios apenas se curvaron en una sonrisa seca, sin alegria.

Duque: la oscuridad… claro.

Mientras Samir bajaba la cabeza y se retiraba, Theodore se quedo pensando.

[¿podria cubrir de oscuridad a Maddie, hacerla callar, someter su canto insolente? o… ¿acaso ese pequeño canario blanco seria capaz de cantar incluso en las sombras?]

Esa duda lo irrito aun mas, porque en el fondo de su pecho la curiosidad ardia como una brasa imposible de apagar.

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