Alicia Vannecelli

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Hoy celebramos el cumpleaños de mi abuelo, una tradición familiar en la que se reúnen todos, incluida la familia Müller. Me encuentro rodeada de mis primas, pero mis ojos no pueden evitar posarse en un hombre que ha capturado mis sueños. Es increíblemente inteligente y atractivo. Rara vez lo veo sonreír, ya que suele mostrarse serio, pero siempre asiste a las fiestas de cumpleaños de mis abuelos, lo que me brinda la oportunidad de verlo.

Durante el cumpleaños de mi abuela Isabel quise acercarme a él, pero los nervios me traicionaron y me alejé, abrumada por su imponente presencia, sin saber qué decirle. Sin embargo, en esta ocasión estoy decidida a reunir el valor necesario para hablarle. Caminando hacia él, que está solo con una copa en la mano, siento cómo mi corazón late con fuerza y mis manos comienzan a sudar. Intento calmarme, pero los nervios son abrumadores y pienso que quizás sea mejor intentarlo más tarde.

Me doy la vuelta cuando, de manera inesperada, escucho su voz

-Hola, Alicia.

Su tono es agudo y autoritario, lo que hace que mi corazón se detenga. Muero de nervios mientras mis labios se entrelazan y un nudo se forma en mi estómago. Alzo lentamente la vista hacia él y, al percibir su altura y su físico imponente, me doy cuenta de lo atractivo que es de cerca: su cabello rubio, sus ojos dorados y el tatuaje en su cuello lo hacen aún más irresistible. A pesar de mis nervios, le digo

-Hola, David.

Él sonríe y me dice

-Qué gusto verte. ¿Cómo te va en la escuela?

-Bien, como siempre. ¿Y tú?- le respondo.

Me analiza durante unos segundos y eso incrementa mi nerviosismo.

-Estoy bien-dice.

Una sonrisa nerviosa surge en mi rostro mientras intento pensar qué más preguntar. Preguntarle si tiene novia sería demasiado obvio, así que él cambia de tema

-¿Has pensado en viajar a Alemania?

Regreso a la realidad y le respondo

-Me encantaría, pero mi padre no me deja salir mucho.

Él sonríe de lado y dice

-Es normal, debe cuidar de una niña tan bonita como tú.

Siento que mis mejillas se sonrojan al recibir un cumplido de su parte.

- Ya no soy una niña, tengo 16 años y puedo cuidarme sola, -le respondo.

-Aún eres una niña, Alicia. Es natural que tu padre te proteja. Las calles pueden ser peligrosas, y hay jóvenes que solo quieren causar daño a chicas como tú, -contesta él.

Ruedo los ojos internamente. Estoy cansada de que todos me vean como una niña. Suspiro, preguntándome si alguna vez tendré una oportunidad con él. Pero luego recuerdo que soy una Vannecelli y que no debo rendirme, puesto que lo que me gusta lo tengo.Mi padre se acerca a nosotros y queda al lado de David, y en ese momento no puedo ocultar que mirada esta fijadas en el, David a veces me mira. La fiesta llega a su fin y, aunque quiero pedirle su número, mi padre llega justo en ese momento. Al salir de la mansión, David se coloca a mi lado y dice

-Aquí tienes mi tarjeta. Si decides viajar a Alemania o necesitas algo, no dudes en contar conmigo.

Se despide y yo guardo la tarjeta en mi bolso. Sonrío al darme cuenta de que tengo su número, lo que significa que tal vez le gusto, que existe una oportunidad. Al llegar a casa, subo rápidamente a mi habitación, saco la tarjeta y guardo su número en mi teléfono. Le envío un mensaje, notificándole que ese es mi número de teléfono, y espero emocionada su respuesta. Sin embargo, pasan varios minutos y aún no responde. Me recuesto en la cama, buscando mi teléfono con la mirada, pero nada. Tal vez ya está de regreso en Alemania. Mi reflexión se interrumpe cuando veo que él leyó mi mensaje y respondió diciendo que lo guardaría y que me cuidara. Yo le contesté que él también debía cuidarse, pero dejó mi mensaje en visto y no respondió. Coloco mi teléfono a un lado y me levanto, dirigiéndome al baño. Después de una buena ducha, recuerdo que mañana tengo escuela.

Los días se convierten en semanas y las semanas en meses, sin que él vuelva a escribirme. Quiero hacerlo, pero no sé qué decirle; no quiero parecer intensa. Entonces, se me ocurre una idea que podría llamar su atención y demostrarle que ya no soy una niña, sino una mujer. Cierro con seguro la puerta de mi habitación. Me dirijo a la cama, desabotono un par de botones de mi camisa, bajo un poco las mangas para que se vea mi sostén y mi figura, y subo un poco la falda. Me coloco frente al espejo, tratando de dar una apariencia más seductora. Con el teléfono tapando mi rostro, tomo una foto y al revisarla veo que salí bien. Busco el número de David y le envió la imagen. Sé que puedo estar loca por hacer esto, pero considere que era la única forma.Dejo el teléfono a un lado y empiezo a quitarme el uniforme cuando escucho que suena. Al tomar el teléfono, veo un mensaje de él que dice

-Alicia, ¿qué significa esto?

Mi corazón late con fuerza. Le escribo

-Lo siento, no era para ti. Por favor bórrala y olvídate de esa foto.

Él me deja en visto, pero rápidamente veo su llamada y decido contestarle. Me pregunta

-¿Para quién era esa foto, Alicia? ¿Acaso tienes novio?

Me quedo en silencio por unos segundos, buscando qué responder, y finalmente le digo

-No tengo novio, pero estoy saliendo con alguien y quería...

Él me interrumpe y contesta

-No deberías enviarle esas fotos, Alicia. Es peligroso y podrías ponerte en riesgo. Prométeme que no lo harás. ¿Te gusta tanto ese chico que le envías esas fotos? ¿Lo has hecho antes?

Su tono de voz deja entrever lo molesto que está; no pensé que reaccionaría así por una simple foto. Le respondo

-Es la primera vez. Como puedes ver, me confundí de chat, así que solo tú eres la primera persona a la que le envío esta foto. Lo siento, por favor no se lo digas a nadie.

Su voz cambia rápidamente a un tono más tranquilo, como si se hubiera quitado un peso de encima, y me dice

-Está bien, Alicia, no se lo diré a nadie. No vuelvas a hacer eso. Si un chico te pide una foto, dile que no. Además, aún no estás en edad para tener novio.

Alicia Vannecelli

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Desde aquel día comenzamos a hablar, aunque inicialmente nuestras conversaciones giraban en torno a temas triviales. Siempre estaba atento a mí, lo que me llenaba de felicidad. La foto había funcionado; había captado su atención. Me prometió que vendría a Italia en dos días, así que debía hacer algo para verlo. Aproveché que mis padres estaban de viaje y mi hermano mayor en la escuela. Afortunadamente, tras un castigo, por haber hecho explotar una parte de la escuela. enviaron a mi hermano y primos a una escuela pública para que aprendieran sobre la humildad. En cuanto a mi hermano Oliver, estamos estudiando juntos y siempre sigue mis indicaciones, cubriéndome en todo lo que puede, igual que yo hago con él; compartimos una complicidad que no tengo con mi hermano mayor, Liam, quien intenta controlarme y no permite que ningún chico se me acerque debido a su celosía.

Finalmente había llegado el día esperado. El chófer se detuvo frente a la puerta de la escuela. Oliver entró, pero antes de que se alejara, dijo

(oliver)

-¿No vas a entrar?

-No, hermano, debo hacer algo. ¿Puedes cubrirme? Te prometo que te traeré algo - le respondi

Me miró dudoso y preguntó

-¿A dónde piensas ir?

Al pensarlo, elegí mis palabras con cautela

-Me encontraré con una amiga para comprar algunas cosas, pero sabes cómo son Liam y mis padres; los escoltas siempre están encima de mí. ¿Me puedes ayudar?.

Él respondió, un poco convencido

-¿Quieres que te acompañe?

-No, sería sospechoso si ambos nos ausentamos. Por favor, entra ya -le dije.

-Está bien, pero ten cuidado, llámame si quieres, -me respondió.

-Está bien, lo haré. -le aseguré.

Lo vi caminar hacia el interior de la escuela y rápidamente me dirigí dos cuadras más lejos, hasta llegar a un coche negro. La puerta se abrió y vi a David que me observaba.

(David)

-Eres una traviesa escapándote de la escuela-comentó.

Sonreí y le respondí

-No tuve otra opción, necesitaba verte. Mi padre nunca me permitiría salir; además, mandaría a Liam.

Él sonrió y, gesticulando, me indicó que subiera al auto. Una vez dentro, me preguntó

-¿A dónde quieres que vayamos?

-A un lugar discreto. No quiero que nadie nos vea.- le respondí.

Asintió y le pidió al chófer que nos llevara a su casa de campo. No sabía que tenía un lugar así cerca. Observé por la ventana cómo el auto se alejaba de la ciudad. Al girar mi rostro, noté que David me miraba fijamente, así que rápidamente desvió la mirada. Sonreí levemente y le dije

-No sabía que tenías una casa de campo aquí.

-Siempre que tengo tiempo vengo aquí. Disfruto de la tranquilidad que me brinda la naturaleza, -respondió.

-Ya veo. -comenté.

Él me preguntó

-¿Qué te gusta?

¿Qué me gusta? Me gustas tú, como no tienes idea, ¿acaso no te das cuenta?.Observé cómo me miraba detenidamente mientras sonreía de lado; me estremecí al pensar que podría entender lo que estaba sintiendo, aunque eso parecía imposible. Le respondí

-Me gustan mucho los libros, especialmente aquellos sobre anatomía infantil.

Él se mostró sorprendido

-¿En serio?

-Sí, cuando termine la escuela, quiero estudiar medicina.-le dije.

-Es bueno tener un médico en la familia, y mejor si eres tú.-respondió.

Le sonreí hasta que el auto se detuvo; habíamos llegado. Se bajó, rodeó el coche y abrió mi puerta. Me ofreció su mano y la tomé. Al bajarme, noté que sus manos eran mucho más grandes que las mías. Continuamos con las manos entrelazadas, nuestras miradas conectadas. Observando sus hermosos ojos dorados, recordé a la hija de Uzziel y Ángela, que también nació con ese color de ojos. Si tuviera hijos con él, ¿heredarían su mirada? ¿Serían tan guapos como él? Me asusté por mis pensamientos y volví a la realidad cuando él comenzó a hablarme.

-Este lugar es muy hermoso.-le comenté.

-Todavía no has visto nada. Permíteme mostrarte el lago. Ven, vamos. -me dijo.

-Solté su mano y lo seguí hasta que entramos a la casa, donde dejé mi bolso en el sofá. Al mirar a mi alrededor, noté que era una casa preciosa rodeada de árboles. En el primer piso había una piscina; este lugar irradia paz y tranquilidad, y ahora entiendo por qué lo compró. Le dije

-La verdad, este lugar es hermoso, realmente brinda mucha paz.

-Así es. A veces me estreso por mi trabajo, y cuando quiero descansar y relajarme, vengo aquí. Me ayuda mucho. -respondió.

Hizo señas para que lo siguiera, y lo hice. Caminamos juntos por el bosque hasta llegar a una cascada; la imagen era espectacular. El agua caía con fuerza sobre las rocas y el sonido era reconfortante. Tomó mi mano para bajar hasta la orilla del lago, y al hacerlo, sentí una pequeña electricidad entre nosotros. Comenzamos a descender hasta la orilla, respirando profundamente el aire fresco de la naturaleza. Lo vi avanzar hacia una gran piedra y lo seguí con cuidado, brincando entre las rocas para no caer al agua. No pensé que vendría a un lugar así; si lo hubiera sabido, habría traído ropa adecuada.

Alicia Vannecelli

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Me posiciono a su lado mientras él observa detenidamente la cascada. Comenta

-Cuando escuchas el sonido del agua cayendo, sientes una tranquilidad que borra cualquier pensamiento. Incluso ayuda a aliviar el estrés acumulado.

Cierro los ojos y me concentro en el sonido del agua y el canto de los pájaros. Es cierto que resulta relajante, pero no puedo evitar pensar en él. Abro los ojos y, al intentar observarlo mejor, me doy cuenta de que la piedra es resbaladiza. Intento moverme, pero me deslizo y él intenta tomarme de la mano; sin embargo, caigo al agua. La corriente me arrastra y, aunque sé nadar, es tan fuerte que me hunde. Siento unos brazos que me sostienen mientras él me dice que no me preocupe: estaré bien. Cierro los ojos y siento su fuerza; él me lleva en sus brazos. Comienza a llamarme por mi nombre, pero yo sigo con los ojos cerrados. Me recuesta en el suelo y, preocupado, me habla. Comienza a practicarme resucitación boca a boca. Mi corazón late con fuerza mientras sus labios están sobre los míos, así que finjo seguir dormida. Cuando vuelve a darme respiración de boca a boca, despierto simulando que me cuesta. Suavemente, él suspira de alivio y me abraza. Le digo

-Lo siento, soy muy torpe; no tuve cuidado.

- No tienes que preocuparte. La culpa fue mía por traerte a este lugar. Lo siento. - me contesta.

-No fue tu culpa. No tuve cuidado, de verdad lo siento. Por favor, vuelve a traerme a este lugar; me encanta.- le digo.

Se aleja un poco y, tras levantarse, me carga en sus brazos. Mientras caminamos de regreso a la casa, me dice

-Está haciendo frío; deberías cambiarte de ropa para que no te resfríes.

Al llegar a la casa, nos dirigimos a una de las habitaciones, donde me deja en el suelo. Él busca en el clóset mientras lo observo y empiezo a temblar, ya que el agua estaba muy fría. Aunque la caída fue un accidente, lo de desmayarme fue fingido. Valió la pena, pues había sentido sus labios sobre los míos; eran tan suaves. Sonrío al pensar que fue mi primer beso, como tanto lo había deseado, aunque no fue como lo había soñado. Lo importante es que él lo fue y estuvo a punto de salvar mi vida. ¿Qué puede ser más romántico que eso? Él se acerca a mí y me entrega una toalla. Me dice

-En el clóset hay ropa; puedes tomar la que desees.Luego, me entrega tu uniforme para que lo lave y se seque lo más pronto posible.

Asiento y él se retira de la habitación. Busco en su clóset y veo que hay solo ropa de él. Tomo una camisa, la huelo y respiro su aroma masculino y penetrante, que me hace delirar. Me quito el uniforme y la ropa interior, colocándome su camisa, que me queda como un vestido, cuatro dedos por encima de la rodilla, demasiado grande para mí. Lavo mi uniforme en el baño y luego salgo hacia la planta baja, guiándome por un delicioso olor a chocolate. Al llegar, lo veo a él cambiado

deportiva. Muero de ganas al verlo así. Es la primera vez que lo veo vestido de esa manera; normalmente usa ropa elegante. Le digo.

-Hueles muy bien. ¿Podrías indicarme dónde está la lavadora?.

Él me mira, evaluándome de arriba abajo con una mirada que se oscurece durante unos segundos, lo que me hace sentir un poco incómoda. Me pregunto si me veo tan mal con su camisa. Le pregunto nuevamente

-David, ¿me indicas dónde está la lavadora?.

En ese momento, parece salir de su trance. Se acerca y me dice

-Déjame llevar tu uniforme.

Me apresuro a decir

-Yo puedo hacerlo.

Él asiente, apaga la estufa y sale de la cocina. Lo sigo hasta una habitación donde está la lavadora. La enciendo y meto mi uniforme. David me entrega una bolsa especial para mis zapatos húmedos y él los coloca en la secadora. Pasados 15 minutos, mis zapatos están afuera al sol, al igual que mi uniforme. Aún queda toda la mañana para que se sequen. David y yo nos sentamos en la sala, tomando chocolate que nos ayuda a entrar en calor, pues todavía temblamos del frío. Él pregunta

- ¿Has tenido contacto con ese chico al que intentabas mandarle esa foto?.

Dejo la taza en la mesa, sorprendida por su pregunta. Desde aquel día, no había vuelto a hablar del tema. Le digo

- ¿Por qué me preguntas eso?.

Él responde en un susurro

-Por curiosidad. Recuerda que hablamos y me prometiste.

- Recuerdo que te prometí no volver a intentar enviar esas fotos, pero no dije que no podría tener novio. Mis compañeras a esta edad tienen sus novios. Es normal, ¿por qué yo no podría tenerlo?.- Le contesto

Lo miro fijamente y él me observa mientras aprieta la taza con chocolate. Guarda silencio por unos segundos, luego suspira y dice

-Aunque tus amigas tengan novios, eso no implica que tú debas seguir el mismo camino, Alicia. Es importante que te concentres en tus estudios. Los jóvenes de hoy en día a menudo buscan perjudicar a chicas hermosas e inocentes como tú, y no deseo que eso te suceda. Aún eres muy joven; lo mejor es que esperes a alcanzar la mayoría de edad antes de considerar una relación amorosa.

Aunque era inocente, no era tan ingenua como para dejarme engañar por un hombre. Además, no me interesa ningún chico, excepto por aquel que me gusta y de quien estoy enamorada: él estaba frente a mí, y lo sentía tan cerca y, al mismo tiempo, tan distante.